Un hecho: el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación ya está en condiciones numéricas de calificar la elección presidencial, y validarla o no, pues decidió invitar, sólo para este proceso en sí, a una magistrada de sala regional (con sede en Monterrey y mucho trabajo por desahogar allá), Claudia Valle Aguilasocho, con la cual se completa la sexteta de juzgadores en la sala superior que la normatividad exige para proceder a analizar y decidir sobre la citada elección.
Una interpretación: con la designación provisional de esta magistrada se pavimenta el camino a la declaración de Claudia Sheinbaum Pardo como presidenta electa, pues la facción dominante (tres de dos, en una sala de cinco magistrados, aunque deberían ser siete) hizo valer su criterio para favorecer a Valle Aguilasocho.
Planteada de otro modo la interpretación: la facción dominante del tribunal electoral, integrada por la magistrada presidenta, Claudia Soto, y los Felipes, de la Mata y Fuentes Barrera (que desplazaron del poder a la facción ahora dominada: Janine Otálora y Reyes Rodríguez Mondragón), contarán con un probable cuarto voto, proveniente de la magistrada Valle, designada sólo para debatir y votar sobre la elección presidencial y 280 juicios de inconformidad por resultados electorales del año en curso.
La magistrada de encargo provisional fue beneficiada con el criterio y el voto de la facción dominante a la hora de precisar si la decisión debería tomarse a partir de la mayor edad física o de la mayor antigüedad en el ejercicio de la función judicial: Valle Aguilasocho tiene 32 años en tal función, aunque no es la de más edad física de los nombres considerados.
Con este cuarto voto quedaría garantizada la calificación y validación de la elección presidencial, pues la facción dominante (Soto, De la Mata y Barrera) tomó el control del tribunal electoral en diciembre del año recién pasado (derrocando al calderonista Rodríguez Mondragón, apoyado sólo por Otálora), en medio de reuniones y entendimientos con personajes de la llamada Cuarta Transformación, en cuyas cúpulas hay confianza de que la terceta, ahora cuarteta dominante, está en sintonía operativa con el guinda.
A diferencia de lo sucedido con anteriores tandas de nombramientos, lo anunciado ayer por Claudia Sheinbaum no generó turbulencias inmediatas. Dos de esas designaciones están marcadas por el sentido de continuidad: el internacionalista Marath Baruch Bolaños López seguirá en la Secretaría del Trabajo y Previsión Social (donde había relevado a Luisa María Alcalde en junio del año pasado) y la historiadora Claudia Curiel de Icaza pasará de la Secretaría de Cultura de la Ciudad de México al correspondiente cargo federal. Una continuidad obradorista y una continuidad claudista.
En dado caso, el principal punto polémico en cuanto a Bolaños López (aparte de la blandenguería institucional ante la continuidad de cacicazgos sindicales y la incapacidad práctica de implantar una reforma laboral a fondo) se refiere a las acusaciones que en su momento hizo Sanjuana Martínez (sin aportar pruebas), quien había dejado de dirigir la agencia informativa del Estado mexicano, Notimex, en el sentido de que personal de la STPS había pedido un porcentaje de las liquidaciones de trabajadores de la extinta agencia para financiar la campaña electoral de la ahora virtual presidenta electa.
El tercer nombramiento de este jueves tampoco generó discusión, salvo algunos señalamientos desde Tlaxcala acerca de presuntos conflictos de intereses de la joven empresaria restaurantera Josefina Rodríguez Zamora, secretaria de turismo de aquella entidad, ahora nombrada para el cargo similar a nivel federal.
Y, mientras una sala regional del tribunal electoral ha impuesto multas a Xóchitl Gálvez (por calumnias al hablar de narcopartido y narcocandidata y por usar tramposamente el logo del INE en propaganda) y a los partidos que la postularon a la Presidencia de la República, ¡hasta el próximo lunes!
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