El 1º de julio de 2024, miembros del cartel de Jalisco Nueva generación (CJNG) iniciaron ataques armados contra la comunidad indígena nahua de Santa María Ostula, en Michoacán. A pesar de los llamados de emergencia de la comunidad y de las organizaciones sociales que lo acompañan, los ataques se intensificaron sin que las autoridades estatales y federales hicieran algo al respecto.
Fue así como el 3 de julio por la mañana, el grupo criminal CJNG atacó utilizando drones que lanzaron explosivos y armas de grueso calibre. La comunidad, que mantiene un proceso de resistencia comunitaria desde 2009 lo que lo llevó a reconstruir su guardia comunal, tomó las medidas necesarias en estos casos: notificó de los ataques y resguardó a toda la población a su cargo.
Lo que siguió fueron más ataques y total impunidad. Las agresiones del CJNG fueron contra la población civil integrada principalmente por mujeres, niños y personas de la tercera edad. Las propias autoridades comunitarias lo narran así: “El CJNG lanzó un explosivo contra la cancha central de la encargatura, que afortunadamente está techada. Inmediatamente comenzó la refriega contra casas y escuela, y en adelante, una explosión cada 40 minutos ocasionada por drones”.
La resistencia de la comunidad nahua de Ostula marcó un parteaguas en 2009 cuando, junto a otros pueblos originarios del país, lanzaron el Manifiesto de Ostula (https://acortar.link/yZggDU), documento programático que puso en el centro de sus resistencias el derecho a la autonomía y libre determinación. Aquel momento fue la antesala de un proceso de recuperación de más de mil 300 hectáreas de tierra en una zona estratégica.
Con la recuperación del territorio vinieron después los proyectos económicos autogestivos y comunitarios, la organización de un proyecto alternativo de seguridad y justica, de educación, de comunicación. Entre pueblos y estudiosos a escala nacional e internacional, Ostula rápidamente se convirtió en referente de construcción de alternativas al capitalismo depredador.
Pronto el pueblo nahua de Ostula supo que sus adversarios eran muchos y muy poderosos. Entre ellos ubicaron la minera Ternium y su extracción de hierro en la zona. En sus registros también ubicaron las alianzas de la minera y los bandas criminales que han servido como grupos paramilitares para desplazar a las poblaciones o intentar eliminar a las resistencias. Ese trabajo de “policías subrogadas” lo han hecho La familia michoacana, Los caballeros templarios y hoy el CJNG.
A esa alianza entre minera y crimen organizado hay que sumar la permisibilidad e impunidad de los distintos gobiernos federales y del estado hacia empresas legales e ilegales que atacan a los comuneros, así como la cooptación de policías municipales y estatales, o la inacción contra el crimen organizado por parte del Ejercito y la Marina. Por si esta peligrosa mezcla de actores no fuera suficiente, no hay que dejar de agregar el papel de órganos agrarios y de justicia que en repetidas ocasiones bloquean el derecho a la autodeterminación de los pueblos.
Al igual que con otras luchas por la autonomía que existen en el país, Ostula ha pagado cara la osadía de mostrar que otro mundo es posible. El 26 de julio de 2008, cuando la recuperación de tierras era todavía un plan, el profesor y comunero Diego Ramírez Domínguez fue asesinado. El profesor Diego era clave en el proceso de organización comunitaria. Por su importante trabajo había sido nombrado coordinador de la comisión especial de la asamblea general de comuneros.
Desde entonces y hasta la fecha los ataques no pararon. Hasta hoy se contabilizan al menos 40 comuneros asesinados y cinco desaparecidos como consecuencia de la represión contra Ostula.
La brutalidad de la guerra contra el pueblo de Santa María Ostula ha trascendido ya a todos los partidos políticos. A escala federal, ni los gobiernos de Calderón, de Peña Nieto y de López Obrador han logrado pacificar la zona, detener las violencias y mantener a salvo a quienes defienden el territorio. En el ámbito estatal tampoco lo lograron los gobiernos del Revolucionario Institucional y de la Revolución Democrática.
El pueblo nahua de Ostula no hace más que defender el territorio que por derecho le pertenece, el lugar que habitaron sus ancestros y que ellos cuidan a costa de sus propias vidas.
Que suene alto y claro: ¡alto al fuego contra Ostula!
*Sociólogo
X: @RaulRomero_mx