Acordaron abrir una válvula de escape ante la tensión financiera y cambiaria por la reforma judicial. Las fechas quedaron en una ajustable imprecisión: sí, la “idea” es septiembre, en el delicado último mes del actual Presidente de la República, que coincidirá con una nueva legislatura federal con muy probable mayoría calificada de Morena y sus aliados en San Lázaro y, en el Senado, muy alcanzable con los números propios del guinda y sus asociados, más unos cuantos votos negociables con algunos integrantes de la oposición que estén en modo de colaboración.
Es decir, un septiembre con el máximo poder acumulado en un Presidente saliente, que desea cerrar su gestión con las reformas del plan C aprobadas, y una presidenta electa que está comprometida con ellas, pero tiene cálculos propios en cuanto a forma, modo y tiempo en función de que las consecuencias del septiembre electoral, buenas o malas, le alcanzarán a partir del 1º de octubre.
En términos gráficos todo transcurrió conforme a lo previsible. Recepción en la puerta de Palacio Nacional, efusividad presidencial, gestualidad fraterna, alzar de brazos femeninos triunfadores en corolario de aquel 30 de septiembre de 2021 en Tláhuac, luego de la inauguración de una sucursal del Banco del Bienestar, cuando durante cinco segundos López Obrador puso su mano en alto para señalar con un dedo electoral a la adjunta jefa de Gobierno, en lo que se interpretó como la indicación de que “es Claudia” (David Santiago: https://goo.su/HYPVKz).
En la generalidad política, según lo relatado por Sheinbaum en una conferencia de prensa que, al menos como transcurrió ayer, pareció distante de la continuidad desbordada de las mañaneras andresinas (pocas preguntas aceptadas, respuestas cortas, amabilidad sin anecdotario), el saliente y la entrante llegaron a acuerdos que hablarían de la flexibilidad del anfitrión y la cautela de la visitante: sí, adelante con las reformas constitucionales que fueron votadas abundantemente por la población, pero con instrumentos de cálculo político de la científica.
Con el amago de la paridad cambiaria peso-dólar y de la Bolsa Mexicana de Valores, entre otros indicadores al acecho, Sheinbaum hizo sentir que se buscará que la reforma judicial, la más polémica de esas propuestas, sea aprobada en septiembre, junto a otras cuatro iniciativas “prioritarias”. Pero al mismo tiempo consiguió que se pueda dar una serie de consultas y deliberaciones de gran amplitud, obviamente con la posibilidad de cambiar más que comas a la iniciativa obradorista.
Pero, “la idea es que las reformas se aprueben en septiembre; estas que estamos planteando serán las primeras, o por lo menos en los primeros meses”. Incluso, en la nota firmada por Alma Muñoz, Emir Olivares y Alonso Urrutia en La Jornada (https://goo.su/CkJUW), se señala: “Y ante la pregunta sobre cuándo le gustaría que estuvieran aprobadas, la próxima mandataria comentó que confía que sea en septiembre o incluso antes de que termine el primer periodo de sesiones de la siguiente legislatura”. Sí, septiembre, o “en los primeros meses” o “antes que termine el primer periodo de sesiones” (que culminará a finales de diciembre).
Otros puntos interesantes de la conferencia de la virtual presidenta electa: la semana entrante dará a conocer su gabinete, buscará ajustar agendas para acompañar al presidente López Obrador en algunas giras, impulsará reformas para beneficiar con programas sociales a mujeres de 60 a 64 años y se buscará que no haya más relección continua en senadurías, diputaciones y presidencias municipales.
Astillas
Triste final del Partido de la Revolución Democrática, aunque falta la decisión final del Tribunal Electoral federal e, incluso, la eventual recomposición de fuerzas que le devuelva el registro como partido nacional. Fue un partido esperanzador para la izquierda electoral y otras fuerzas escindidas (sobre todo, del PRI)... ¡Hasta mañana!
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