Sin ninguna pregunta previa que la obligara, la candidata X nos exhibió, en un renglón, la imagen de su señor padre y con él como ejemplo, la opinión que le merece el alto porcentaje de 12 millones de adultos mayores de 60 años, tanto hombres como mujeres, que no han sido capaces de construir un patrimonio.
Vean la forma de exhibir a los inútiles, holgazanes, buenos pa’nada que llegan a esta edad y no han podido brindar a su familia una casita para su hogar. Comentó X: Mi padre siempre nos trajo de un departamento a otro porque jamás fue capaz, a pesar de su edad, de conseguir para nosotros, su familia, una simple vivienda
. Y en el colmo de sus cotidianas torpezas agregó: “quienes han llegado a los 60 años y no lograron un patrimonio, (por cualquier medio), comenzando por una casa: son unos güeyes
.
Qué estupidez la suya de basar el valor de una persona en su capacidad de acumular bienes por cualquier medio y conducta. Hay en estas asombrosas expresiones comprobación plena de la estructura emocional y racional de la interfecta. No nos atrevemos a decir que no quiera a sus padres, en todo caso los quiere (pero no más que a sí misma), sobre todo cuando pueden ser útiles para hacerla popular y querida (¿será?) entre la gente. Sostiene repetidamente que siempre ha sido pueblo, pero su estancia dentro de éste la pasó de noche, porque desde adolescente siempre ha estado soñando con vivir en la colonia de enfrente.
Los dislates de doña X son cotidianos y por eso no me basta una columneta para darle alcance y emparejármele. Tampoco puedo dedicar demasiado espacio al tema, pese a que sigo pensando que no hay que darla por finiquitada en el mundo de la sinrazón y la ambición política.
Recordemos la escandalosa borrachera del adolescente (27 años) a la que ya nos referimos y que nos dio un avance de cómo sería su comportamiento como primer heredero de la presidenta
. Pero seamos justos y no hagamos recaer toda la culpa del desaguisado en el adolescente de marras: ¿Qué otras palabras podrían integrar su vocabulario si no las que son de uso cotidiano en la mesa familiar? Ahora, lo menos que se esperaba era un verdadero reconocimiento de la errada y ultrajante humillación infligida a los trabajadores del antro, pedirles una disculpa pública y difundirla por las redes sociales tanto como lo fue el video que nos mostró al furioso adolescente haciéndose justicia por sus propios zapatos. El castigo severo que se le aplicó fue relevarlo del cargo que se le había encomendado dentro de la campaña y regresarlo al puesto de Ejecutivo A en la empresa fundada por su madre y que lleva el mexicano y castizo nombre de: High Tech Services.
Quiero terminar estos renglones con una propuesta que se sustenta, cabalmente, en las normas que se estipulan para el otorgamiento del Premio Nacional de Periodismo (en la categoría fotografía). Postulo, honestamente convencido del merecimiento de esta distinción, al compañero Luis Castillo, que en la página 4 de este diario, en su emisión del 20 de junio pasado, nos da acceso a cuatro fotografías que hablan más que muchos editoriales y doctos artículos de opinión. Por favor, véanla y díganme si le atiné al siguiente encabezado: Las torres que en cielo se creyeron, un día cayeron en la humillación.
Autor, Luis Marquetti. Intérprete, Claudio X. González.