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Renace el Alicia, con el mismo espíritu, pero todo es diferente: Nacho Pineda

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Aspectos de la fachada y del interior de El Alicia actual, ubicado en Eligio Ancona 145, Santa María la Ribera, con aforo para mil personas. Foto Roberto García Ortiz
16 de julio de 2024 08:16

Cuando le dijeron a Ignacio Pineda “no queremos que el Alicia se vaya”. Él, dudoso, respondió: “Déjenme hablar con Los Alicios”. Pineda platicó con el resto del equipo que integró el Multiforo Alicia en su domicilio de avenida Cuauhtémoc, que después de 27 años cerró sus puertas el 12 de marzo de 2023. La respuesta del equipo, como ahora se sabe, fue un rotundo sí, y cuando cruzaron el umbral de su nueva sede, el primer pensamiento que pasó por la cabeza de Pineda fue: “Estamos haciendo lo correcto”, y así comenzó la nueva historia, la segunda temporada, el segundo aire, el lado B, el segundo piso del Alicia.

Nacho Pineda, en entrevista, cuenta la historia y despeja las interrogantes sobre qué pasó en esos meses de orfandad en la que el Alicia dejó la Ciudad de México; cómo fue la progresión de las negociaciones, el acondicionamiento del nuevo espacio en el 145 de la calle Eligio Ancona, de Santa María la Ribera y, claro, en qué consistió el soporte de las autoridades de la capital.

A grandes rasgos, Nacho Pineda refiere: “Lo primero fue tomar el espacio, acondicionarlo. Fue un poco complicado, porque primero era una iglesia, después fue un archivo, y convertirlo en un espacio cultural implicó hacer muchos cambios”.

Precisando, Nacho desmenuza: “Quitamos el salitre para acondicionarlo acústicamente, armamos el escenario, colocamos el equipo de audio, la iluminación del mismo, la cabina de sonido y recuperamos el resto de sitios que rodean el espacio principal… fueron muchos meses de trabajo. Al principio no pensé que fuera laborioso adecuar el espacio, pero ya estamos a 85 por ciento, nos falta poquito para llegar al 100. Lo que cambió, evidentemente, fue el aforo: ahora podrán entrar casi mil asistentes, además del escenario, la iluminación, los baños… hasta cocina tenemos. Todo es diferente, pero el espíritu del Alicia se mantiene, sigue siendo el mismo”.

Ahora, el Alicia tiene la figura jurídica específica de Espacio Cultural Independiente, con el folio 001, o sea, el primero reconocido por las autoridades de la ciudad. El entrevistado informa: “Cuando decidimos que sí le entrábamos al proyecto, nos reunimos con Andrea González , directora general de Patrimonio Inmobiliario de la ciudad. Tuvimos varias pláticas, y ella nos mencionó todos los trámites que debíamos realizar; la Secretaría de Cultura local tersó la engorrosa tramitología, o sea, el papeleo. Si no nos hubieran acompañado, no nos habríamos animado, porque fueron muchos documentos. Tendremos que pagar renta, agua, luz, asegurar el inmueble y hacernos cargo de la adaptación del lugar. Tuve que hipotecar mi casa para adecuar el Alicia, porque el sitio estaba semiabandonado, no había duela, no había láminas; estaba lleno de palomas y ventanas rotas”.

Con tanto cambio en la nueva casa del Alicia, Nacho dice con aire de nostalgia: “Este es un nuevo capítulo, todo es más grandote, hasta las deudas. No está tan fácil, pero así es la autogestión, hay que trabajar para ir recuperando lo invertido. Afortunadamente, el público va llegando. En febrero, cuando hicimos la inauguración, estábamos a 50 por ciento. Aún no teníamos completo el equipo de audio ni el de iluminación, pero lo abrimos porque ya era necesario para no convertir el Alicia en una pieza de museo, y estoy convencido de que hice lo correcto. A veces también me pregunto: ¿qué estoy haciendo aquí? Sé que este nuevo espacio es un proyecto que se tiene que trabajar por varios años”.

Nacho hace una pequeña pausa en su respuesta anterior y suelta: “Realmente cuando supe que fue una iglesia cristera para mí fue un reto; ahora que estamos aquí, valió la pena el tiro. A pesar de que a la mayoría del público le da gusto el nuevo espacio, hay un sector que cree que es una concesión que nos obsequiaron sin que nosotros metiéramos dinero, que nos lo dieron armado y que no pagamos nada. Creen que fue un regalo. Nosotros lo estamos trabajando”.

Regresando al público que ha visitado la nueva sede del Alicia, Nacho Pineda menciona: “A la gente que viene la veo muy emocionada, contenta. Cuando reviso la programación, los recados y pedimentos para tocar hay un sentimiento de añoranza; le tengo mucho cariño al Alicia de la Roma que aún no siento por este nuevo espacio, porque esos primeros 28 años fueron un trabajo autogestivo determinante. Ahora me da gusto que los grupos y colectivos culturales hablen de autogestión; me emociona saber que el Alicia fue uno de los primeros espacios que habló de autogestión y autonomía, ya hasta me ven vieji-to y fuera de la jugada”.

A lo largo de su historia, el Alicia se convirtió en el espacio más libre la ciudad, un lugar para que las bandas iniciadas con su furia e irreverencia tuvieran su crecimiento natural. En los años recientes, comenta, “las nuevas generaciones de jóvenes, musicalmente, se agrandaron mucho. Después de la pandemia, la escena musical mexicana creció de forma enorme. En los 90, cuando comenzamos, la mayoría de grupos eran como aficionados o improvisados. Hoy, a partir de los 13 años están estudiando música, y a los 20 años ya son unos monstruos, tienen un nivel muy alto. Lo que siempre pasa es que hacen falta espacios. Las autoridades tienen que entregar los espacios públicos a los jóvenes músicos, que ellos mismos se organicen y que no se alimenten con los medios”.

Por supuesto, los más felices con las nuevas instalaciones son los músicos, dice Nacho: “Se escuchan bien, están cómodos y piden más fechas para tocar. Entre los planes que tenemos, lanzaremos en un par de semanas Alicia Radio por Internet, con los 33 mil grupos y la música que generaron en 28 años de trabajo, más lo que se está generando; 60 y 70 por ciento será de música mexicana. Primero será con programación directa, y poco a poco haremos temas y programas. También organizaremos un curso de fotografía de conciertos, de práctica y teoría; otro más de escritura, para los que quieran explotar su vena literaria, y ya tenemos uno de patinaje de mujeres”.

Como colofón, Nacho reconoce: “Sé que estoy haciendo lo correcto, pero algunas tardes me pregunto qué hago aquí, porque ahora sí hay un compromiso con el inmueble. En qué problema me metí adquiriendo una deuda tan grande con el banco, porque yo era antibanco. No le regalaron nada al Alicia, todo lo estamos pagando. Muchas cosas buenas vienen para el Alicia Asociación Civil”.

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Acondicionarlo ha sido un desafío; era una iglesia, después un archivo y lo convertimos en espacio cultural.

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