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Economía moral

02 de agosto de 2024 08:12
A comenzar el capítulo 5, y último, de Language and Production, GM señala que a pesar de las dificultades del paradigma de la producción (PP) señaladas por GM en las entregas precedentes, él propone radicalizar el PP al menos como una de las alternativas para el pensamiento radical contemporáneo. El sentido general de la radicalización consiste en interpretar las distinciones del PP como distinciones práctico-históricas en sentido radical y relativas a algún proyecto histórico-social de agentes sociales concretos. “El PP implica una interpretación de la intersubjetividad como objetividad social que ‘determina’ a los individuos desde ‘afuera’, por lo menos en el sentido de que provee el material a partir del cual se construye (mediante los procesos de adquisición e interiorización) toda personalidad concreta. Es una factualidad que funciona también como portadora de varias reglas y normas. La ciencia natural como empresa cognitiva representa un intento de ‘desantropomorfización. Esta empresa es interminable y será siempre epistemológicamente constitutiva e implica la disolución progresiva de todas las relaciones sensoriales entre los hechos’ y las acciones humanas. En la medida que la distinción entre lo ‘inevitable exterior’ (al cual los individuos se tienen que adaptar) y lo inevitable generado por los mismos hombres (y que su actividad colectiva puede ‘deshacer’) es imposible trazarla a menos que los individuos involucrados hagan un esfuerzo práctico para discernir hasta qué punto su propia actividad debe ser ‘reproductiva’ y en qué medida puede ser ‘creativa’. Y aquí ‘debe’ y ‘puede’ cobran sentido sólo en relación con las exigencias e impulsos históricamente formados, las necesidades de los individuos concretos, de sus grupos y colectividades. La distinción aparentemente ontológica entre physis y nomos, depende de una distinción práctica entre physis y poiesis en las actividades humanas que sólo los actores mismos pueden hacer. Esta distinción tiene que hacerse si las actividades han de ser racionales. Porque no puede haber razón práctica (colectiva o individual) si no se distingue entre las condiciones y los objetivos de la actividad. En este punto GM aclara que las categorías del PP sólo se pueden discutir significativamente si uno mira un poco más de cerca la función teórica y práctica que cumple la dicotomía fuerzas productivas/relaciones de producción en el proyecto de Marx. GM retoma las funciones de esta dicotomía: permite distinguir en la historia la continuidad y la discontinuidad; y para trazar la frontera entre las condiciones básicas (objetivas y subjetivas) del cambio histórico y el terreno en el cual pueden ocurrir transformaciones sociales radicales y hacia el cual debería enfocarse la acción colectiva revolucionaria. Con estas categorías, la historia es entendida como un progreso antinómico, como la acumulación y la universalización, bajo una forma objetivada y alienada, de necesidades y capacidades sociales. Permiten entender el presente no como una aglomeración momentánea de hechos accidentales, sino como un sistema relativamente estable de relaciones que garantizan la reproducción de sus ‘portadores”. La dialéctica de las fuerzas productivas y las relaciones de producción conecta orgánicamente estos dos aspectos del análisis, el diacrónico y el sincrónico. Un análisis referido a sus posibilidades históricas dinámicas.

Las categorías de objetivación y de apropiación caracterizan el proceso histórico como un proceso de transmisión ininterrumpida de la tradición mediante actividades humanas práctico-materiales. Los ‘productos’ de una generación anterior son retransformados en necesidades (N) y capacidades (C) subjetivas cuyo ejercicio desemboca en una ‘reproducción (pero no una réplica) o en cambio de este mundo que es la objetivación de las fuerzas esenciales humanas. La continuidad es una característica constitutiva de la historia humana. Incluso los intentos más radicales de reorganización social derivan de su organización y antinomias presentes. Las categorías de fuerzas productivas/relaciones de producción caracterizan esta continuidad histórica como un proceso dialéctico y contradictorio de progreso. En el sentido de la universalización de las C, N, formas de relaciones y sistemas conceptuales de los seres humanos. Aunque este progreso, para Marx, no puede reducirse al solo desarrollo de las fuerzas productivas, éstas forman el esqueleto de la evolución histórica, ya que sólo respecto de ellas es que el progreso adquiere la forma de la acumulación de los resultados ya alcanzados. Las fuerzas productivas son los ‘frutos de civilización’ a los cuales ‘el ser humano nunca renuncia’. El nivel de desarrollo de las fuerzas productivas heredado en forma objetivada circunscribe un campo definido de posibilidades respecto de las relaciones de producción. Los medios de producción son la ‘vara de medición del desarrollo’. Así, el PP establece una relación supuestamente empírica entre la idea teórica de continuidad histórica y la idea valorativa de progreso. La teoría basada en este PP se vuelve en su propio entendimiento ‘la ciencia positiva del proceso práctico del desarrollo humano’. Esta construcción es, sin embargo, problemática, añade GM, sobre todo porque la noción de acumulación y la idea de que los seres humanos nunca renuncian a los frutos de la civilización es, como afirmación empírica, falsa y contrapuesta a los análisis que Marx ofrece de las formaciones socio-económicas como unidades relativamente estables y discontinuas de progreso histórico. Marx nunca cesó de subrayar que cada sistema de relaciones de producción definía y circunscribía una función-objetivo socioeconómica, la determinación de lo que contará como insumo y como producto, es decir como costo social y como resultado final útil. Esta idea dota de unidad teórica las observaciones de Marx sobre las diferencias en la dirección del desarrollo bajo condiciones históricas cambiantes. Esto conlleva que lo que es objetivamente una ‘mejora’, un ‘progreso’ de las fuerzas productivas bajo ciertas relaciones de producción pueda aparecer como una ‘regresión’ desde el punto de vista de otra sociedad y, por tanto, implica que si es posible que se ‘renuncie’ a este ‘progreso’ en la práctica. O bien uno identifica ‘las fuerzas productivas’ con alguna noción empírica preestablecida de técnica y tecnología, en cuyo caso las fuerzas productivas pueden ser, hasta cierto punto, ‘objeto de renuncia y abandono’, o bien la noción misma de fuerzas productivas ha de definirse a través de la continuidad histórica como aquellos elementos subjetivos y objetivos de la riqueza social a cuyo uso productivo los individuos sociales no ‘renuncian’ ni podrían hacerlo, ya que estos elementos constituyen para ellos una precondición necesaria de la vida, al menos mientras no poseen o no generan alternativas reales para su sustitución. Para GM las fuerzas productivas comprenden tanto los conocimientos y las C humanas, incluyendo C y conocimientos organizacionales. Esto significa que en una sociedad en la que fuerzas sociales opuestas luchan por alternativas sociales distintas según sus intereses y N estructurales, la lucha ideológica se articula parcialmente en las preguntas: ¿cuáles son las precondiciones técnicas necesarias de la vida? y ¿cuáles las ‘condiciones sociales’ a las que tiene sentido cuestionar y tratar de cambiar?

A mi maestro, jefe en el gobierno federal, y amigo, Carlos Tello Macías (in memoriam).

www.julioboltvinik.org

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