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México SA

20 de julio de 2024 08:48
La historia se repite hasta el cansancio, sin que autoridad alguna ofrezca alternativas para resolver un problema que afecta no sólo a los aspirantes a ingresar a la educación universitaria, sino al país y a la sociedad en su conjunto, que de forma creciente requieren de más médicos, ingenieros, abogados, biólogos, químicos, matemáticos, físicos y demás profesionistas que contribuyan al desarrollo nacional.

México no puede seguir dándose el lujo de solo incluir a 10 por ciento y excluir al 90 por ciento restante, que es rechazado sin mayor alternativa. Es la pedagogía del no permanente: no hay espacio, no hay presupuesto, no hay cupo, no hay alternativa, no hay voluntad política para resolver este gravísimo problema, no, no, no. Y ha sido tal el resultado de esa práctica que a estas alturas, de forma por demás perversa, se pretende tomar como algo normal.

Cientos de miles de aspirantes a ingresar a la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) son rechazados año tras año; sólo ingresa uno de cada 10 y quienes no son admitidos deben arreglárselas como puedan, dejando a un lado la obligación del Estado en materia de educación superior.

Cierto es que el gobierno de la 4T ha hecho un gran esfuerzo por incrementar la oferta y el circuito de universidades públicas, pero parece haber dejado en el olvido, junto con las autoridades de la máxima casa de estudios, la posibilidad de fortalecer la capacidad presupuestal, de infraestructura y el acceso de los aspirantes a ingresar a la UNAM. Resulta espeluznante que año tras año miles y miles de estudiantes sean rechazados, como si el país no requiriera de más y más profesionistas.

En los hechos, es muy cómodo proceder así (no caben, no hay dinero), pero la consecuencia inmediata es que la UNAM y el Estado, quiéralo o no, promueven una política excluyente. Y no se trata, como pregona un cretino que está por dar clases en la Facultad de Ciencias, de que cada aula tenga 500 alumnos, sino de que se amplíe el número de ellas.

Contra viento y marea se ha defendido la gratuidad de la educación pública superior en México (no hay que olvidar la intentona panista, con Vicente Fox en Los Pinos y Francisco Barnés de Castro en la rectoría de la UNAM, de cobrar para acceder a la máxima casa de estudios, y el recorte presupuestal ordenado por Felipe Calderón, que provocó el beneplácito de los medievales diputados blanquiazules, con fines privatizadores), pero lo cierto es que año tras año los dineros que se canalizan a la casa del puma, por llamarle así, resultan totalmente insuficientes no sólo para ampliar la oferta educativa y lograr un mayor ingreso de estudiantes, sino siquiera para mejorar el salario del personal académico.

La virtual presidenta electa, Claudia Sheinbaum, se reconoce como hija de la educación pública. Logró su licenciatura (en física), maestría (en ingeniería de la energía) y doctorado (en ingeniería ambiental) en la UNAM, pero en su programa de gobierno no se conoce referencia alguna sobre la urgencia de incrementar sustancialmente el presupuesto universitario y ampliar la oferta para los aspirantes.

A tiempo está, ya en ejercicio de la Presidencia de la República, de poner en marcha un programa para ampliar de forma decidida y permanente la capacidad de la UNAM, en todos los sentidos. Sin violentar la autonomía, Claudia debe intervenir, porque todo indica que en las últimas dos décadas, cuando menos, los diferentes rectores de la máxima casa de estudios del país no parecieron muy interesados en hacer lo que les corresponde. Simplemente se acostumbraron a la estrechez presupuestal y, en consecuencia, se limitaron a reducir, a grado extremo, las posibilidades de desarrollo académico de cientos de miles de estudiantes.

La Jornada (Víctor Ballinas) lo informó así: la UNAM informó que para el ciclo2024-2025, sólo fueron aceptados 14 mil 151 estudiantes, menos de 10 por ciento de los que se presentaron; fueron rechazados 129 mil 276, más de 90 por ciento. Como ejemplo, la carrera de mayor demanda fue la de médico cirujano, con 12 mil 466 solicitudes, pero sólo fueron aceptadas 184. Y año tras año es lo mismo. Inaceptable.

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Finalizó la huelga en Lázaro Cárdenas, pero algunos dirigentes de la sección 271 quisieron jugar al aprendiz de brujo, con lo que prolongaron el conflicto casi dos meses. Sólo hasta que intervino quien tiene el liderazgo, el colmillo y la capacidad de negociar se arregló el problema con grandes beneficios para los mineros de ArcerolMittal. Entonces, que aquellos no jueguen al sabiondo.

Twitter: @cafevega

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