Ciudad de México. La Glorieta de Insurgentes se había convertido en una zona de narcomenudeo y prostitución, por lo que fue necesario rescatar dicho espacio público, afirmó el gobierno de la Ciudad de México, que ayer colocó vallas alrededor del espacio, luego de que el viernes fueran retirados comerciantes ambulantes y personas en situación de calle.
Subrayó que fue un proceso de varios meses, en los que por la vía del diálogo se fue desocupando poco a poco, por lo que en el operativo para su resguardo no se tuvo que usar la fuerza pública, salvo la detención de tres presuntos narcomenudistas; mientras que 12 personas en situación del vulnerabilidad, que habían instalado un campamento en el bajopuente de avenida Insurgentes, aceptaron ser trasladados a un albergue.
“Estaba la glorieta en mal estado, en descomposición social, con problemas de narcomenudeo, prostitución y otras situaciones, y se hizo un saneamiento social y se va a hacer toda una obra pública” para su rehabilitación, cuyos detalles se darán a conocer en los próximos días, señaló la administración local.
En la imagen, se colocaron láminas para evitar que se invada el lugar. Foto Germán Canseco
Al respecto, el secretario de Gobierno capitalino, Ricardo Ruiz Suárez, señaló que la rehabilitación de la glorieta deberá estar lista antes de que termine el sexenio, y se establecerá una nueva mecánica para su uso de manera incluyente.
Al igual que la Alameda Central, la Glorieta de Insurgentes fue tapiada con lámina de fierro, cintas amarillas de precaución y elementos de la Policía Metropolitana, que permanecen resguardando el sitio, sin afectar el acceso al Metrobús ni al Pilares que sigue funcionando con normalidad.
El resguardo incluye el espacio, ubicado en el bajopuente de la avenida Insurgentes –que comprendía desde el acceso a la estación del Metro hasta la calle Génova–, había sido ocupado por personas en situación de calle, donde incluso algunos construyeron un campamento improvisado para pernoctar.
La situación se agravó para los transeúntes con la presencia del comercio informal que ocupó la explanada de la glorieta y el callejón de la calle de Génova, con lo que se redujo el espacio para transitar.
Techos y paredes del bajopuente fueron gafiteados. Foto Cristina Rodríguez
Fueron varios meses los que prevaleció la situación, que derivó en que algunos de los establecimientos comerciales cerraran y hoy lucen totalmente grafiteados, igual que las paredes y cristales de acceso a la estación Insurgentes del Metro –que está cerrada por su rehabilitación– y el Metrobús.
Lo anterior, a menos de seis años que el gobierno anterior entregara trabajos de rehabilitación en la glorieta, con una inversión de 127 millones de pesos, que incluyó luminarias y áreas verdes, así como dos fuentes danzarinas, obra inaugurada en noviembre de 2017.
Ayer, un grupo de jóvenes que caminan por la glorieta para ir a su trabajo se congratuló de la presencia policiaca y del rescate del espacio, al señalar que ya era insoportable el olor a orines
y a mariguana que consumían las personas que solían concentrarse en el sitio.