Ciudad de México. Hace 25 años, un 3 de julio de 1999, Ana María Torres peleó en la primera función profesional de boxeo femenil en la Ciudad de México. Una ley obsoleta de los años cincuenta lo impedía.
“Lo más difícil de ese debut fue el público”, recuerda la peleadora que recientemente ingresó al Salón de la Fama de Canastota. La mayoría de los asistentes en aquella velada en la Arena México eran hombres que no dejaban de insultarlas a ella y su contrincante Mariana Juárez. “Esas palabras no las olvido. Esas duelen más que los golpes. Todavía las recuerdo”.
Unos meses después, volvió a pelear y el público ahora integraba más mujeres. “Eso fue una señal que estábamos haciendo bien las cosas. Después de las primeras peleas vimos que el público dejó de ser un obstáculo para el boxeo de mujeres y que el verdadero rival era el machismo tan fuerte de los promotores. Hasta la fecha son la parte que más ha tardado en cambiar de mentalidad”.
La Guerrera asegura que hoy es un deporte que ha normalizado la participación femenina, pero está lejos de la igualdad laboral. “Aún queda mucho por hacer. Una mujer que trabaja como boxeadora no puede vivir de esto. Aún tiene que buscar otros ingresos o tener otro empleo para poder subsistir porque del cuadrilátero no viven las peleadoras”.