Sin memoria para aprender la lección, Morena prepara su deceso sin haber logrado ser partido y en medio de un caos de intereses que no podrá remediar una dirigencia vacua, sin proyecto ideológico claro y contundente y manejado por ambiciones tribales.
La salida de Mario Delgado anunciada desde hace muchos ayeres no servirá para que dirigencia y militancia inicien una reflexión que permita al organismo concebir algo más que un movimiento hecho de pedacería ideológica que ahora buscará convertirse en negocio familiar.
Por qué la aún secretaría de Gobernación, Luisa María Alcalde, será ¿irremediablemente la presidenta Morena? ¿Qué merecimientos tiene la funcionaria como para ocupar la comandancia de la organización política más poderosa del país? ¿Bastan las simpatías de la Presidencia para que pese a sus malas o muy mediocres actuaciones en el gabinete actual se le dé otro puesto?
Claudia Sheinbaum deberá tener en cuenta que Morena debe ser, quiera o no, uno de los pilares de su gobierno. Sí, la oposición está muy dañada y no será en el corto plazo cuando pueda volver con ímpetu a las contiendas electorales, pero eso no evita, de ninguna manera, que la ciudadanía observe y en su momento califique con su voto, el desempeño partidista.
Si como se dice en algunos corrillos, la idea es tener una presidencia débil, tanto que no pueda ser ni reconocida por la militancia para permitir que los choques internos vayan creando fracciones duras, tal vez la estrategia funcione para ellos, pero no para la Presidenta.
Es algo muy parecido a lo que sucedió con Batres en la Secretaría de Gobierno de la ciudad. A la pregunta de la jefa de Gobierno entonces, Claudia Sheinbaum, sobre la idoneidad del personaje para el cargo, la respuesta era sencilla: será bueno para alegar en contra de la oposición, pero nunca trabajará para apoyar a Sheinbaum. Martí sólo trabaja para Batres.
Así que la Presidenta, con Luisa María a la cabeza de Morena, no puede suponer que la hoy más conspicua componente del clan Alcalde vaya a trabajar a su favor y en apoyo de los proyectos que ha prometido. Por el contrario, lo que sí se puede pronosticar es el divorcio de Morena con la Presidencia de la República, cuando menos hasta que venga la siguiente elección, porque nadie está dispuesto a perder.
De todas formas, la figura de Luisa María Alcalde ya está lo suficientemente abollada como para pretender que sea la que encabece al movimiento registrado como partido, aunque no lo sea. Ese movimiento podría ser una piedra en el zapato de la primera mujer Presidenta de México, por eso debe tomarlo muy en serio.
Ya hemos dicho en este espacio que Morena puede pudrirse con mayor rapidez que el PRD. Las condiciones están dadas y no se ve, por ningún lado, a la pieza fuerte que convierta a Morena en el instrumento que pavimente el segundo piso de la 4T. Así están las cosas.
De pasadita
El Tribunal Electoral de la Ciudad de México pretende hallar verdades en el recuento de votos emitidos en la alcaldía Cuauhtémoc y francamente creemos que está equivocado.
Esa elección, se dice por varias partes, no tiene sus asegunes en la emisión o el conteo de sufragios, más bien los lados oscuros podrían localizarse en los acuerdos que se hubieran establecido entre las partes y la participación de René Bejarano, que regresó por sus fueros cuando se creía que ese territorio ya estaba en las manos de Ricardo Monreal. Por cierto, no estaría mal que se investigara qué hizo el todavía senador en la contienda por la Cuauhtémoc. Se van a sorprender.