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"Ahora sí murió El Patio, y la verdad se siente gacho, muy feo": José Luis Yga

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La actriz y cantante Angélica María frente al mítico centro nocturno. Foto cortesía de José Luis Yga
14 de junio de 2024 08:23

Ciudad de México. El Patio quedó herido de muerte el 15 de octubre de 1994. Nadie imaginaba que el de la cantante Lupita D’Alessio sería el último show en ese mítico centro nocturno. Incluso, en su marquesina se anunció durante varias semanas, en grandes letras negras, cuatro presentaciones de José José para fines de ese mismo año, del 28 al 31 de diciembre, las cuales nunca ocurrieron.

Comenzó así un abandono de tres décadas del que fue uno de los sitios más exclusivos y emblemáticos del mundo del espectáculo de la Ciudad de México durante más de medio siglo, hasta que finalmente sucumbió el pasado 3 de junio, al desplomarse su fachada y marquesina.

Ahora sí se murió El Patio, y la verdad se siente gacho, muy feo. Se derrumbó y no queda piedra sobre piedra. Habían quemado ya la marquesina, el 25 de abril de 2022, lamenta el músico José Luis Yga, quien con su grupo Comparsa Internacional actuó allí de forma ininterrumpida durante más de dos décadas, de 1971 a su cierre definitivo.

Éramos un grupo proveniente de Saltillo (Coahuila) que llegó para suplir a Los Socios del Ritmo, que tenían una gira por Veracruz. Hicimos la audición y gustó nuestra manera de tocar; la propuesta original era sólo por siete días, ¡y nos quedamos 24 años!, recuerda el intérprete.

Para este multinstrumentista –toca saxofón, flauta, clarinete, trombón, órgano, acordeón y percusiones– es imposible no emocionarse cuando habla del que fue no sólo su medio de sustento, sino casi su casa, pues permanecía allí de lunes a sábado de nueve de la noche a las cuatro de la madrugada.

Por ello, considera su deber aclarar la información, a su decir falsa, que ha circulado desde hace años, y que ahora ha sido retomada con motivo del reciente derrumbe, de que El Patio cerró porque no pudo competir contra los conciertos masivos en el Auditorio Nacional y el Palacio de los Deportes.

Es mentira. En aquellos años mucha gente decía que por nada del mundo cambiaría un noche en El Patio, por una butaca del Auditorio,, dice en una clara paráfrasis del pasodoble Silverio Pérez, de Agustín Lara.

Error de diciembre

Asegura que el cierre de ese ícono de la vida nocturna capitalina, donde se presentaban las principales luminarias del momento y que tenía por clientela a empresarios, políticos y figuras de la farándula, se debió al error de diciembre.

Cabe mencionar que así se conoce a la grave crisis financiera que experimentó México en las postrimerías de 1994, ante la falta de reservas internacionales y la devaluación del peso con las que Ernesto Zedillo arrancó su sexenio.

Cuenta José Luis Yga que después de aquella última presentación de Lupita D’Alessio, el recinto cerró para cambiar su techo de dos aguas, debido a las numerosas goteras que tenía en época de lluvias. Era un cierre temporal, remarca, pues se tenía previsto que al terminar esos trabajos se reabriría con las mencionadas cuatro presentaciones de José José.

“Pero vino ‘el error de diciembre’ y fue imposible para el propietario, don Francisco Aguirre, hacer frente a los contratos de los artistas, sobre todo de los extranjeros, porque cobraban en dólares, y eso elevaba mucho los costos en pesos”, sostiene.

“Ésa fue la causa principal, no la competencia. El Patio era el templo de la vida nocturna en México. Un lugar mágico, con ángel; desde el momento de entrar, se disfrutaba todo: el ambiente, la cena y los shows. Ni el Auditorio Nacional, ni el Palacio de los Deportes, ni El Premier (otro centro nocturno, ubicado al sur de la capital) le hacían mella.”

Infinidad de vivencias, recuerdos y anécdotas acuden a la mente del músico coahuilense, para quien ese centro nocturno ha sido un pasaje muy importante en su vida. Allí comenzó, con la italiana Raffaella Carrà, también su carrera como ingeniero de audio, en la que se mantiene activo a sus 79 años y que, entre otras satisfacciones, le permitió trabajar 18 años al lado de El Príncipe de la Canción.

José Luis Yga tiene muy fresco en la memoria el fino trato y amabilidad con los que Manuel Gómez Tovar, el gerente, trataba a la clientela, los artistas y el resto del personal, saludándoles siempre por su nombre y estando atento a sus requerimientos: Por desgracia, ya falleció; me atrevería a decir que, si volvieran a abrir El Patio, sin él ya no funcionaría.

Con su aforo de entre mil 100 y hasta mil 500 personas, sus memorables llenos que incluso obligaban a colocar manteles encima de las bocinas y el piano para convertirlos en improvisadas mesas, los bailes en sus tres pistas y los espectáculos de los artistas, la de ese emblemático centro de esparcimiento ocupa un lugar notable en la historia de ese México que se fue.

Si bien a aquel músico no le tocó alternar con las grandes figuras internacionales que allí se presentaron antes de que él se incorporara al lugar, como Judy Garland, Louis Armstrong y Édith Piaf, sí compartió veladas con Sammy Davis Jr, Lynda Carter (la protagonista de La mujer maravilla de la década de los años 70), el legendario Ray Conniff, Debbie Reynolds,Paloma San Basilio, Camilo Sesto y María Conchita Alonso.

Y de la pléyade nacional, prácticamente con todos los grandes de las décadas de los años 70, 80 y parte de los 90, como Juan Gabriel, José José, Emannuel, Yuri, Dulce, Denisse de Kalafe, Lucía Méndez, Imelda Miller, Marco Antonio Muñiz, Lucero, Alejandra Guzmán e Ignacio López Tarso, que se presentó con sus corridos, así como Manuel El Loco Valdés.

Un lugar de tal naturaleza no está exento de chismes ni rumores. Entre estos últimos, José Luis Yga menciona una supuesta propuesta que hizo Luis Miguel de comprarlo en 13 millones de pesos; o que actualmente hay un interés de adquirir el predio para hacer un centro comercial.

Hay mucho que decir de El Patio. Pero lo más importante es que fue un gran lugar, único, en el que literalmente se veían las estrellas, y no sólo en el escenario, sino porque su plafón habían pequeños puntos brillantes, finaliza José Luis Yga.

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