Las categorías de objetivación y de apropiación caracterizan el proceso histórico como un proceso de transmisión ininterrumpida de la tradición mediante actividades humanas práctico-materiales. Los ‘productos’ de una generación anterior son retransformados en necesidades (N) y capacidades (C) subjetivas cuyo ejercicio desemboca en una ‘reproducción (pero no una réplica) o en cambio de este mundo que es la objetivación de las fuerzas esenciales humanas. La continuidad es una característica constitutiva de la historia humana. Incluso los intentos más radicales de reorganización social derivan de su organización y antinomias presentes. Las categorías de fuerzas productivas/relaciones de producción caracterizan esta continuidad histórica como un proceso dialéctico y contradictorio de progreso. En el sentido de la universalización de las C, N, formas de relaciones y sistemas conceptuales de los seres humanos. Aunque este progreso, para Marx, no puede reducirse al solo desarrollo de las fuerzas productivas, éstas forman el esqueleto de la evolución histórica, ya que sólo respecto de ellas es que el progreso adquiere la forma de la acumulación de los resultados ya alcanzados. Las fuerzas productivas son los ‘frutos de civilización’ a los cuales ‘el ser humano nunca renuncia’. El nivel de desarrollo de las fuerzas productivas heredado en forma objetivada circunscribe un campo definido de posibilidades respecto de las relaciones de producción. Los medios de producción son la ‘vara de medición del desarrollo’. Así, el PP establece una relación supuestamente empírica entre la idea teórica de continuidad histórica y la idea valorativa de progreso. La teoría basada en este PP se vuelve en su propio entendimiento ‘la ciencia positiva del proceso práctico del desarrollo humano’. Esta construcción es, sin embargo, problemática, añade GM, sobre todo porque la noción de acumulación y la idea de que los seres humanos nunca renuncian a los frutos de la civilización es, como afirmación empírica, falsa y contrapuesta a los análisis que Marx ofrece de las formaciones socio-económicas como unidades relativamente estables y discontinuas de progreso histórico. Marx nunca cesó de subrayar que cada sistema de relaciones de producción definía y circunscribía una función-objetivo socioeconómica, la determinación de lo que contará como insumo y como producto, es decir como costo social y como resultado final útil. Esta idea dota de unidad teórica las observaciones de Marx sobre las diferencias en la dirección del desarrollo bajo condiciones históricas cambiantes. Esto conlleva que lo que es objetivamente una ‘mejora’, un ‘progreso’ de las fuerzas productivas bajo ciertas relaciones de producción pueda aparecer como una ‘regresión’ desde el punto de vista de otra sociedad y, por tanto, implica que si es posible que se ‘renuncie’ a este ‘progreso’ en la práctica. O bien uno identifica ‘las fuerzas productivas’ con alguna noción empírica preestablecida de técnica y tecnología, en cuyo caso las fuerzas productivas pueden ser, hasta cierto punto, ‘objeto de renuncia y abandono’, o bien la noción misma de fuerzas productivas ha de definirse a través de la continuidad histórica como aquellos elementos subjetivos y objetivos de la riqueza social a cuyo uso productivo los individuos sociales no ‘renuncian’ ni podrían hacerlo, ya que estos elementos constituyen para ellos una precondición necesaria de la vida, al menos mientras no poseen o no generan alternativas reales para su sustitución. Para GM las fuerzas productivas comprenden tanto los conocimientos y las C humanas, incluyendo C y conocimientos organizacionales. Esto significa que en una sociedad en la que fuerzas sociales opuestas luchan por alternativas sociales distintas según sus intereses y N estructurales, la lucha ideológica se articula parcialmente en las preguntas: ¿cuáles son las precondiciones técnicas necesarias de la vida? y ¿cuáles las ‘condiciones sociales’ a las que tiene sentido cuestionar y tratar de cambiar?
A mi maestro, jefe en el gobierno federal, y amigo, Carlos Tello Macías (in memoriam).