La ciudad de los canales, capital de los Países Bajos, cuenta con una población de casi un millón de habitantes; si hay algo que sorprende es enterarse que recibe a más de 20 millones de turistas al año. Muchos llegan desde diferentes rincones de Europa por tren.
Los datos que se reportan desde la Estación Central arrojan una cifra que ronda los 250 mil pasajeros por día. Enclavada en el centro de la ciudad, Amsterdam Centraal es un bello edificio del siglo XIX con conexiones directas para el transporte subterráneo o el Metro, la terminal de autobuses o las diversas compañías que ofrecen recorridos turísticos por camión o en embarcaciones.
El recorrido por los canales es el más popular; la urbe cuenta con más de 150 y sus viviendas flotantes no dejan de ser motivo de admiración; los puentes que los cruzan son causa permanente para detenerse a tomar fotografías. Se hace indispensable conservar la calma si se quiere lograr una buena toma, en días soleados es un reto lograr que no aparezcan desconocidos.
Dentro de la estación, un sinnúmero de comercios y restaurantes pueden detener al turista antes de recorrer la ciudad. Los lugareños, aparentemente acostumbrados a la convivencia con los turistas, amablemente responden cuando resulta complicado orientarse, incluso con alguna aplicación en el celular o en el cada vez menos frecuente plano en papel en esta cada vez más digitalizada realidad.
Recorrerla a pie es una buena opción, aunque se requiere una considerable reserva de energía. Desde la estación se puede preparar la estancia, conseguir un cuarto de hotel, comprar un pase de transporte para varios días y reservar las entradas para uno de los 75 museos.
Sin embargo, es importante considerar ese flujo turístico a la hora de visitar uno, especialmente los mundialmente famosos de Anna Frank, el Van Gogh, el Rijksmuseum o el de Rembrandt.
En verano, menuda sorpresa se lleva el visitante cuando intenta comprar entradas y se entera que la próxima fecha disponible para visitar uno es de dos semanas. Para quienes planear una visita al museo con semanas de anticipación no forma parte de sus hábitos, resulta un tanto decepcionante.
El dedicado a Anna Frank es el lugar donde vivió escondida con su familia y otro par por más de dos años durante la Segunda Guerra Mundial y donde escribió su famoso diario.
El Barrio Rojo de Ámsterdam es famoso a escala mundial y los cafés donde se pueden consumir pastelitos horneados con mariguana se encuentran en cada esquina. En la década de los 70 el país despenalizó el uso de ese enervante demostrando, además, que las políticas encaminadas a la tolerancia en ese sentido no necesariamente contribuyen a un aumento en el consumo.
Es una ciudad con enorme atractivo para los jóvenes y el área de servicios ocupa a muchos de ellos que con un pasaporte europeo pueden instalarse en la ciudad, contar con un sueldo aceptable que les permite pagar su alojamiento y procurarse una vida relativamente cómoda.