La obra de teatro Concierto para tres y una moneda, que aborda el abandono geriátrico a través de un lenguaje musical y de carnaval, propone que “la felicidad no es un objetivo a tener a los 80 años, sino que se trata de vivir el presente en cada etapa de nuestra vida”. Así lo dijo Sebastián Valdés, director del montaje cuya temporada concluirá el próximo 27 de junio.
El dramaturgo explicó a La Jornada la escenificación de la compañía Tranvía Teatro combina las experiencias de un concierto de rock o de música popular con la del teatro independiente en la Ciudad de México; inspirada en dos experiencias uruguayas: el Cuarteto de Nos y la murga fundada en 2001 Agarrate Catalina.
Valdés reseñó que “habla principalmente del miedo. Somos una compañía muy joven que tiene muy presente qué va a pasar en un futuro con las decisiones que tomamos en la actualidad. Los personajes son dos adultos mayores que reflexionan sobre sus decisiones de vida.
“Roberto siguió sus sueños y se convirtió en un locutor de teatro y doctor en antropología, es muy letrado y, sin embargo, no es feliz porque siente que no valía la pena. Por el otro lado, Mario se ajustó a lo que la sociedad esperaba de él y se lamenta porque considera que de haber seguido sus sueños habría conseguido una mayor felicidad en su tercera edad. Es la expresión de nuestros miedos generacionales sobre el abandono geriátrico”.
Sebastián Valdés (Astor Notrem) recordó que el texto dramatúrgico se basó en entrevistas para mostrar los pensamientos y el tren emocional que transitan los personajes: “Vivo en una comunidad muy pequeña compuesta casi totalmente por adultos mayores, en la que se da mucha prioridad a sus necesidades y, sin embargo, parecen seguir siendo como un accesorio a sus hijos o las personas que los cuidan”.
Para su realización empleó el lenguaje de los espectáculos de murga, “que en Uruguay es un conjunto de personas que desarrollan espectáculos para el carnaval, de denuncia social, y utilizan la música para expresarse. Un mecanismo usan para no caer en lo trágico, en el abandono anímico del público, es cerrar con una nota esperanzadora o de reflexión que dé una conclusión más amable”.
En su caso, expuso Valdés, “regresamos a la infancia de los dos personajes, los vemos jugar como niños, aún con los actores encarnándolos en la tercera edad, y desarrollar este vínculo palmario con el que se conocieron y desarrollaron su amistad”.
El trabajo para desarrollar a sus personajes inició con ejercicios de los actores María Valdez, José Ángel Juárez y Martín Pizano con “una máscara que por sí misma no refleje ninguna emoción y los obliga a buscar expresar corporalmente primero las acciones desde su individualidad y, después, desde el análisis que ellos hicieron del texto poder construir una escultura corporal de los personajes, un poco con la teoría de Meyerhold de la biomecánica para construir las memorias, las experiencias y las emociones”.
Concluyó que “nos gustaría, obviamente cada persona percibe las cosas de forma distinta, que los asistentes se fueran con una suerte de alivio de que sí somos una mota de polvo y nuestras decisiones sólo tienen peso para nosotros mismos, pero que eso está bien. No tenemos que ser obras maestras como personas para ser felices y la felicidad no es un algo que a los 80 años debas decir ‘me siento feliz’, sino que se va construyendo”.
La obra Concierto para tres y una moneda tendrá funciones los jueves de junio, a las 20 horas, en el 77 Centro Cultural Autogestivo (Abraham González número 77, colonia Juárez).