Las cúpulas de los tres principales partidos políticos nacionales están instaladas en una regocijada comodidad que proviene de las cifras electorales recién conseguidas. Vale la pena reparar en esto porque tal vidorra (término coloquial para referirse a la vida regalada) prefigura la continuidad de los vicios y errores de cada organización y, más allá de éstas, del sistema político y electoral al que no quieren cambiar de fondo porque eso implicaría riesgos para su molicie tan cultivada.
Morena es el partido del bienestar, sobre todo para sus élites. No hay autocrítica ni mayores preocupaciones porque el arrollador volumen de la cosecha electoral reciente sugiere a sus directivos, los formales y los reales, que no hay necesidad de cambiar nada. Si acaso, cuidar que no se extiendan algunas críticas internas y promover el silenciamiento táctico
. El dirigente saliente, Mario Delgado, con premio ¡en la conducción de la educación pública! a pesar de todas las distorsiones habidas (por usar un eufemismo); la relevista, impulsada desde el ámbito gubernamental, sin oposición, como en los buenos tiempos del pasado tricolor.
En el PRI está claro el agandalle de Alito Moreno, empecinado en un largo control de los restos de ese partido para usarlos mercantilmente a la hora de las votaciones morenistas complicadas: todo para el ganador y su facción (Moreira, Viggiano, entre otros) de tres colores deslavados pero susceptibles de subasta. Acción Nacional, sin horizonte ni debate interno, con los mafiosos inmobiliarios empeñados en mantener el control del negocio, nada trascendente en la discusión o la reformulación, simple pragmatismo electorero que en todo caso beneficia a las cúpulas que exprimen su presunto oposicionismo.
Es tal la inestabilidad política, económica y social de Guerrero, además de la que en sí afecta a la fallida gobernadora, Evelyn Salgado, que pocos días antes de cumplir cuatro meses como titular estatal de la Secretaría de Seguridad Pública ha renunciado el general de brigada Gabriel Zamudio, quien había sido enviado para tratar de resolver algunos de los puntos críticos del mapa guerrerense, en aquel momento sobre todo lo relacionado con el asesinato de un estudiante de la normal rural de Ayotzinapa (quien acababa de participar en una protesta en la Ciudad de México, por el caso de los 43, que implicó el derribo de una puerta de Palacio Nacional), lo cual provocó la renuncia del antecesor, el también general del Ejército Rolando Solano Rivera.
Guerrero vive una situación crítica, con tres de sus siete regiones inmersas en una violencia que desborda la capacidad de las instancias gubernamentales de los tres niveles y consolida el poderío de grupos delictivos. La gobernadora llegó al cargo sin la experiencia política mínima, por circunstancias que cerraron el paso electoral a su padre, el senador Félix Salgado Macedonio, quien maniobró y logró la aprobación superior para colocar a su hija como candidata que luego ganó las elecciones. El resultado ha sido muy negativo para la entidad. Vale decir que son demasiadas las renuncias a cargos importantes, sobre todo en materia de seguridad pública y procuración de justicia (la fiscalía estatal).
Una situación parecida se vive en Chiapas, donde de manera incesante se han denunciado los ataques de grupos criminales contra pobladores que están literalmente abandonados a su suerte por las instancias gubernamentales que suelen llegar con mucha tardanza (días) a los lugares en conflicto, sólo para sobrellevar las apariencias de que algo se hace, a sabiendas de que esos remedios uniformados sumamente temporales no afectarán la esencia de la descomposición que se vive en la entidad donde el morenista Rutilio Escandón se la ha pasado flotando y a la que llegará como sustituto el verdemorenista Eduardo Ramírez, con pésimos antecedentes. ¡Hasta mañana!
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