El caso Trump, el intento de asesinarlo, se inscribe en una lista mundial de casos semejantes, culminados o no, que deben valorarse no sólo en su alcance humano, si no en el efecto que provocan sobre la estabilidad nacional que en casos extremos sacuden el acontecer internacional.
El magnicidio es la muerte violenta de una figura muy importante en la vida de un país que impacta a un ámbito mayor que la persona sacrificada. La muerte del archiduque Francisco Fernando, heredero del trono de Austria-Hungría, en Sarajevo, produjo la catastrófica Primera Guerra Mundial.
Casos históricos mexicanos: Porfirio Díaz siendo presidente fue atacado –1897– en la avenida Juárez durante una ceremonia por un borracho, éste fue sometido a golpes por guardias. Fue remitido a un cuartel de policía, donde amaneció muerto. La versión oficial fue que el pueblo lo linchó. El gobierno no pudo evitar el escándalo que condujo al suicidio del presunto responsable de su muerte.
Francisco I. Madero. El asesinato de Francisco I. Madero y José María Pino Suárez, el 22 de febrero de 1913, a espaldas del penal de Lecumberri.
Venustiano Carranza. La madrugada del 21 de mayo de 1920, en Tlaxcalantongo, Puebla, un grupo de hombres armados encabezado por el general Rodolfo Herrero dispararon sobre la choza donde descansaba.
Álvaro Obregón. Paseando por Chapultepec, rumbo a la plaza de toros El Toreo, su auto fue baleado y blanco de bombas caseras. Hubo dos aprendidos que fueron fusilados inmediatamente sin juicio. Álvaro Obregón. Había sido electo para un segundo mandato. Fue asesinado con seis disparos en el restaurante La Bombilla, en San Ángel.
Pascual Ortiz Rubio. Al salir de Palacio Nacional, el día de su toma de posesión como presidente de la República, –1930– recibió varios disparos; venturosamente, sólo sufrió heridas leves. En el primer acuerdo con su gabinete, con vendajes en la cara, ante el mutismo de este, comentó: a qué Calles, a qué Calles, refiriéndose ambiguamente al mal estado del pavimento y al ex presidente Calles. Meses después el presunto agresor fue encontrado muerto en su celda.
Manuel Ávila Camacho, siendo presidente de la República, fue atacado –1944– por un pistolero en un patio de Palacio Nacional. El presidente mismo sometió a su atacante. Su cadáver fue encontrado días después en la Hacienda de Echegaray. El forense informó que padeció de peritonitis.
Luis Donaldo Colosio. Muerto durante un acto electoral en Tijuana el 23 de marzo de 1994; su deceso creó una crisis política con graves consecuencias. Aún se debate la autoría.
Históricamente, el magnicidio se registra desde la Grecia Clásica con la muerte de Filipo II, padre de Alejandro Magno, han pasado casi 2 mil 500 años. Este delito enfrenta intereses contra intereses, odios contra odios o la acción de un lunático.
Invariablemente ha poseído como motor al poder ejecutor contra su objetivo deseado, unas veces explicables como los atentados contra De Gaulle durante la Revolución de Argel. Otras claramente fueron asesinatos reivindicativos como Stroessner, ex presidente de Paraguay, muerto en Brasil. Otras simplemente no se encontraron ni motivación aparente ni autor, como el caso Olof Palme, primer ministro de Suecia.
Esta confusión al definir, al desentrañar qué es y qué motiva ese crimen, lo hace enormemente difícil en su prevención. Ante él siempre habrá algo que no se supo, algo que no se valoró atinadamente. Surgirá lo que no se hizo debiendo hacerse o aquello que se efectuó indebidamente, por todo ello para el responsable de tal tarea de prevención es una especie de ruleta rusa. Nadie ve ni aplaude su esfuerzo cotidiano, pero ante un incidente siempre resultará descalificado.
Factor supremo e inevitable es la actitud del custodiado. Puede ser cooperador, a penas permisivo o hasta reacio. Su seguridad le compulsa a ser comprensivo de las restricciones a su libertad, incluso a su intimidad, lo que no es grato.
Agréguese una casi incomprensión acerca de la dimensión del aparato humano, material y financiero que se demanda, regularmente parecerá excesivo y contrario a la buena imagen del custodiado.
Los atentados siguen principios comunes en su concepción y ejecución; sin embargo, siempre hay sorpresas, lo cual implica que quienes deban evitarlas sean auténticos especialistas y no simples improvisados; deben ser formados en disciplinas avanzadas y ser equipados con recursos de alta tecnología.
El caso Trump es ejemplo de lo agudo del tema, el Servicio Secreto, agencia responsable de su seguridad, bien podría ser la más confiable del mundo; sin embargo, su récord no es para presumir, simplemente recuérdese a los dos Kennedy y a Reagan.
Como se ha registrado en párrafos anteriores, nuestro historial en la materia va de lo provinciano con don Porfirio a a lo preocupante actualmente dada la renuencia explícita de AMLO y CSP a operar en una esfera de seguridad más confiable.
Ojalá que sus decires hayan sido sólo para el consumo popular.