Poco a poco, por etapas, se ha ido conociendo el gabinete con el que se conformará el gobierno de la doctora Sheinbaum. Podría decirse que, en general, el proceso ha fluido con los nombramientos que van desde los círculos concéntricos más alejados hasta los más cercanos al núcleo del proyecto de la llamada Cuarta Transformación.
De antemano se sabía que el secretario de Hacienda había aceptado continuar en su puesto. Esa antelación era relevante para reducir la incertidumbre que un cambio de gobierno como éste pudiera provocar en las condiciones financieras, rubro sobre el que el presidente López Obrador ha puesto especial atención durante su gestión, con un relajamiento en este último año. Hasta aquí todo en calma.
Vino, luego, el anuncio del primer grupo de los siguientes miembros del gabinete: Economía; Ciencia, Humanidades, Tecnología e Innovación; Medio Ambiente y Recursos Naturales; Relaciones Exteriores; Agricultura y Desarrollo Rural y la consejería jurídica. Este grupo no representaba roces relevantes, puesto que esas funciones, importantes como son, no constituyen la esencia del proyecto de cambio del país que impulsan el Presidente aún en funciones y la misma virtual presidenta electa. La consejería jurídica sí fue asignada a un miembro relevante de dicho proyecto político.
Con el segundo grupo que se anunció unos días después el mensaje fue distinto. Se designó a los secretarios de Salud, de la Función Pública, Infraestructura, Comunicaciones y Transportes; Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano y, finalmente, Energía. En este grupo, las secretarias de Salud y de la Función Pública están más íntimamente relacionadas con la transición del gobierno que ya está en curso. En el caso de Salud se fijaron grandes expectativas en esta administración, pero la reconstrucción del sector, complicada sin duda, no alcanzó su objetivo y las carencias son muy grandes. En la Función Pública se colocó a una funcionaria relevante del proyecto de la 4T; un puesto de vigilancia y auditoría de la operación del gobierno.
En este segundo grupo de funcionarios nombrados para el nuevo gobierno destaca de modo notorio el de la secretaria de Energía. La designación recae en una especialista en materia fiscal y medioambiental con larga trayectoria, tal y como lo requiere ese sector. Ocupó la Secretaría de Administración y Finanzas de la Ciudad de México durante la gestión de la doctora Sheinbaum. Este nuevo encargo indica que la atención en el sector de la energía, incluyendo de modo central a Pemex y CFE, apuntará a las cuestiones de control administrativo y financiero y de modo cercano con la secretaría de Hacienda. Es este sector en el que se ubica una fragilidad estructural de las finanzas públicas del país y que es urgente atender. Habrá que ver en los meses siguientes cómo se hace compatible este nombramiento con las necesarias acciones de transformación en el sector de la energía –que es la especialidad de la virtual presidenta electa–, con las reiteradas afirmaciones de que la política energética del nuevo gobierno seguirán a aquellas definidas en el proyecto original de la 4T.
El tercer grupo de nombramientos se acerca todavía más al núcleo del proyecto de transformación en curso. Gobernación se encarga a una funcionaria de larga trayectoria en cuestiones de seguridad pública y procuración de justicia y muy cercana a la 4T. Este es un asunto de suma relevancia, dado el estado de gran inseguridad y violencia que existe en el país, mismo que se exhibe de modo cotidiano y contundente. No se puede seguir minimizando la fragilidad de la seguridad pública; las acciones necesarias exigen más contundencia y eficacia. En la Secretaría del Bienestar repite la encargada de esa función desde 2022, siendo un componente central de la política social. En la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana, otra dependencia relevante por definición para reducir la inseguridad pública, estaba cantada la designación de un funcionario muy cercano a la virtual presidenta electa. El nombramiento que llama la atención es el de la Secretaría de Educación, especialmente porque está en curso la reforma en torno a la Nueva Escuela Mexicana, que requiere de mucha atención y conocimiento sobre el tema, además de experiencia administrativa y de gestión de un área del gobierno con muchas carencias, rezagos y conflictos internos. Una vez más, esta es un área clave de las propuestas de cambio de la 4T donde se coloca a un hábil operador político, a la vieja usanza, dispuesto a todo, que prestó un eficaz y consistente servicio al gobierno saliente y en la elección de junio. El nombramiento puede entenderse como parte de los compromisos políticos que tiene la virtual presidenta electa. Se enmarca, no obstante, en la tendencia reciente observada en la designación de quienes han ocupado la secretaría, una dependencia que requiere de un liderazgo bien definido, profesional, apto y eficiente.
Falta la cuarta entrega de nombramientos del gabinete y de otros puestos relevantes de la administración pública. Entre los primeros están, obviamente, Sedena y Semar, por la naturaleza misma de sus funciones y, además, por aquellas que se les han encargado en este gobierno y que extienden su presencia, densidad y espacio de operación. En el caso de Trabajo, la importancia deriva de las implicaciones de gran calado que tiene la nueva ley que esta vigente. Estas tres áreas están en el centro mismo del proyecto de la 4T, las definiciones que haga la virtual presidenta electa serán no sólo significativas sino, también, elocuentes.
Entre otras secretarías que aun falta por designar a quienes se encargarán de ellas están Turismo y Cultura, cuya relevancia no se puede demeritar. Los nombramientos en Pemex y CFE serán señales muy explícitas de las pretensiones de la doctora Sheinbaum para gobernar, de la autonomía de su gestión y, al mismo tiempo, de su decisión de mantenerse en línea con el proyecto del presidente López Obrador. Lo mismo ocurre en materia de salud con el IMSS y el ISSSTE, este último en situación muy precaria.