La idea central de la Cumbre del Futuro es que la humanidad enfrenta una serie de desafíos sin precedente, que sólo se pueden resolver mediante la cooperación mundial. La crisis del cambio climático inducido por el ser humano (en especial el calentamiento del planeta) no puede ser resuelta por ningún país por sí solo. Tampoco las crisis de las guerras (como las de Ucrania y Gaza) o las tensiones geopolíticas (entre Estados Unidos y China) pueden ser resueltas por uno o dos países únicamente. Cada nación, incluso grandes potencias como Estados Unidos, China, Rusia, India y otras, forma parte de una compleja estructura global de poder, economía y política que requiere soluciones en verdad globales.
La cumbre girará en torno a cinco temas esenciales, todos relacionados con el multilateralismo, es decir, el sistema mediante el cual las naciones coexisten con el resto del mundo. Estos temas son: 1) el objetivo del desarrollo sostenible; 2) el objetivo de la paz; 3) el control de las nuevas tecnologías, como la inteligencia artificial; 4) el empoderamiento de los jóvenes y de las futuras generaciones, y 5) la reforma de la arquitectura de la ONU.
La Red de Soluciones de Desarrollo Sostenible (SDSN, por sus siglas en inglés) de la ONU, que yo dirijo en nombre del secretario general Guterres, ha emitido un comunicado que resume la visión de destacados académicos alrededor del mundo con respecto a la reforma del sistema multilateral. La declaración de la SDSN sobre la Cumbre del Futuro constituye el capítulo 1 del Informe de Desarrollo Sostenible 2024 de la SDSN.
Con respecto al desarrollo sostenible, el reto esencial se refiere al financiamiento global. Lograr los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) –incluida la lucha contra la pobreza, el hambre, la enfermedad y la degradación ambiental– requiere cuantiosas inversiones públicas. Las principales áreas de inversión pública prioritaria incluyen educación, atención a la salud, energía de cero carbón, agricultura sostenible, infraestructura urbana e infraestructura digital. El problema es que la mitad más pobre del planeta –los países de bajo ingreso y los de ingreso medio bajo– carecen de acceso al financiamiento que requieren para alcanzar los ODS. La más urgente reforma del sistema global que requieren estos países es el acceso a financiamiento de bajo costo a largo plazo.
Con respecto al objetivo de la paz, el reto central hoy día es la competencia entre las grandes potencias. Estados Unidos compite con Rusia y China. Estados Unidos apunta a la primacía en Europa por sobre Rusia y a la primacía en Asia por sobre China. Rusia y China resisten contra Estados Unidos. El resultado es la guerra (en Ucrania) o el riesgo de guerra (en Asia oriental). Necesitamos un sistema más fuerte, dirigido por la ONU, en el que la competencia entre las grandes potencias sea gobernada y restringida por la Carta de Naciones, y no por el militarismo y la política del poder. En términos más generales, hemos rebasado la era en la que cualquier país individual pueda o deba aspirar a la primacía o la hegemonía. Las grandes potencias deben vivir en paz y respeto mutuo conforme a la Carta de la ONU, sin amenazar la seguridad de las demás.
En cuanto al objetivo de la tecnología, el desafío principal es asegurar una gobernabilidad transparente y responsable de las nuevas tecnologías avanzadas, entre ellas la biotecnología, la inteligencia artificial y la geoingeniería. Esas poderosas tecnologías no pueden seguir siendo manejadas en secreto por los militares y por poderosas corporaciones. Se necesita que sean gobernadas con honestidad, transparencia y responsabilidad hacia el público.
En relación con el objetivo de las generaciones jóvenes y futuras, el principal desafío es asegurar que todo niño y niña pueda alcanzar su potencial mediante educación de alta calidad. La educación es esencial para obtener un empleo decente y una vida digna. Sin embargo, cientos de millones de niños, en especial en los países pobres, no van a la escuela o asisten a planteles inferiores a la norma, que no les enseñan las habilidades necesarias para el siglo XXI. Sin educación de calidad, esos niños enfrentarán una vida de pobreza, subempleo o desempleo. Necesitamos un nuevo esquema de financiamiento global que asegure que todo niño o niña, incluso en los países más pobres, tenga la oportunidad de recibir educación decente.
En cuanto al objetivo de reformar el sistema de la ONU, la clave está en dotar de mayor poder a las instituciones del organismo y hacerlas más representativas. La ONU depende demasiado hoy día de unos cuantos países poderosos, sobre todo Estados Unidos. Cuando, por ejemplo, Estados Unidos no paga sus aportaciones, todo el sistema del organismo se debilita. Necesitamos fortalecer el sistema de la ONU, asegurando que reciba financiamiento apropiado y confiable mediante un nuevo esquema de impuestos internacionales –por ejemplo, sobre las emisiones de CO2, embarques, aviación y transacciones financieras–, más que con contribuciones de gobiernos individuales.
También debemos hacer que las instituciones de la ONU sean más representativas del mundo de 2024, más que el de 1945, cuando se fundó el organismo. Por ejemplo, India debe convertirse en miembro permanente del Consejo de Seguridad. Es el país más poblado del planeta, la tercera economía mundial y una potencia nuclear. En 1945, India era todavía una colonia británica, por lo que no se le dio el papel apropiado en el sistema de la ONU en ese tiempo.
Otra recomendación esencial del SDSN es instaurar una Asamblea Parlamentaria de Naciones Unidas como una nueva cámara, al lado de la Asamblea General. Ésta da un voto a cada Estado miembro, con el poder de ese voto en manos del Poder Ejecutivo de cada gobierno. Un parlamento de la ONU representaría a los pueblos del mundo, en vez de a los gobiernos.
Algo más importante: la Cumbre del Futuro es una invitación a una intensiva lluvia global de ideas sobre cómo hacer que nuestro mundo, profundamente interconectado, sea apto para el desarrollo sostenible en el siglo XXI. En septiembre se abrirá un gran debate, que continuará en los años por venir.
* Profesor y director del Centro para el Desarrollo Sostenible en la Universidad de Columbia y presidente de la Red de Soluciones de Desarrollo Sostenible de la ONU.
Traducción: Jorge Anaya