Aun cuando en la inmediatez visual parezca positiva la estampa de continuidad que Andrés Manuel López Obrador y Claudia Sheinbaum Pardo ofrecen a través de sus giras en los estados, bajo la batuta del saliente y la aquiescencia de la virtualmente entrante, en términos de rigurosidad política parece necesario que la segunda asuma su compromiso individual (así sea manteniendo la continuidad programática de la llamada 4T, pero en sus términos y circunstancias personales), para evitar que se fortalezca la suposición de que el primero pretende mantener una apenas disimulada hegemonía transexenal, con una heredera a la que no se permite despegar el vuelo con sus propias alas.
La gira de fin de semana por tres estados del país, entre declaraciones amables de Scheinbaum, que al menos en términos de ortodoxia parecen mostrar su acomodo fluido a las condiciones que la realidad le impone, significó más compromisos transexenales. En Tamaulipas, el entendimiento con el aparato del gobernador Américo Villarreal que implica peso y poder de factores oscuros que históricamente han regido en la entidad. En Durango y Coahuila, los dos únicos estados bajo gobierno priísta, el entendimiento con factores supraelectorales de poder regional como la empresa de productos lácteos Lala, a cuyo beneficio y sin exigir restituciones por el daño infligido a la región se ha construido el sistema Agua Saludable, que beneficia especialmente a las grandes empresas, como la mencionada, con la amable colaboración de Conagua, que gasta y gasta por encima de los proyectos originales, en plena consonancia con esos grupos empresariales dominantes. Conagua, el organismo desconcentrado de la deficitaria Semarnat, a cargo de María Luisa Albores.
En ese contexto de fijación de límites se desenvuelve el pálido intento claudista de eludir el calendario y los términos que el Presidente saliente impone en cuanto a la polémica reforma judicial. A pesar de que la entrante ha tratado de abrir cauce a ciertas formas de diálogo que le permitan a ella negociar y trazar rutas en cuantos lo que suceda en el septiembre de la convivencia bicéfala, que será de su responsabilidad sexenal, se va imponiendo la postura de que tal diálogo será solamente en función de “oír,” pero no debatir ni mucho menos cambiar puntos sustanciales de la citada reforma.
Hoy, para agregar solidificación al armado septembrino aprobatorio, Morena, como partido, dará a conocer los términos de encuestas que ha ordenado realizar a empresas demoscópicas. El enigma, en realidad, no está en el rechazo o aprobación de la muy citada reforma, sino en la manera como se ha de procesar, es decir, si se impondrá el plan obradorista de un septiembre a rajatabla o las pretensiones claudistas de darle tiempo y aire a tal proceso.
Por cierto, desde una indiscutible posición de izquierda, Abraham Nuncio, escritor y analista político radicado en Nuevo León, ha hecho circular sus reflexiones que, entre otros puntos, apuntan que “se requiere construir una nueva oposición que funcione democráticamente (dentro) de su partido y que sea creíble a base de honestidad y diligencia política (...) (Pero) Ya lo vemos, en lugar de proceder a la autocrítica apelan a la justificación ilógica de su derrota, a la traslación de culpas y a la arremetida contra el INE (que ahora sí se toca)”.
Así que, indica Nuncio, “a quienes no formamos parte del gobierno que presidirá la doctora Sheinbaum, nos queda la obligación ciudadana de dar seguimiento a sus promesas de campaña, a fin de valorar aquellas que su gobierno cumpla cabalmente, pero también de señalar de manera crítica y puntual aquellas que prometió y no está cumpliendo en el ámbito que le corresponde. E incluso, a edificar una conciencia que dé cauce a la vertebración, la responsabilidad, la información y el respeto a la sociedad no estatal para generar propuestas que ella haya omitido y que son absolutamente necesarias para resolver los grandes problemas nacionales”. ¡Hasta mañana!
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