Madrid. Pablo Ruiz Picasso fue un renovador del arte, impulsor de las vanguardias y los nuevos lenguajes a lo largo del siglo XX, pero en ocasiones su obra se ha visto de forma segmentada, como si su faceta cubista fuera totalmente ajena al clasicismo o al surrealismo. De ahí que el Museo Picasso de Málaga decidió renovar su colección permanente y darle un giro, tanto en cuanto a las obras expuestas como a la forma de entender el legado artístico del pintor malagueño. Se decidió llamar la exposición, que durará tres años, Pablo Picasso: estructuras de la invención. La unidad de una obra, y cierra de alguna manera las actividades, muestras, debates y conferencias que se han realizado a lo largo de los meses recientes en torno al 50 aniversario del fallecimiento (1973) del artista español.
Después del exhaustivo y prolífico Año Picasso, que comenzó a finales de 2022 y culminó en abril pasado, el recinto cultural malagueño abordó desde una perspectiva novedosa el conjunto de su obra, con el convencimiento de que pese a la gran variedad del arte de pintor, los temas de sus piezas se ciñen a las formas tradicionales del arte occidental: la figura humana, la naturaleza muerta y el paisaje. La nueva colección permanente del Museo Picasso de Málaga está formada por 144 piezas, 10 de ellas nunca antes vistas en España.
Gama de estilos
De ahí que en la nueva exposición permanente del recinto andaluz estén presentes el Minotauro, las corrida de toros, la familia, el erotismo y las figuras femeninas, pero se van mezclando o dialogando por medio de óleos, grabados, esculturas y cerámicas, en una amplia gama de estilos que reflejan finalmente su trayectoria vital. Es una forma de recordar que Picasso renovó el arte redefiniendo tradiciones e inventando nuevas formas de expresión artística.
El principal responsable teórico de esta nueva forma de ver a Pica-sso fue el profesor de historia del arte de la familia Kluger en el Trinity College de Hartford, Michael FitzGerald, quien explicó que la creatividad de Picasso surgió de dos inspiraciones aparentemente contrapuestas: innovación y retrospección
, y también que la interacción de estos dos conceptos define los caminos creativos que le permitieron integrar el cubismo, el clasicismo, el surrealismo y sus otras innovaciones en la unidad de trabajo de toda una vida
.
Esa idea fue en la que se inspiró la exposición, que busca involucrar al espectador en el proceso creativo del artista y estimular su imaginación, creando una nueva cartografía para comprender el trabajo de este gran maestro y creador
, recalcó el profesor de arte y curador de la muestra, que sobre todo busca alejarse de las divisiones convencionales de la obra de Picasso –especialmente por periodos estilísticos y biográficos– para proponer la posibilidad de entender su carrera como un corpus artístico unificado.
Vía agotada
FitzGerald consideró agotada
esa vía de investigación con la que se mira a Picasso en la mayoría de los estudios, que se basa en las categorías estilísticas, como las épocas azul y la rosa; el cubismo, el clasicismo y el surrealismo, al punto de que su obra pareciera quedar reducida a fragmentos aislados que se acumulan unos sobre otros. Tampoco quería asumir el enfoque recurrente en el análisis de la obra de Picasso, que toma la biografía del artista como punto de partida y las compartimentaciones se efectúan a partir de sus relaciones con las mujeres; de ahí que se hable de los periodos
de Fernande Olivier, Olga Jojlova, Marie-Thérèse Walter, Dora Maar, Françoise Gilot y Jacqueline Roque.
De ahí que FitzGerald se mostró convencido de que en esta propuesta curatorial, “la unidad de una obra desafía esta segmentación, reconectando las etapas de la carrera de Picasso. Es una miscelánea de etapas y también de técnicas –pinturas, esculturas, cerámicas, dibujos y obra gráfica–, con lo que las nuevas conexiones ilustran la manera en que la asombrosa creatividad del artista permaneció arraigada tanto en sus creaciones anteriores como en sus últimas innovaciones”.
Las 144 obras expuestas abarcan además un largo periodo histórico, desde 1895 hasta 1972, y la mayoría son piezas cedidas de forma temporal por la Fundación Almine y Bernard Ruiz-Picasso (FABA), incluyendo tres óleos, una escultura, una cerámica, tres dibujos y dos cuadernos de dibujo que por primera vez se podrán contemplar en España. En este grupo de obras destacan los óleos Paul (hijo del artista) (1922) y Cabeza de mujer (1928), así como la escultura Mujer acodada (1933) y Plat espagnol decorado con una cabeza de toro (1957).
El curador explicó que “Paul es un retrato que Picasso hizo de su primer hijo, cuya representación en forma de boceto transmite tanto la informalidad de un niño atrapado en ese momento como la elegante belleza del resurgimiento de los estilos clásicos de Picasso, mientras Cabeza de mujer nos enfrenta a los extremos de emoción y las oscuras profundidades de la sique que el surrealismo convirtió en el tema principal del arte e inspiró gran parte de la obra de Picasso a finales de los años 1920 y 1930. Mujer acodada explora las posibilidades que ofrece el yeso como soporte, y en el Plat espagnol decorado con una cabeza de toro, los ojos, el hocico aplastado y la boca ancha evocan una vez más la combinación de ser humano y bestia del Minotauro, y tal vez incluso al propio Picasso”.
La exposición se podrá ver en el Museo Picasso de Málaga a lo largo de los próximos tres años y con la que cierra el Año Picasso, del que además se publicó recientemente una memoria en la que se detallan las 46 exposiciones en España y fuera del país, sobre todo en Francia y Estados Unidos, que fueron vistas por más de 6 millones de personas. Para llevar a cabo esta sucesión de actos y exposiciones se coordinaron las instituciones culturales de España y Francia, además de varios museos vinculados a la obra del artista malagueño y colecciones públicas y privadas de ambos países.