A lo largo de 36 años (léase durante el régimen neoliberal), los gerentes que el gran capital impuso en Los Pinos (de Miguel de la Madrid a Enrique Peña Nieto) hicieron hasta lo impensable para privatizar dos de los más grandes activos del Estado, las joyas de la nación: Petróleos Mexicanos (Pemex) y la Comisión Federal de Electricidad (CFE). Con el resto de los bienes del país organizaron una suerte de venta de garaje para entregarlos al grupo compacto a precios ínfimos, y si los nuevos propietarios tenían problemas financieros, de inmediato entraba el erario al rescate (por ejemplo, bancos, carreteras, ingenios azucareros y un largo etcétera).
No fueron las únicas paraestatales vendidas a precios de risa, pero el régimen neoliberal se ensañó con Pemex y CFE, mediante una política de asfixia financiera y productiva para facilitar su privatización, pero a pesar de todo los seis gerentes al hilo no lograron su objetivo a plenitud, aunque cerca estuvieron de lograrlo, pues, ya cerca de la ruina, heredaron las dos empresas estatales.
La presente administración dio un giro de 180 grados y se abocó al rescate de ese par de consorcios del Estado con el fin de fortalecerlos financieramente y reposicionarlos productivamente, con lo que, seis años después, tanto Pemex como CFE salieron de la cianosis inducida por el régimen neoliberal. Si bien falta camino por recorrer, la mejoría es palpable, pues se ha recuperado mucho del terreno cedido por los citados gerentes.
Tal avance ha caído en el hígado de los privatizadores, que hoy gritan por la recuperación y cínicamente culpan al gobierno actual de todos los males en las citadas ex paraestatales, pero olvidan
el desastre que en ellas provocaron y el brutal endeudamiento a las que fueron sometidas. Por ejemplo, Pemex ha informado que en el sexenio de la 4T su deuda se ha reducido en 33 mil millones de dólares (alrededor de 25 por ciento del saldo heredado).
Gritan y gritan, pero como cápsula de memoria hay que subrayar que en los seis gobiernos neoliberales la deuda de Pemex, con base en la estadística histórica de la ahora empresa productiva de Estado, se multiplicó por mil 430 tantos (diciembre de 1982, con Miguel de la Madrid, a 2018, con Enrique Peña Nieto), al pasar de 2 mil 472 millones de (nuevos) pesos a 131 mil millones de dólares.
Sólo en los sexenios de Calderón y Peña Nieto dicha deuda se incrementó 92 por ciento, es decir, aumentó de 67 mil 400 millones de dólares en 2007 a 131 mil en 2018. En el desglose, los pasivos de Pemex crecieron constantemente en los seis gobiernos neoliberales: con De la Madrid, 14 mil por ciento; Salinas de Gortari, 200; Zedillo, 700; Fox, 300; Calderón, 200 (ambos panistas con los precios más altos para el crudo mexicano de exportación y los mayores excedentes), y Peña Nieto, 154 por ciento. Pero ahora que ese enorme fardo va a la baja es cuando los gritones de siempre se retuercen.
En días pasados, el director general de Pemex, Octavio Romero, hizo una suerte de corte de caja sobre lo que en el presente sexenio ha sucedido en la empresa. De ella se toman los siguientes elementos:
Al cierre de septiembre 2024 se triplicó el procesamiento de crudo gracias a la entrada en operación de la refinería Olmeca; en el periodo 2019-2024 la producción nacional de hidrocarburos se incrementó gracias a la incorporación de nuevos desarrollos y al mantenimiento de campos maduros, pasando de un millón 642 mil barriles diarios en 2019 a un millón 852 mil en 2024, lo que refleja que se ha conseguido revertir la tendencia a la baja de las administraciones pasadas; se logró la estabilización y crecimiento de la reserva probada en 7 mil 500 millones de barriles de petróleo crudo equivalente; de 2011 a 2018 el procesamiento de crudo en el Sistema Nacional de Refinación llegó a disminuir hasta 511 mil barriles por día, pero en el presente gobierno se ha logrado duplicarlo hasta llegar a un millón 702 mil barriles por día y se prevé que en el primer trimestre de 2025 se alcance un millón 761 mil, fortaleciéndose así la soberanía energética del país.
El régimen neoliberal muy cerca estuvo de acabar con Pemex y la CFE, pero no se le hizo. Tal vez por eso hoy grita y se retuerce.
Las rebanadas del pastel
Formalmente, comenzó el ritual de sepultura del ya fantasmal Partido Revolucionario Institucional. A puerta cerrada y sin acceso a nadie ajeno
, el impresentable Alito Moreno se registró para relegirse en la dirigencia del tricolor. Ya está lista la cripta y sólo falta depositar el cadáver.
X: @cafevega