Ciudad de México. En el contexto del Día Mundial de las Personas Refugiadas, la Dimensión Episcopal de la Pastoral de Movilidad Humana (DEPMH) de la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM) expresó su “profunda preocupación por la política migratoria del Estado mexicano”, sobre todo por “la tardanza en la entrega de documentos, de manera particular las tarjetas de visitante por razones humanitarias y de residente permanente”. Asimismo, manifestó su inquietud por “la falta de recursos para atender adecuadamente a las personas solicitantes del reconocimiento de la condición de refugiado".
Sostuvo que todo lo anterior "genera situaciones de precariedad e inseguridad” para las personas en movilidad y añadió que la iglesia católica, por medio de sus diversas instancias, continuará apoyando a las personas migrantes y refugiadas, brindando asistencia y acompañamiento en su proceso de integración".
Guadalupe Torres Campos, obispo de Ciudad Juárez y encargado de la DEPMH, indicó que "las nuevas políticas migratorias del gobierno estadunidense, dejan a discrecionalidad de los agentes migratorios de ese país el acceso a manifestar su deseo de solicitar asilo, por lo que sin mayores formalidades ni debido proceso, y tampoco sin un estudio exhaustivo sobre la situación particular de cada persona se permiten deportaciones arbitrarias sin una garantía para solicitar asilo".
Señalói que "el Gobierno de México continúa recibiendo personas deportadas desde Estados Unidos, lo que coloca a las personas migrantes y refugiadas en una situación de vulnerabilidad, ya que no existen circunstancias o condiciones para garantizar el respeto al ejercicio de sus derechos humanos".
Precisó que como Iglesia “nos comprometemos a seguir alzando la voz en defensa de los derechos humanos y a fomentar una cultura de encuentro y acogida".
Aparte la Arquidiócesis Primada de México, desde la vicaría de laicos en el mundo y la Movilidad Humana de la demarcación religiosa expresó que "nos unimos al compromiso con la justicia y la paz, la asistencia humanitaria y a la preocupación por la falta de política migratoria integral del Estado mexicano para llevar a cabo procesos ágiles para la regularización de personas con necesidad de tarjetas de visitantes por razones humanitarias, residencia temporal y la obtención del estatus como refugiadas".
Francisco Javier Acero Pérez, obispo auxiliar de la Arquidiócesis Primada de México y el sacerdote Juan Luis Carvajal Tejeda, director de Movilidad Humana de la demarcación eclesial, llamaron a responder a la invitación del papa Francisco respecto a "sentirnos en camino junto con las personas refugiadas, reconocer su dignidad, salir a su encuentro e integrarlos en los procesos de toma de decisiones en la vida de la comunidad eclesial, valorarles como personas que contribuyen a la sociedad que los acoge y no como un problema y estar atentos a sus necesidades: hambre, sed, cansancio y desesperación".
Reconocieron a los agentes de Pastoral de la Movilidad Humana, "que todos los días y con gran empeño y caridad, construyen el Reino de Dios con las personas refugiadas que huyen de múltiples violencias, que se resisten y luchan por un porvenir mejor".