El compositor alemán Wolfgang Rihm falleció ayer a los 72 años en un hospital de su natal Karlsruhe, luego de una larga enfermedad.
Es uno de los autores más importantes de las décadas recientes. Escribió más de 500 obras en todos los géneros, entre ellos numerosas óperas, de las que destaca La Conquista de México y tuvo predilección por los textos de James Joyce, Antonin Artaud, Paul Celan y Friedrich Nietzsche. Su aportación central fue el estilo que denominó Nueva Simplicidad, cuyos vectores son la subjetividad y el lenguaje directo.
Wolfgang Rihm fue alumno de Karlheinz Stockhausen, y tuvo de modelos de escritura a Hans Werner Henze, Morton Feldman y Luigi Nono, todos ellos autores cuya originalidad, contundencia y profundidad de estilo describen el lenguaje que desarrolló Rihm.
A pesar de que la enfermedad del compositor era conocida, la conmoción por su deceso se generalizó este sábado, cuando las principales instituciones musicales de Europa se manifestaron, como la Filarmónica de Berlín, con la que mantuvo una estrecha colaboración y de la que fue compositor residente entre 1997 y 1998, y estaba programado nuevamente para el ciclo 2024-2025. Sus composiciones figuraron con frecuencia en los programas estelares de la filarmónica berlinesa.
Nació en Karlsruhe el 13 de marzo de 1952, y estrenó su primera obra en 1974, que lo catapultó de inmediato a una celebridad siempre creciente. Sus primeros rasgos estilísticos conjuntaban los remolinos emocionales de la música de Gustav Mahler con el rigor cerebral del periodo expresionista de Arnold Schoenberg. Ese arco estilístico lo estiró desde las obras últimas de Beethoven hasta las creaciones de los otros dos integrantes, con Schoenberg, de la Segunda Escuela de Viena: Anton Webern y Alban Berg.
Quiero emocionar y emocionarme
, predicaba Rihm. Las características de sus obras así conducían al escucha debido a la fuerte carga energética y sensual de su escritura.
Se distinguen tres periodos en la larga producción de Wolfgang Rihm; el primero toma como punta de partida a Beethoven, autor al que habría de recurrir en muchos episodios de sus creaciones, que, después, en el siguiente periodo compositivo, deriva hacia Berg y Webern, y es cuando empieza a definir la Nueva Simplicidad.
Su tercer periodo comienza en 1980, hacia una expresión aún más lacónica, en la que los sonidos se expresan como un signo, como una nueva valoración de su semántica musical, y más adelante esos elementos aparecen en sus obras como oposición de contrarios y como tesis/antítesis hacia una síntesis, mientras concede a los instrumentistas y cantantes nuevas posibilidades virtuosísticas.
Escribió tres sinfonías, mucha música para teatro y un número considerable de óperas, como la ya citada dedicada a México, con textos de Artaud y Octavio Paz. Una de sus obras maestras más recientes es su Concierto para corno francés.
Su ópera Die Eroberung von Mexico (La Conquista de México) se estrenó en 2001 en un montaje de Nicolas Brieger; esto declaró a Barbara Rüder para la revista especializada Scherzo:
“La creación de Die Eroberung von Mexico, que tuvo lugar en Hamburgo, fue muy impactante, a pesar de que (o justamente porque) resultaba muy abstracta y distanciada. Jugaba mucho con los colores, por lo que despertó muchas emociones. Nicolas Brieger interpretó el tema de otra manera en su producción de Fráncfort. Si comparamos mis obras de teatro musical, siempre parecen utilizar un lenguaje sonoro diferente, apropiado al argumento correspondiente. No pueden tratarse todos los temas con un mismo lenguaje musical. Esto no funciona nunca, empezando por la cuestión dramatúrgica. Existe el tono específico de Los maestros cantores, que se diferencia del tono de Tristán. Y el cosmos de El ocaso de los dioses encierra un mundo sonoro diferente al que preside Parsifal”.
Con el mundo sonoro de un Jacob Lenz o de Hamletmaschine, no hubiera podido nunca componer Das Gehege. Aquí se trata de cosas completamente distintas: de estímulos específicos, del juego entre el deseo y el rechazo. Das Gehege describe musicalmente una acción totalmente íntima. Se exponen emociones internas, que son expresadas musicalmente. La máquina de viento, que describe muy discretamente el vuelo del águila, aparece sólo unos momentos, como una intromisión en el sonido, para reflejar el movimiento de las alas del emblemático pájaro.
La música de Wolfgang Rihm es un manantial de poesía, imágenes, estados de conciencia y la esfera de la mitología. Hoy ya es un autor inmortal.