Bogotá. Un pequeño pueblo de viviendas de madera y techos de zinc, con calles polvorientas, muchos bares, una escuela y unas cuantas panaderías, aferrado a la cumbre de una montaña perdida en la cordillera de loa Andes, ha logrado entrar en la agenda diaria de las noticias de Colombia a punta de tiros, explosivos y ataques aéreos, como el ocurrido hoy con drones-bomba activados por las disidencias de las Farc conocidas como Estado Mayor Central (EMC).
Definido por el ejército y las fuerzas rebeldes como el lugar más estratégico en la guerra que se libra en el departamento del Cauca, El Plateado amaneció este lunes arrullado por el zumbido de una flotilla de drones, manejada desde una montaña vecina, que hacia las 10 de la mañana descargó poderosas cargas explosivas, dejando aturdida a la población y ocasionando importantes daños materiales, pero no víctimas.
Habitantes del caserío relataron a medios radiales que tanto los zumbidos de los drones como las explosiones que vienen con ellos ya hacen parte del paisaje sonoro de todos los días, lo cual no sólo ha creado un clima de pánico colectivo, sino que ha causado daños auditivos a la población.
Situado a unos cien kilómetros del lugar donde ayer fue objeto de un atentado el padre de la vicepresidenta Francia Márquez, El Plateado fue la ficha de hoy en el interminable efecto dominó que afecta al Cauca, campo de batalla por excelencia de la nueva guerra que -según expertos- parece estar germinando por una importante porción de la geografía colombiana.
“Tercer ciclo de la guerra contemporánea nacional”, como la denomina el politólogo e historiador Horacio Duque, quien dijo a La Jornada que “estamos ante conflictos armados y nuevas modalidades de guerra irregular caracterizados por la flexibilidad, las innovaciones tecnológicas y la potente influencia de la política y las comunicaciones. Se nos creció el enano y no acertamos en las salidas”.
Maestros a la calle
Entre tanto, las principales calles del centro de esta capital fueron ocupadas esta mañana por miles de maestros agrupados en la poderosa Federación Colombiana de Educadores (Fecode), fiel aliada del gobierno, que protestaban contra varios artículos de una ley estatutaria de educación que cursa en el Congreso.
Aunque la mayoría de analistas dan por un hecho el hundimiento del proyecto, luego de que las fuerzas políticas que apoyan al gobierno no pudieran llegar a acuerdos con sectores independientes, los educadores marcharon para advertir que la iniciativa “rompe con los principios básicos de lo que es el derecho fundamental a la educación”.
“En estas condiciones, lo que preferimos como magisterio es que el proyecto se hunda a que se apruebe la ponencia presentada por las fuerzas tradicionales de la oposición”, explicó Martha Alfonso, vocera de Fecode.
Para que pueda continuar su trámite legislativo, el proyecto debe ser aprobado en sesión plenaria del Senado antes del 20 de junio, día en que termina la actual legislatura.