Durante su décima aparición en el Festival de Jazz de Montreux, Deep Purple tocó su éxito más famoso, Smoke on the Water. El humo flotaba en el agua del lago Lemán y el fuego ametrallaba al son de poderosos acordes. Los organizadores hicieron todo lo posible para recrear el incendio de un casino cercano en 1971, durante un concierto de Frank Zappa, hecho que inspiró la canción.
“Hicimos el show en un escenario en el lago; fue espectacular”, dice el cantante de Deep Purple, Ian Gillan. No es el único momento de los últimos tiempos en que él y sus compañeros de banda, juntos de forma intermitente desde 1968, podrían haber imaginado que estaban de vuelta a principios de los años 70, forjando álbumes que definieron su carrera (Deep Purple in Rock, de 1970, Machine Head, de 1972), a la vanguardia de una nueva generación de pioneros del hard rock.
Su álbum 23, titulado =1, que acaba de salir, forma parte de las listas de éxitos, sugiriendo una banda en resurgimiento tardío. Impulsados, tal vez, por el hecho de que su público parece consistir, casi en su totalidad, en Benjamines Buttons (el personaje de ficción que nace como hombre mayor y rejuvenece).
“Es muy emocionante –asegura–. Hace unos 15 años, algo raro sucedió. Había toda una nueva generación de seguidores. Nuestro público desde 2009 o 2010 en adelante ha sido principalmente de 15 a 22 años. Eso ha sido un gran aporte de energía en las presentaciones”. No es el catálogo clásico lo que buscan de esta banda notoriamente pesada en solitario, sino el tipo de interpretación virtuosa. Son los espectáculos en vivo lo que les gusta, la improvisación. Para mí, Deep Purple siempre ha sido principalmente una banda instrumental, y creo que eso es lo que gusta a los chicos
.
Producido por Bob Ezrin, =1 retrocede un poco en sonidos, temas e intensidad del periodo imperial de los años 70 del Purple, cuando Gillan, el bajista Roger Glover, el baterista Ian Paice y las leyendas del teclado y la guitarra Jon Lord y Ritchie Blackmore, junto con Led Zeppelin y Black Sabbath, fueron considerados parte de una trinidad impía
del rock pesado británico.
No Money to Burn, una de las piezas incluidas en =1, se remonta a sus días de pobreza antes del estrellato. “Roger y yo sólo teníamos un conjunto de ropa entre nosotros cuando nos unimos a Purple en el año 69, así que no podíamos salir al mismo tiempo–relata–. A veces he sido muy pobre. De hecho, el otro día estaba grabando y tuve que robar galletas de perros para alimentarme.
El disco, también es, sugiero, sorprendentemente lujurioso para una banda que hace mucho tiempo cambió la botella de Jack por el termo de bebidas calientes.
–¿Quieres decir lascivo? –se le pregunta a Gillan, quien sólo ríe.
–Es un poco travieso en algunos lugares, supongo, pero es muy leve, y a mi edad (78 años), realmente, vamos... Pero soy una persona nocturna, vivo la vida nocturna, estoy en el rocanrol y me mezclo con gente emocionante. No vivimos en el mundo convencional.
Cita entonces la rola A Bit on the Side, historia real del encuentro con una hermosa joven en un club de adultos
en Alemania. Le serví una copa de champán y ella se sentó, hablamos. Dijo que se llamaba Charlene, de Berlín, y que teníamos muchas cosas interesantes en común, pues yo había estado en algunos lugares llamativos y ella también. Nos estábamos relajando y me di cuenta de que ella necesitaba un afeitado. Resultó que en realidad no era Charlene de Berlín. Era Charlie de Belfast
.
Amor libre
Recuerda la canción Now You’re Talkin’, que encuentra a Gillan en una fiesta de amor libre de los años 60, pasando por encima de un montón de cuerpos…
¿Nunca has ido a una fiesta así?
, pregunta el músico al reportero. No has vivido. En los años 70 ibas a una fiesta y pasabas por encima de gente por todas partes que estaban haciendo todo tipo de cosas... Cuando eras un adolescente de poco más de 20 años en los 60 eso era normal
.
Recuerda su despertar como rastreador nocturno. En Múnich a las 2 de la madrugada, en algún momento de la década de los 60. “El lugar estaba lleno de gente nocturna y pensé ‘Aquí pertenezco’. Había policías, actores, prostitutas, camareros, gente que se estaba relajando. Tocaban la guitarra y fumaban mariguana. No fumé mi primer toque hasta los 38 años, así que la mayor parte de mi vida fue bastante suave en comparación con las generaciones posteriores”.
Los placeres de Deep Purple giraban principalmente en torno a los tragos posteriores al concierto. No era un borracho
, asegura Gillan. Solía disfrutar de una bebida y estaba en compañía de ella; casi todos lo hacían. No consumíamos drogas, así que sólo bebíamos
.
En tono irónico, comenta: En Ámsterdam, hice una entrada bastante dramática a un concierto. Tras bambalinas, encontré un pequeño bar para artistas. Me sirvieron un trago grande. Probablemente había una escalera serpenteante para una ópera, o algo así. Salí al espacio e hice algunos saltos mortales. Aterricé en el escenario sin derramar una gota de mi bebida. Fue uno de mis grandes logros en la vida
.
Los Purple de principios de los 70 parecían un grupo turbulento: los egos chocaban, los miembros iban y venían más rápido que los primeros ministros conservadores, y la formación de la era Gillan se derrumbó. Sin embargo, él señala la reunión de la banda en 1984 como un espectáculo mucho más difícil de mantener. “En los 70 simplemente nos separamos. Llegaron influencias externas, demasiado dinero, ‘somos inmortales’, toda esa basura… Luego te vas y tratas de hacer las cosas individualmente y te das cuenta de que es el esfuerzo colectivo lo que realmente hizo que las cosas funcionaran. Así que tratas de volver a estar junto a tu ex compañeros, pero todos han cambiado un poco; tienen familias y cosas que afectan su madurez hasta que vuelven en sí y para entonces ya es demasiado tarde. ¿Ser un rebelde de 40 años? Eso no es muy rocanrol”.
Cerca de su segunda reunión, a principios de la década de los 90, con las tensiones entre Gillan y Blackmore disipándose cuando este último se fue a hacer música medieval con Blackmore's Night, estabilizamos el barco y volvimos al rumbo
. Hasta la llegada del nuevo guitarrista Simon McBride, en 2022, la formación no había cambiado en 20 años. Mientras, Gillan había encontrado su propio contrapeso personal en la meditación, a través de la cual aprendió a moderar su hábito de fumar y beber.
“Decidí que tenía que cambiar –afirma–. Era demasiado salvaje y estaban pasando cosas que simplemente no eran buenas si quería tener un futuro como músico. Es muy importante estar al tanto de lo que pasa. No tiene sentido estar tirado borracho por ahí.”
Gillan no bebe ni fuma durante los nueve meses al año que la banda pasa de gira, pero su espíritu rebelde sigue intacto. Está entusiasmado con las jóvenes bandas de rock con que comparte cartel en festivales. No hay una composición convencional, como sería el caso, pero es algo muy fresco y emocionante
.
Sin embargo, le cuesta escuchar su propio legado amortiguado y diluido
en él, hasta que señalo que el poder desbordado de leyendas del hard rock, como Purple, se ha infundido intrínsecamente en el pop adyacente al rock de Yungblud, Halsey y Olivia Rodrigo.
“Donde hay humo... –afirma–, aún hay fuego.”
El nuevo álbum de Deep Purple, =1 está disponible en earMUSIC.
Traducción: Juan José Olivares