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En el Esperanza Iris, historias no contadas de la resistencia chicana femenina

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La ‘trup’ de San Francisco, California, ya se había presentado en el Cervantino. Foto Pablo Ramos
29 de julio de 2024 07:55

No suelen contarse sus historias, pero no serán olvidadas, dijo sobre las pachucas –el sábado por la noche– la compañía coreográfico-musical La Mezcla, formada por mujeres creativas y comprometidas con el humanismo.

Esta trup montó un tablado de unos ocho por ocho metros cuadrados y unos 15 centímetros de alto en el Teatro de la Ciudad Esperanza Iris. La idea era transformar el lugar en instrumento que interpretaran pies, piernas, mente y alma de este conjunto de artistas que desean contar una historia olvidada por muchos: la de las pachucas de los años 40 en Estados Unidos. Pachuquismo se llama su puesta coreomusical que ya se ha presentado en el Festival Internacional Cervantino y en otros escenarios prestigiosos, como el Lincoln Center.

Se estrenó en el recinto ubicado en el centro de la capital del país, donde mostró una mirada femenina de la migración mexicana, con un discurso socioartístico que trasciende al patriarcal.

Echando mano del tap, el zapateado jarocho, el son veracruzano de la región del Sotavento y el jazz clásico tocados en vivo con todo y jarana, contrabajo, guitarra y mandíbula de burro, La Mezcla dibujó sonidos en el pentagrama del movimiento corpóreo, ofreciendo un espectáculo único.

“Buenas noches, Mexico City. Muchas gracias por venir a nuestro debut. Esta es nuestra primera gira en el país y estamos agradecidas por todo su apoyo. Gracias por compartir esta lucha de las comunidades”, dijo Vanessa Sanchez, directora de La Mezcla, al término de su montaje bilingüe, en el que se habla spanglish, se evocan los años 40 y 50 del siglo pasado y se develan los problemas de la comunidad mexicoestadunidense al enfrentarse a un sistema racista y a una nueva lengua, sociedad y cultura.

“Aquí hablaremos spanglish… somos spanglish (combinación de español e inglés)”, dijo, y Sánchez y su crew (equipo) luego zapatearon strong (fuerte) en un tablado flanqueado por algunos mics (micrófonos) que elevaron las notas emitidas por puntas y tacones en un figurado piso pautado.

La compañía trajo su propuesta, que desafía el racismo y la discriminación. Con grandiosa ejecución de danza y música, a través de la palabra y proyección de imágenes de los años 40, transportó a los espectadores a una época de resistencia, con coreografías en las que utilizan pantalones y sacos holgados, camisas de cuello ancho, sombreros con adornos de plumas y tirantes estilo pachuco (zoot suits), para denunciar los prejuicios con que vivieron las chicanas al ser juzgadas y condenadas por salirse de las normas de lo que estaba establecido como feminidad.

Bailarinas, cantantes e instrumentistas como Argelia Arreola, Cassery Tesier, Christelle Durandy, Christian Galindo, Diana Aburto Vega, Kirsten Millán. Micha Sallid, Natalie John, Ayla Dávila y David R Molina evocaron la tradición del fandango jarocho para desafiar los roles de género y remontar la narrativa del pachuquismo enfocada en los hombres.

Pachuquismo también rindió homenaje a Amelia Venegas, quien a los 22 años fue arrestada y encarcelada por alterar el orden público en junio de 1943 en Los Ángeles, cuando apoyó a jóvenes víctimas de la represión policial.

La Mezcla habló de 1943 y mencionó a Amelia Venegas. En gráficos, al fondo del escenario, se leía el encabezado de un diario californiano: Pachuco girls are new zoot problem (Las pachucas son un nuevo problema).

Los días 9 y 10 de junio de 1943, tras disturbios en los que habían sido involucrados marines y pachucos, periódicos de Los Ángeles anunciaron el arresto de una mujer pachuca. Según la prensa, Amelia Venegas, de 22 años, madre de un niño y esposa de un marine, había incitado a la violencia tras instar a una pandilla a atacar a los agentes del alguacil en su vecindario del este de esa ciudad.

Además, se dijo, intentó contrabandear un par de nudillos de bronce a los “matones del zoot suit” para ayudarlos en sus peleas callejeras contra los marines. Venegas fue arrestada y encarcelada por alterar el orden público. Fue descrita como “dama zoot suiter, o al menos simpatizante de la fraternidad de zoot suits”.

Como han demostrado varios estudiosos, ese traje significaba diferencia y desafío en Estados Unidos durante la Segunda Guerra Mundial, un momento de patrioterismo, xenofobia y preocupación por los cambios en los roles de género. En general, tanto el vestuario como su portador mexicano-estadunidense fueron considerados antipatrióticos y antiestadunidenses.

En el caso de Venegas, la gramática incorrecta y el acento mexicano caricaturesco que se le atribuyó enfatizaron que su trasgresión era doble: no sólo era antiestadunidense, sino también poco femenina, de acuerdo con la especialista en el tema Catherine S. Ramírez de la Universidad de Santa Cruz, California.

Significaban un rechazo a conformarse con el statu quo y con un estilo juvenil urbano, de clase trabajadora y claramente racializado. En resumen, muchas de las expresiones de los zooters mexicoestadunidenses llegaron a significar resistencia, estilo, y estilo como lucha.

Vanessa Sánchez creció bailando tap y proviene de una familia veracruzana con gran tradición del son jarocho. En 2015 creó La Mezcla con el fin de tener un espacio para mostrar esos bailes y ritmos, enfocados en historias que no han sido contadas, como la de estas mujeres, que sentaron precedente en la lucha feminista.

Para ella, la cultura pachuca de los años 40 fue el punto de inicio de todo el movimiento chicano de la década de los 60 y de las que siguieron, así como un recordatorio de la semilla de resistencia que los jóvenes retoman para continuar adelante y enaltecer a las pachucas.

Con piezas como La morena, La bamba y La bruja, así como con temas clásicos del jazz, La Mezcla honró el trabajo y legado de dichas jóvenes que se mantuvieron firmes y se levantaron como activistas en una época de gran conflicto y opresión.

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