Según las versiones extraoficiales de las palabras de la VPE durante una reunión con los virtuales legisladores electos, que entrarán en funciones el 1º de septiembre próximo, los compromisos hechos en Morena se cumplen (ese fraseo fue mencionado específicamente por Monreal, asumiendo que será él quien lidere los trabajos en la Cámara de Diputados).
El compromiso no fue diseñado, sino aceptado por Sheinbaum, como parte del proceso que el presidente López Obrador echó a andar tres años atrás al decir: “Ahora sí que ya no hay tapados: yo soy el ‘destapador’ y mi ‘corcholata’ favorita va a ser la del pueblo, ésa es la regla. La gente va a decidir en su momento en forma libre, democrática”.
Los términos de destapador
y corcholatas
provienen de tiempos de Luis Echeverría Álvarez, quien hizo abrir el juego sucesorio con seis aspirantes, para desplazar al secretario de Gobernación, Mario Moya Palencia, y optar por el de Hacienda, José López Portillo. A su vez, Miguel de la Madrid organizó una pasarela de seis aspirantes, entre los que se contaba a Manuel Bartlett, secretario de Gobernación, aunque el dedo presidencial se posó finalmente en la carta preconcebida, Carlos Salinas de Gortari.
De las seis corcholatas del juego de ilusionismo elaborado por López Obrador dos son ajenas formalmente a Morena: Manuel Velasco, del Verde, y Gerardo Fernández Noroña, no afiliado, pero impulsado por el PT. De las cuatro piezas restantes, una resultó ganadora (Sheinbaum) y tres no parecen susceptibles de la entrega de una confianza política plena por parte de la ahora VPE.
Véase caso por caso: Monreal mantuvo una guerra interna desde 2018 contra la candidata a jefa del Gobierno capitalino, la cual se redobló en 2021 con la derrota guinda en varios lugares, sobre todo en la ahora alcaldía Cuauhtémoc, adjudicado en Palacio Nacional este sonoro fracaso morenista a maniobras divisionistas del zacatecano, con la aberrante Sandra Cuevas como ganadora en lo inmediato.
Marcelo Ebrard mantuvo una postura de menosprecio a Sheinbaum e incluso de impugnación formal ante órganos partidistas, atribuyendo a la ahora VPE y a miembros del equipo central de López Obrador maniobras de delictividad electoral, graves acusaciones de las que hasta ahora no se ha desdicho formalmente, ni ofrecido disculpas o explicaciones.
Adán Augusto también regateó reconocimiento claro y oportuno a Sheinbaum: ausente en ceremonias clave para la consolidación de la científica capitalina, concentrado en presionar para que en Tabasco quedara una pieza que le fuera cercana y no el distante Javier May. Con amplio historial polémico, López Hernández podría ganar a Monreal y Ebrard en cuanto a expedientes oscuros recientes, sobre todo por la cascada de recursos de origen inexplicable, o muy explicable, que sirvieron para apoyar una campaña tan ostentosa como fallida, con financistas preocupantes.
El mantenimiento de apariencias unitarias durante la campaña electoral es entendible, pero con la enorme legitimidad proveniente de las urnas, ya como virtual presidenta electa, resulta difícil precisar cuáles serían las ganancias políticas de Sheinbaum al entregar cargos importantes (sugerir
a los legisladores entrantes) a Monreal y a Adán en las cámaras y, según algunas versiones, a Ebrard en el gabinete.
Los compromisos reales de los tres personajes no son con Sheinbaum, aunque ella ahora debe asumirlos en acatamiento de un viscoso compromiso aherrojante, de un jactancioso cumplimiento de palabra que los integrantes de la mencionada trinidad de beneficiarios no cumplieron a plenitud en su momento. ¡Hasta mañana!
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