Jesse Bam Rodríguez fue una revelación cuando llegó a la categoría supermosca. Sorprendió a todos los que estaban instalados en una lucha colectiva por la supremacía y los barrió con la autoridad de quien estuvo aguardando con paciencia para reclamar lo que intuía podía ser suyo. Anoche lo demostró y noqueó al campeón mexicano Juan Francisco Gallo Estrada en el séptimo episodio en una velada en el Footprint Center en Phoenix, Arizona.
Nadie había noqueado al sonorense, un peleador fino de 34 años y con larga historia entre los mejores en supermosca. Pero llegó este joven mexicoestadunidense de 24 años y rostro aniñado para destrozarlo del modo clásico del boxeo mexicano: un gancho al hígado que colapsó al de Puerto Peñasco.
Desde antes se sabía que la prueba para Estrada era muy peligrosa. Bam estaba como amplio favorito ante un peleador que tuvo que hacer una pausa de año y medio por una lesión en una mano. Desde el inicio superó al Gallo, lo apabulló con la velocidad y la belleza de un boxeo fino y vertiginoso, incansable. Combinaciones que salían como ráfagas y una zurda que lastimó todo el tiempo al sonorense.
Gallo tuvo que pelear gran parte de la contienda con la espalda en las cuerdas ante el ataque abrumador. En el cuarto episodio cayó en la lona tras un upper de izquierda y en el quinto parecía aniquilado. Aun así se sobrepuso en el sexto y mandó al Bam al suelo con la derecha directa a la mandíbula.
Sólo fue el detonante que esperaba el Bam para buscar destrozar al Gallo de una vez por todas y terminó por meterle una puñalada al hígado. Estrada se contrajo en un nudo de dolor que exhibió lo letal de ese golpe que los peleadores mexicanos hicieron célebre. Ahora, queda un revancha en puerta para recuperar el trono o reivindicar una nueva era.