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En Un tranvía llamado deseo afloran sentimientos que da pena mostrar: De Tavira

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De Tavira y otros actores durante la promoción de la puesta en escena, que será en el teatro Julio Castillo. Foto cortesía de 25 Producción
30 de julio de 2024 07:44

Al revisar su historia artística, cuando actuar era sólo un deseo, la iridiscente actriz Marina de Tavira comenta: Si le pudiera decir a la Marina niña que un día iba a encarnar a Blanche DuBois, no me lo creería. Me causa emoción esa imagen. A su vez, el lumínico actor Rodrigo Virago, quien interpreta a Stanley Kowalski, recordó que cuando era estudiante y leyó Un tranvía llamado deseo, me enamoré inmediatamente de la obra. Aún me cuesta trabajo creer que haré ese personaje.

Bajo la dirección de Diego del Río, llega este clásico del dramaturgo estadunidense Thomas Lanier Williams III, mejor conocido como Tennessee Williams, al teatro Julio Castillo del Centro Cultural del Bosque.

Como se sabe, Un tranvía llamado deseo narra la historia de Blanche, quien pertenece a una rancia y arruinada familia sureña; es una mujer madura y decadente que vive anclada en el pasado. Ciertas circunstancias la obligan a ir a vivir a Nueva Orleans con su hermana Stella y su cuñado Stanley, un hombre rudo y violento. A pesar de su actitud remilgada y arrogante, Blanche oculta un escabroso pasado que la ha conducido al desequilibrio mental. Su inestable conducta provoca conflictos que alteran la vida de la joven pareja.

En entrevista con este medio, De Tavira y Virago responden cómo ha sido su relación con la obra.

La actriz comenta: No recuerdo si leí la obra o vi la que interpretó Diana Bracho, pero se remonta a mis tiempos de estudiante y ambos trabajos fueron determinantes para que me convirtiera en actriz. Virago señala: Aparte de leer el libro, también vi la película con Marlon Brando; por supuesto, las dos obras me encantan.

Colapso

La fascinación de la puesta en escena, a decir de Marina de Tavira, radica en que en esta ficción habitan distintas experiencias humanas, todas abismales que se confrontan y al colapsar crean un choque tremendo. Todas esa presencias son complejas, eso provoca que la obra no sea simple, que no sea un melodrama. Es tan brutal, que cada personaje es un universo y cuando circulan, las colisiones son igualmente violentas.

Para Virago, que esta obra siempre esté presente se debe a que es muy humana, con personajes muy vivos que experimentan situaciones que ya no quisiéramos, como la violencia de género e intrafamiliar.

De Tavira retoma la palabra y afirma: Actoralmente me confrontó mucho, pero agradezco el ojo de Diego del Río, en quien confío profundamente, porque Blanche tiene mucho matices y puedes caer en la trampa de querer ilustrarla; pasé por ahí para llegar a ella, pero Diego sabe ir a lo concreto. Este personaje es muy volátil, ya que pasa a placer de una emoción a otra. Tener a alguien que te aterrice y te recuerde de qué va, es importante.

Virago agregó: Me siento muy agradecido del capitán que tenemos, quien nos ha llevado de la mano. En particular, mi personaje de Stanley es muy violento y tenía mucho pánico de habitar esa actitud; me generaba un conflicto aunque fuera sólo ficción. Son escenas que me cuesta trabajo sacudir y en ese sentido me confrontó vivir a Stanley desde la violencia.

Equilibrio

Sin embargo, encarnar a Blanche y Stanley sirvió también para hablar de la salud mental. Creo que Tennessee Williams no estaba hablando de una enfermedad en particular, pero sí de los abismos a que el ser humano accede, y me pareció una muy buena oportunidad poder hablar de eso. Poner ahí la salud emocional y mental que a veces se viven en silencio y en secreto; son cosas que dan vergüenza, pero me parece que todos hemos sentido dolor, soledad, ansiedad, y en Blanche toca límites. Es una gran oportunidad para sanar cosas.

Para el actor, “es una gran responsabilidad por lo grande que es la obra, pero alojarme en Stanley es muy importante porque uno es actor para interpretar a los Stanleys Kowalski, los Hamlets y los Segismundos. A mí eso se me instaló en la cabeza cuando supe que íbamos hacer Un tranvía llamado deseo”.

Por último, sobre representar este clásico, Marina de Tavira dijo: “Cuando la leí por primera vez, me interesaron otras cosas. Ahora estoy sorprendida con la cantidad de parlamentos que tiene Blanche en los que habla sobre las masculinidades tóxicas, el patriarcado, cómo vivir la sexualidad femenina y cómo se le juzga. Me asombran porque están en la obra; me concentré en la pasión, la locura… y ahora me di cuenta de que Blanche dice: ‘Ley natural es la que dice que la dama tiene que entretener al caballero; se juegan las reglas de este mundo patriarcal’. Montar Un tranvía llamado deseo tiene toda la pertinencia”.

La puesta en escena se estrena el 3 de agosto y concluirá presentaciones el 1º de septiembre en el Teatro Julio Castillo del Centro Cultural del Bosque, con funciones de jueves a domingo a las 18:30 horas. 



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