Acapulco, Gro. Prestadores de servicios de la Playa Revolcadero pidieron auxilio de los tres niveles de gobierno, para garantizar la seguridad de visitantes y mantener la fuente de empleos, ante el endurecimiento y crecimiento de las olas, durante los últimos dos meses.
La inusual intensidad del oleaje y la marea alta registrada las últimas semanas en la playa Revolcadero ha provocado que uno de los últimos accesos públicos de playa ubicados en la avenida Las Palmas, a lo largo de unos siete kilómetros, en la zona Diamante de Acapulco, sea inaccesible para los turistas, que deben recurrir a otros cuatro andadores que llevan a la franja de arena en esta área, apenas distinguibles en los mapas y entre las decenas de condominios de este sector, edificados los últimos 30 años.
Para intentar sobrellevar las vacaciones de verano y unir el acceso principal con la franja de arena, prestadores de servicios construyeron en cuatro días un puente de madera de unos 40 metros de largo por un metro de ancho, sostenido en madera de pino, palma, postes de teléfonos reciclados, que se encuentran anidados entre rocas, bloques de cemento derruidos, que reciben el impacto casi permanente de las olas.
Ello, para que turistas, meseros, vendedores, masajistas, puedan acceder a un tramo de franja de arena, cuyo otro acceso se encuentra a alrededor de tres kilómetros y medio, en el circuito interior de la calle Las Palmas, hasta el hotel Princess.
Todas las enramadas que sirvieron como bocanada de aire para recibir clientes en la Semana Santa, han desaparecido.
Explicaron que el huracán Otis, que impactó Acapulco y Coyuca de Benítez en octubre pasado, ocasionó la modificación de los vados de arena, aunado al fenómeno de mar de fondo, lo que ha derivado en un periodo de oleaje alto e intenso cada vez mayor, inestable, con rachas de olas
Para ingresar al puente de madera, los prestadores de servicios instalaron cartulinas con instrucciones: "No brincar", "No se acerque al barandal".
Niños, jóvenes, mujeres adultas, cruzan al otro tramo con sumo cuidado.
El cruce es tranquilo si no se voltea a la derecha, al lado del mar, aunque da un poco de vértigo el descenso por el costado de la franja de arena donde fueron instaladas algunas ramadas para atender a los turistas que se animan a cruzar.
Para mantener la seguridad, meseros, vendedores, restauranteros, vigilan diariamente el puente y garantizar la integridad de los paseantes.