Buenos Aires. Más de 60 por ciento de economías emergentes y en desarrollo en el mundo tienen problemas de sobreendeudamiento o un riesgo alto de éste, sobre todo porque la deuda pública mundial es cuatro veces más alta de lo que fue en el año 2000, advirtió Daniela Berdeja, investigadora de la Red Latinoamericana por Justicia Económica y Social (Latindadd).
Durante su participación en la Octava Conferencia Internacional sobre Flujos Financieros Ilícitos, Crisis múltiples y gobernanza fiscal global, la investigadora expuso que una gran parte de los problemas de endeudamiento se deben a las cargas de intereses porque en sí mismo el gasto primario –destinado a política pública, servicios e infraestructura— o ha caído o se ha mantenido.
Agregó que, de acuerdo con análisis internacionales, 3 mil 300 millones de personas viven en países que pagan más por intereses de la deuda que por salud o educación. Y sólo en América Latina y el Caribe –una región caracterizada por la desigualdad– 80 por ciento de la población vivió bajo medidas de austeridad el año pasado.
También en el encuentro, Pablo Ferreri, ex viceministro de Uruguay, durante la presidencia de Tabaré Ramón Vázquez Rosas, sostuvo que el gasto público social en la región ha aumentado como porcentaje del producto interno bruto (PIB), pero no a los niveles necesarios, y se tienen niveles de recaudación de alrededor de un quinto de lo que genera la economía, mientras el promedio de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) se cuentan en 34.1 por ciento.
A ello se suma que, pese a que hubo una mejora en el índice de Gini –que mide la desigualdad–, América Latina y el Caribe sigue siendo la región más desigual del mundo, pues aún hay cerca de 200 millones de pobres en el mismo territorio donde 453 mil personas tienen una riqueza que rebasa los mil millones de dólares.
“América Latina recauda poco, recauda mal y por lo tanto no tiene sistemas tributarios que contribuyan a través del cobro de impuestos a mejorar los niveles de igualdad”, sostuvo Ferreri. Consideró que se necesita una revisión del esquema, sobre todo en lo que hace al impuesto sobre la renta de personas físicas.
Comentó que en la década muchos sistemas tributarios dejaron de considerar los impuestos a la riqueza neta o al patrimonio, debido a que su recaudación era baja comparada con los costos administrativos de hacerlo. No obstante, “es momento darle otra mirada” a ese gravamen, sobre todo con un enfoque sistémico y en aras de una tributación más justa.