es una verdad irrefutable, como argumentan las decenas de familias rotas desde hace casi 10 años.
Los testimonios, las investigaciones y el material visual prueban que aquella madrugada de septiembre el Ejército participó de manera vergonzosa en la desaparición de nuestros hijos
, respondieron los padres y madres a la carta presidencial que niega que se pueda demostrar el involucramiento castrense.
Son los padres, madres y sus abogados los auténticos interlocutores. Son ellos quienes bajo todo tipo de tormentas no han cedido, y por eso no se ha conseguido fragmentar su representatividad, a pesar del cansancio del alma y la enfermedad que han aparecido.
A poco más de dos meses de que se despida la actual administración federal, Ayotzinapa sigue siendo el caso más emblemático de violación a los derechos humanos en México. No es el único, lamentablemente, pero se prometió resolver éste y levantó expectativas. Hubo, por parte de los familiares, voto de confianza. Pensaron que era el momento. Ahora saben que si lo que sigue es sólo continuidad, sus esperanzas no están arriba.
Amnistía Internacional advierte: Si no tienen nada qué ocultar, ¿por qué se niegan a entregar documentos cruciales?
Son 800 folios del Centro Regional de Fusión de Inteligencia, que operaba en Iguala en 2014, los que se exigen que sean presentados por el Ejército. Se trata, entre otros datos relevantes, de transcripciones de llamadas telefónicas realizadas por actores vinculados con los hechos.
Ayotzinapa es ineludible, no sólo para el Estado, sino para una sociedad que no puede, que no debe olvidar.