°C -
|

La Jornada

Últimas noticias
Anuncio
Anuncio

Desde otras ciudades

Imagen
Uno de los líderes espirituales, en la ceremonia del viernes pasado, que data de tiempos ancestrales. Foto Ap
Foto autor
Ap
23 de junio de 2024 09:12
El sol demoró bastante en aparecer el pasado viernes sobre las montañas de la cordillera de los Andes en la celebración del Año Nuevo Andino, festividad tradicional en Bolivia que se remonta a los antiguos pueblos prehispánicos y que celebra, en coincidencia con el solsticio de invierno, el regreso del astro Sol.

Al despuntar el alba, miles de creyentes se dan cita en cerros y serranías para recibir con las palmas abiertas los primeros rayos que, según las creencias andinas, vienen cargados de nuevas energías. Para los antiguos pueblos y sus descendientes, la fecha marca el inicio del nuevo calendario agrícola, que en los pasados años se ha visto alterado por los efectos del cambio climático.

En años recientes la celebración ha cobrado relevancia por el impulso del turismo, con más de un centenar de puntos de concentración en todo el país, incluso en regiones del oriente. La fecha ha pasado a ser feriado nacional.

La celebración también recibe el nombre de Willka Kuti, que significa retorno del sol, en aymara.

En el pueblo de Huarina, a 60 kilómetros al oeste de La Paz, autoridades originarias y pobladores ataviados con ropa para la ocasión ascendieron a Turriturrini, un cerro sagrado desde donde se divisa el Titicaca, el mayor lago de los Andes, para celebrar con ofrendas a la Pachamama (madre Tierra) y pedir por buenas cosechas y salud.

Una densa nubosidad, poco habitual en el invierno a esa altura cubría el inmenso espejo azul, que el viernes lucía gris.

Esta vez el tiempo no ha sido bueno, parece enojado; el sol no ha salido, pero estamos aquí para hacer la challa (ofrenda) para que este año sea productivo para todos los hermanos. Esta celebración significa producción y salud; nuestros abuelos venían acá. Vamos a consultar a los chamanes para saber cómo nos irá en la producción, dice el alcalde aymara Wilson Mamani.

En la zona del altiplano, por encima de los 3 mil 800 metros sobre el nivel del mar, la papa, un tubérculo originario de esta región, es el principal cultivo. En los últimos años la producción se ha visto golpeada por prolongados periodos de sequía.

A unos 30 kilómetros al sur, el presidente boliviano Luis Arce participó de la celebración en el antiguo pueblo arqueológico de Tiwanaku, capital de la milenaria cultura del mismo nombre que surgió en el altiplano antes de los incas.

Bailarines con coloridas vestimentas folclóricas se congregaron desde la noche del jueves alrededor de fogatas para esperar los primeros rayos del sol. “Le pedimos a nuestra Pachamama, a nuestro Tata Inti (dios Sol) que este año sea mejor que el que está pasando… Sin peleas ni discordias”, dijo el mandatario ante una multitud de creyentes y turistas frente al mayor templo de la cultura Tiwanaku (1580 aC a 1100 dC).

Disputas internas en el partido gobernante complican la gestión económica del mandatario con alzas en el costo de vida.

 

¿La fiesta en paz?

De las graves omisiones acumuladas por autoridades y taurinos.

Cuadernos de la Habana

La doble vida de un embajador.

Desde otras ciudades

La tradición alemana de los mercados de Navidad.
Anuncio