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American curios / David Brooks

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En una carretera de Tennessee, grandes carteles con llamados “patrióticos” para votar por el regreso de Trump a la presidencia, en los que incluso aluden a Dios y se lanzan contra el socialismo y el comunismo. Foto Lucas Brooks
08 de julio de 2024 08:51

Diez días que sacudieron a la cúpula política de Estados Unidos a partir del ahora famoso debate en que se exhibió, por un lado, a un candidato presidencial que ocupa la Casa Blanca tropezarse sobre sí mismo revelando lo que él y sus aliados estaban intentando ocultar –que ya no tiene la capacidad de repetir como presidente–, todo mientras su contrincante ofrece su receta neofascista con esa mezcla letal de arrogancia e ignorancia.

Ante el creciente e incesante coro a favor de que abandone la contienda, Joe Biden argumenta que lo que se exhibió en el debate fue sólo por cansancio y un resfriado, un episodio malo en la campaña larga y, en una entrevista, declaró que él no necesitaba un examen cognitivo “porque cada día me someto a un examen cognitivo… Todo lo que hago… no sólo estoy haciendo campaña, sino estoy gobernando el mundo”. O fue una de las grandes confesiones imperiales de la historia o nada más otra señal de que el señor ya no entiende lo que dice, o no dice lo que entiende.

Declaró que analizará abandonar la contienda “si Dios Todopoderoso baja y me lo dice, tal vez lo haría”. Pero supuestamente es el pueblo y no Dios el que decide quién los representa en una democracia. Y por ahora, en la opinión de la mayoría del pueblo, según la encuesta de The New York Times más reciente después del debate, tres de cada cuatro encuestados opinan que Biden es demasiado viejo para manejar la presidencia. Más aún, no hay precedentes en la historia reciente donde un presidente que sufre de una tasa de aprobación tan baja como la de él (36 por ciento) gane su relección.

En cualquier otra coyuntura nada de esto sería de gran interés, sino sólo otra contienda más en el autoproclamado faro de la democracia. Pero esta vez, como ya advertía Noam Chomsky el año pasado, está en juego no sólo la supervivencia de este país y lo que le queda de su democracia, sino del planeta, ya que el Partido Republicano bajo Trump se ha vuelto en un “partido neofascista”y “en tal vez la organización más peligrosa en el mundo”.

Es increíble que el candidato que por ahora gana es un criminal convicto, que enfrenta otros tres juicios, fue declarado culpable de la violación de una mujer y de fraudes empresariales, cuyo manejo de la pandemia costó cientos de miles de vidas de manera innecesaria, quien impulsó un intento de golpe de Estado y fue el primer mandatario en interrumpir el traslado del Poder Ejecutivo pacífico en la historia –esto es sólo parte de un currículum que ni registra sus constantes engaños y mentiras ni sus frecuentes tropiezos verbales y muestras de incompetencia mental–. Como señalan algunos: ¿y la gente cree que el otro es él que no debería de continuar en la contienda?

“Despierta América. No al socialismo, no al comunismo. Ayuda salvar a América y al mundo. Vota por el regreso de Trump” y “Trump tenía la razón en todo. Despierta América antes de que sea demasiado tarde”, son algunos de los mensajes en las carreteras de este país.

La locura maligna que invade, que toda persona consciente percibe, que se ve desde todas las torres de vigilancia, requiere de un escape a la esperanza, y eso sólo es posible a través de la acción frente a esta tormenta diabólica.

Si las proyecciones de la elección en Francia son confirmadas, la ultraderecha –cuya victoria se pronosticó– fue derrotada por el Nuevo Frente Popular de la izquierda. En ese caso Estados Unidos tendrá que aprender de la resistencia francesa antifascista para salvar a la Estatua de la Libertad, a fin de cuentas fue un regalo de Francia.

“Indudablemente cada generación cree que la suya está destinada para rehacer al mundo. Mi generación sabe que no lo hará, pero tal vez su tarea es aún mayor. Prevenir la desintegración del mundo”, dijo en francés Albert Camus en su discurso al aceptar el Premio Nobel.

Tal vez esa es la meta en la gran disputa actual dentro de un superpoder cuya decadencia pone en riesgo al mundo.

Playing for change, All along the watchtower. https://www.youtube.com/watch?v=-UHHc7POovg

Allan Toussaint, Yes we can can. https://open.spotify.com/track/7jyquSccpyQ25wPgmP1ehU?si=4687dbd0a8fd43b3

 

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