Nueva York y Washington. Desde diversos puntos del mapa estadunidense, líderes de la comunidad trasnacional mexicana expresaron su orgullo por la elección histórica de Claudia Sheinbaum como la primera mujer presidenta de México y expresaron su expectativa de que la diáspora mexicana y sus contribuciones económicas, sociales, culturales y políticas serán no sólo reconocidas, sino plenamente incorporadas a la construcción democrática de México.
En entrevistas con La Jornada, estos dirigentes y estrategas coincidieron en que el pasado 2 de junio se manifestó un enorme deseo de participación política por la comunidad mexicana en Estados Unidos y que es el momento clave para incluir a esta comunidad en las políticas de desarrollo que impulsará el próximo gobierno.
Gaspar Rivera Salgado, director del Centro de Estudios Mexicanos de la Universidad de California en Los Ángeles –quien también es asesor y estratega de organizaciones inmigrantes binacionales y de iniciativas sindicales trasfronterizas–, comentó que más allá de que México tendrá su primera presidenta, lo cual da “mucha alegría”, la elección mexicana, en comparación con otros concursos electorales alrededor del mundo, incluyendo el de Estados Unidos, es muestra de “una democracia saludable, de un pueblo que cree todavía en este tipo de procesos… Es una consolidación”.
Subrayó que la elección en México “fue una fiesta democrática binacional. Es histórico que por primera vez los connacionales podían ir al consulado a emitir su voto. A mí me parece que por la gran cantidad de personas que estaban en el consulado de Los Ángeles, mucha gente esperó para poder ejercer este voto de manera presencial y poder, como me decía un paisano, sentir a la gente, votar con otros mexicanos y celebrarlo”.
Sin embargo, muchos se fueron frustrados cuando no lograron emitir su voto después de esperar más de ocho horas al rebasarse la capacidad de recibir las boletas de parte del INE, una queja que se repitió en otros consulados en Estados Unidos donde se podía votar de manera presencial, incluyendo Chicago y Nueva York.
Los migrantes celebraron la victoria de Claudia Sheinbaum y le manifestaron su esperanza de lograr las condiciones para evitar más traslados a EU. Foto Ap
Rivera contó que la noche de los comicios estaba en la sección de un sindicato de trabajadores de servicios en Los Ángeles –el mismo donde Claudia Sheinbaum sostuvo un intercambio hace unos meses– junto con gente de varios gremios locales, “la mayoría compañeras migrantes, mujeres que recibieron con euforia los resultados y la sala irrumpió en el grito, ‘Claudia presidenta, viva México’”. Subrayó: “estas mismas son las que caminan por las calles de Los Ángeles fomentando el voto para las elecciones locales o estatales. Entonces, son gente que realmente son actores políticos binacionales” que siguen muy de cerca lo que ocurre en ambos países.
Para Rivera es notable que “el tema de migración no fue parte de los debates presidenciales ni de las plataformas políticas de ninguno de los tres contendientes. Eso a mí me parece extraordinario, porque hemos alcanzado en los pasados dos años niveles muy altos de connacionales residentes en Estados Unidos, pero sobre todo esa transformación profunda de México, de pasar de ser un lugar donde se van los migrantes a ser un puente superimportante de los desplazados a escala mundial”. Todo lo opuesto en Estados Unidos donde la migración es uno de los temas que domina en la elección, indicó.
“A mí me parece que una de las cosas que debería hacer Claudia Sheinbaum es reconocer, ver y escuchar a los migrantes. Andrés Manuel López Obrador, a pesar de su discurso de llamarnos héroes, no se reunió ni una sola ocasión con nosotros. Y eso me parece que fue un error que se tiene que corregir. Sheinbaum, quien tiene la experiencia de haber vivido como migrante, como estudiante de posdoctorado en California, que ha hablado sobre esa experiencia de sentir la migración, la soledad, de sentirte fuera de tu país y de construir comunidad, debe cambiar el enfoque. Es importante tener una estrategia para ver y escuchar estos migrantes, para sentarse a conversar y convertirlos en una fuerza positiva de cambio para México”.
Al otro extremo de este país, en Florida, Lucas Benítez, cofundador de la Coalición de Trabajadores de Immokalee e impulsor de la Campaña por Comida Justa que está transformando las condiciones de jornaleros agrarios alrededor de Estados Unidos (y ahora, en otros países), opinó que “en esta elección el pueblo de nuevo rechazó y dejó en claro que ya no quería más de quienes por tantos años habían gobernado México, en particular el PRI… La presidenta elegida tiene el compromiso de dar continuidad al legado de Morena”.
Indicó que lo que se espera de ella es trabajar para “crear empleos en México, porque no queremos estar en el extranjero, queremos estar con nuestras raíces. Queremos criar a nuestros hijos en nuestra tierra linda. Nosotros no queremos salir, pero muchas veces nos obligan. Hay que crear oportunidades para los mexicanos y que no sigamos muriendo en el extranjero y solamente recibir cuerpos de quienes mueren como héroes por trabajar y salir a buscar el pan de cada día para su familia”.
Agregó que “la virtual presidenta electa de México debe sentarse con su homólogo estadunidense, sea cual sea, y negociar una reforma migratoria para los mexicanos que llevan décadas aquí –la última reforma fue en 1986– y darle la oportunidad a que la gente que ha alimentado y que ha criado a sus hijos en este país y que todavía siguen escondiéndose, porque no tienen una documentación para estar aquí. La presidenta tiene el deber y el compromiso, de no tan sólo negociar sino exigir al gobierno de Estados Unidos que reconozca a estos mexicanos que han estado aquí por tantos años y que han dado a este país y a México parte de su vida”.