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En el Partido Demócrata comenzaron los jaloneos por la candidatura para competir por la Casa Blanca, luego de que Joe Biden renunció a buscar la relección. Foto Afp
22 de julio de 2024 08:07

De Washington llega la noticia: lo que queda del presidente Joe Biden anunció que abandona su campaña con miras a relegirse en la Casa Blanca. La versión oficial asegura que tomó la decisión en el mejor interés de mi partido y del país; me hago a un lado y me concentro únicamente en cumplir con los deberes como presidente para lo que queda de mi periodo. En realidad, se trata de un pretexto banal, porque en el fondo está su notoria incapacidad, física y mental, no sólo para repetir en el puesto, sino para hacer algo medianamente positivo en lo que resta de su mandato.

Si en el Partido Demócrata el ambiente ya estaba más que caldeado, ahora, con dicha decisión, la temperatura ha llegado al punto de ebullición. De inmediato, la vicepresidenta Kamala Harris, una mujer de 60 años, se subió al carro de la candidatura (se supone que con el apoyo del renunciante), pero al mismo tiempo el ex presidente Barack Obama pintó su raya y se pronunció a favor de abrir un proceso para elegir al sustituto de Biden, con la mira puesta, claro está, en que la ungida sea su esposa, Michelle Obama. Todo patas para arriba.

Ni tarda ni perezosa, Harris aseguró que espero ganar la nominación presidencial del Partido Demócrata y así derrotar a Trump; haré todo lo que esté en mi mano para hacerlo. Pero el silencio de parte de la clase política estadunidense parece no favorecerla. De hecho, Obama aplaudió la decisión de Biden, pero de inmediato advirtió que navegaremos en terreno desconocido en los próximos días; tengo una confianza extraordinaria en que los líderes de nuestro partido serán capaces de crear un proceso del que surja un candidato sobresaliente (como su esposa). Y los que se animen a subirse.

Al mismo tiempo y desde la esquina de enfrente, el energúmeno Donald Trump (quien ganó la candidatura del Partido Republicano por una bala) se regodea por el enrarecido ambiente en el Partido Demócrata y asegura que Biden ha sido el peor mandatario de la historia, de tal suerte que Kamala Harris es más fácil de derrotar que el mismo renunciante, aunque en los hechos la distancia entre uno y otro (de acuerdo con las encuestas más recientes) no resulta abismal: 44 contra 47 por ciento, esta última proporción favorable al republicano.

Todo apunta a que, en medio del ambiente patas arriba que vive el Partido Demócrata, el energúmeno neoyorquino, de 78 años, afianza su ventaja –ya fortalecida con el capítulo de la bala y la oreja– y el mundo deberá estar preparado para torear sus salvajadas. El presidente López Obrador capoteó bien a Trump y ahora le toca a la virtual presidente electa, Claudia Sheinbaum, quien dice: Vamos a respetar siempre la decisión del pueblo de Estados Unidos. Quien decida quién va a ser su presidente, nos vamos a llevar bien (con cualquiera que resulte), a seguir trabajando conjuntamente. Pero siempre es importante que a los compañeros que trabajan con nosotros y a nuestro país siempre nos traten bien; no hay ningún problema con Estados Unidos, pero vamos a pedir respeto para México, siempre. A las vivas, pues.

Mientras el Partido Demócrata está al rojo vivo y el jaloneo interno en su punto más alto, y Trump promete poner fin a la guerra en Ucrania, el Archivo de Seguridad Nacional estadunidense desclasificó documentos confidenciales que confirman, por si hubiera duda, que la Casa Blanca, con sus diferentes inquilinos en las últimas tres décadas y media, nunca respetó los acuerdos negociados con el Kremlin, en especial los relativos a evitar la expansión de la OTAN hacia las ex repúblicas soviéticas.

Hasta la semana pasada inéditos (memorandos para el titular de la Casa Blanca en esos años, Bill Clinton; minutas de conversación de sus contrapartes estadunidenses con los entonces presidente Boris Yeltsin, canciller Yevgueni Primakov y viceministro de Relaciones Exteriores Georgiy Mamedov; cartas de expertos y cables de altos funcionarios del consejo nacional de seguridad de Washington) revelan que Rusia consideraba un error la ampliación de la alianza noratlántica hacia el este y, tras una mezcla de rechazo inicial categórico con notorio deseo de estrechar nexos, terminó aceptándola como un hecho inevitable ( La Jornada, Pablo Duch).

En los hechos, desde entonces 15 ex repúblicas soviéticas fueron absorbidas por la OTAN. De ese tamaño son los compromisos de la Casa Blanca.

Las rebanadas del pastel

Para los gritones, una dosis de realidad: por primera vez desde 2013 Pemex logró reducir su deuda en casi 33 mil millones de dólares, hasta llevarla por abajo de 100 mil millones (Octavio Romero Oropeza).

X: @cafevega

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