La materia gris está ubicada en la corteza cerebral, la capa más externa del cerebro, y es indispensable para funciones cognitivas superiores: lenguaje, memoria, aprendizaje, pensamiento abstracto y conciencia reflexiva, entre otras. Por ello, los neurocientíficos, con base en sus investigaciones con neuroimágenes, envían alertas a padres, educadores y diseñadores de políticas educativas y culturales: ¡El cerebro, y especialmente la materia gris, sufren daños por el uso temprano y excesivo de pantallas!
En conjunto, las investigaciones muestran que la adicción a Internet se asocia con cambios estructurales y funcionales en regiones cerebrales que involucran procesamiento de emociones, atención y concentración ejecutora, la toma de decisiones y el control cognitivo. Es probable que incluso poco tiempo cotidiano frente a pantallas esté creando un daño sutil en niños y adultos.
Cada vez con más frecuencia llegan a terapias sicológicas niñas y niños que sufren sobrecarga sensorial, falta de sueño reparador y un sistema nervioso hiperactivo (síndrome de pantalla electrónica). Estos niños son impulsivos, malhumorados y se les dificulta concentrarse y completar tareas. Se habla ya de atrofia de la materia gris
: contracción o pérdida de volumen de tejido, que significa a fin de cuentas pérdida de inteligencia
: dificultad para procesar información y para pensar en forma crítica y compleja.
Al disminuir la materia gris se empobrecen las facultades de la inteligencia. Y si algo ayuda a proteger y aumentar la materia gris –además de buena alimentación, el ejercicio y la meditación– son actividades como la lectura, la escritura y las matemáticas. Tristemente, el Inegi informa de una gran disminución de lectores y hábitos de lectura, y hay noticia también de que un millón de niños abandonaron la educación básica entre 2019 y 2023 para sumarse a los 4 millones que desde antes de la pandemia no tenían acceso a la escuela. Estos datos son muy preocupantes, ya que la materia gris individual y colectiva determina a fin de cuentas el nivel de desarrollo humano que alcanza cada sociedad.
(Defender la Alegría
): Se sabe, por cierto, que los delfines tienen más materia gris que la mayoría de los humanos. ¡Qué lindo sería que los niños y los delfines pudieran votar!