Los datos fríos y duros aseguran que en este sexenio se benefició, también, a los grandes capitales; que no hubo expropiaciones –como suponían– ni atentados contra la propiedad privada. México no se convirtió en Venezuela ni en Cuba, pero cierto grupo de apóstoles de la derecha quieren que las cosas cambien.
Un buen amigo, empresario de verdad, me invitó a conversar y me preguntó si la vereda que tomaría Claudia Sheinbaum al inicio de su administración perfilaría un gobierno como el que se vive en Venezuela.
Debo confesar que de pronto me sentí confundido. Mi amigo es un hombre inteligente que no obstante parecía uno más de esos a los que el cúmulo de información –falsa, en gran medida– no les permite razonar con claridad y se convierten en ecos de necedades.
Revisé con él la información que le obligaba a dudar sobre el destino inmediato de México. Lo mismo los beneficios para los adultos mayores que las actividades empresariales que le han dado un buen crecimiento al país. También dimos cuenta de que los capitales de otras partes del mundo han llegado a asentarse, sin ningún temor, a nuestro país, y del empleo que aumentó de forma drástica.
Pero como astilla algo le molestaba y por fin lo soltó: es que Claudia va a hacer lo mismo que López Obrador
. Respondí: entonces la iniciativa privada va a seguir en ascenso y los capitales van a vivir un buen momento ¿no?
El tema cambió, pero me quedó la idea de que es tal la confusión que han provocado las noticias falsas que las contradicciones obvias conviven en un solo relato dañino. El asunto no es México, eso no les importa, lo que pretenden es derrotar de alguna manera a López Obrador, que les ha ganado de todas, todas.
No quieren que Claudia sea una calca –que no lo será– de López Obrador, aunque este sexenio les haya dado a los banqueros, por ejemplo, sus más grandes ganancias en la historia, lo que nos deja en claro que el asunto no es el rumbo, sino el hombre.
Ahora buscan un rompimiento interno, aunque esto le pudiera costar a la iniciativa privada en general grandes pérdidas. En pocas palabras: el odio a AMLO los ha convertido no en enemigos, sino en verdugos de su propio gremio, de sus pares.
Tendrá que ser la propia iniciativa privada la que lidie con las voces que desinforman y que siembran la desconfianza entre ellos, pero además deberán corregir sus sistemas de información para tener datos ciertos y concretos de lo que sucede en el país, de los temas que les interesan.
Afortunadamente, la mentira y el odio no fueron suficientes para destruir los acuerdos que a final de cuentas sí funcionaron y la inversión fluyó y el producto interno bruto creció, pero habrá que tener cuidado con aquellos que insisten en ganar una batalla, aunque sea una, a López Obrador. Porque saben que su guerra está perdida, están dispuestos a todo.
De pasadita
De ninguna manera es una buena noticia la muerte oficial del Partido de la Revolución Democrática. Su deceso y hasta el luto por ese motivo ya se habían dado. Hace mucho murió ese partido, tal vez por ello y por los desatinos en su agonía hoy no se derramó ni una lágrima por el PRD.
Es más probable que los autores de su muerte hoy celebren el deceso porque ya han fraguado un nuevo engaño. En los funerales amarillos, sus asesinos anunciaron la creación de un nuevo organismo al que pretenden inscribir en el lado izquierdo de la política, como si no hubieran entendido que a ellos, a los chuchos, a los que mataron al PRD, ya nadie puede creerles y que la gente los puso en el mismo cajón político en el que enterraron a ese partido.