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Adiós a Willie Mays, la leyenda

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El electrizante pelotero de los Gigantes de Nueva York, y después de San Francisco, murió a los 93 años de edad. Foto Ap
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19 de junio de 2024 08:06

Willie Mays, el electrizante pelotero cuya combinación singular de talento, actitud y expresividad lo convirtió en uno de los deportistas más queridos y destacados en la historia de Estados Unidos, murió. Emblema de los Gigantes de Nueva York y después de San Francisco, pero también un ícono de la igualdad, pues inició en 1948 su carrera en las Ligas Negras, aquel circuito donde se marginó a los jugadores afroestadunidenses, dentro de las filas de los Black Barons. Tenía 93 años.

La familia de Mays y los Gigantes de San Francisco anunciaron conjuntamente el martes que el ex jugador había fallecido en paz el martes por la tarde, rodeado por sus seres queridos.

Mi padre ha fallecido en paz y rodeado por sus seres queridos, anunció su hijo Michael Mays, en un comunicado que emitió el club. Quiero agradecer a todos ustedes, desde el fondo de mi corazón roto, por el amor incondicional que le han mostrado durante años. Ustedes han sido la inspiración de su vida.

Cualidades excepcionales

Era tan completo que parecía el resumen depurado de todo lo que significa el beisbol: bateaba, fildeaba, corría veloz y lanzaba con un brazo prodigioso. Un jugador de los que cada vez se ven menos en el campo. Una broma clásica de su época decía que si Mays además sabía cocinar no había na-die más perfecto sobre la tierra.

El jardinero central era el miembro más longevo del Salón de la Fama que seguía con vida. Su forma de atrapar la pelota con el guante y sus recorridos por las bases mientras su gorra salía volando simbolizaron su alegría por jugar.

Su atrapada por encima del hombro para hacerse de un largo batazo en la Serie Mundial de 1954 es una de las hazañas defensivas más celebradas en el beisbol.

Una cualidad de Mays, además de lo multifuncional que resultaba en el campo, fue que tenía un sentido muy fino para entender el papel predominante que estaban ganando los deportes como espectáculo masivo. Por esa razón no sólo daba todo como atleta, sino además sabía que sus audacias le agregaban pimienta al juego que arrancaban alaridos al público.

Cuentan que Mays incluso solía utilizar una gorra que le quedaba grande para que cuando corriera o se lanzara en una jugada saliera volando y hacer el acto todavía más dramático.

El popular grupo de swing The Treniers compuso en 1955 una canción dedicada al pelotero de los Gigantes que lo dibujaba en toda su alegría y audacia. “Corre las bases como un tren chu-chu / Gira alrededor de la segunda (base) como un avión / Su gorra sale volando cuando llega a tercera / Y regresa al home como un águila”, cantaban a coro con un ritmo muy juguetón.

Y décadas más tarde, Mays volvió a involucrarse con la música en un video del grupo boricua Calle 13 para la canción Adentro. En el clip, el pelotero de los Gigantes le entrega un bate a Residente, el vocalista, quien lo recibe para destruir un auto deportivo de lujo que representa el poder del crimen. El tolete lleva inscrito el nombre del jugador afroestadunidense.

Mays murió dos días antes de un juego entre los Gigantes y los Cardenales de San Luis, en el que se honraría a las Ligas Negras en el Rickwood Field de Birmingham, Alabama.

Grandeza de costa a costa

Todo el beisbol de las Grandes Ligas está de luto hoy, cuando nos preparamos para reunirnos en el mis-mo parque donde comenzó una carrera y un legado como ningún otro, expresó el comisionado Rob Manfred. “Willie Mays llevó su brillantez en todos los aspectos desde los Black Barons de la Liga Negra Americana hasta la franquicia histórica de los Gigantes, de costa a costa en Nueva York y San Francisco.

Willie inspiró a generaciones enteras de peloteros y fanáticos a medida que este deporte creció y se ganó de verdad su lugar como nuestro pasatiempo nacional. Sus logros y estadísticas increíbles apenas sirven para comenzar la descripción de la maravilla que era ver a Willie dominar el beisbol en cada forma imaginable. Nunca olvidaremos a este verdadero Gigante, dentro y fuera del terreno.

A lo largo de 22 temporadas, casi todas con los Gigantes de Nueva York y luego de San Francisco, Mays bateó para .302, conectó 660 jonrones, totalizó 3.283 hits, anotó más de 2 mil carreras y ganó 12 Guantes de Oro.

Por encima de sus números, Mays fue el jugador utilizado como barómetro para medir la grandeza en el diamante. Cuando algún jugador empezaba a despuntar en las décadas de los 50 y 60, se solía decir, pero no es Willie Mays.

Mays, sin embargo, declaró alguna vez que siempre tuvo ayuda de su torpedero, y después su mánager Alvin Dark, quien solía darle señales por la espalda.

Mostraba un dedo cuando el lanzamiento era una recta; dos cuando era curva, relató Mays. “Así podía adelantarme a la pelota".

Cuando le preguntaron una vez su secreto para ser tan buen bateador, dijo que había copiado todo.

Lo aprendí observando a (Joe) DiMaggio, señaló. Siempre lo imité.

Mays fue el Novato del Año de la Liga Nacional en 1951, y su Jugador Más Valioso en 1954 y 1965. Además, es uno de pocos jugadores que conectaron más de 50 cuadrangulares en una temporada más de una vez, y uno de 16 (hasta 2014) con cuatro vuelacercas en un mismo partido, gesta que consiguió el 30 de mayo de 1961 en Milwaukee.

Honestamente, puedo decir que nunca traté de batear un jonrón a propósito, bromeó una vez. “De hecho, sé que si tratara de hacerlo, probablemente saldría un elevado de out”.

Mays fue más que sus cifras, y será recordado por la espectacular manera en que jugó. De hecho, su increíble atrapada que ayudó a los Gigantes a ganar el primer parti-do de la Serie Mundial de 1954 es una de las jugadas defensivas más famosas en la historia del beisbol.

Los Gigantes y los Indios de Cleveland estaban empatados 2-2 en la octava entrada en el estadio Polo Grounds de Nueva York, cuando Vic Wertz conectó un batazo que recorrió unos 400 pies hacia el jardín central, con dos hombres en base. Mays corrió hacia el muro, de espaldas al cuadro, y atrapó la pelota por encima del hombro. Esa jugada ahora es inmortal, como el propio Willie Mays.

Con información de Ap

 

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