La pregunta obligada es: ¿para qué demonios quiere la derecha un partido político o cualquier otro organismo si desde la Bolsa de Valores y bajo el amparo de la Suprema Corte de Justicia puede condicionar e impedir el accionar del gobierno?
Veamos: frente al resultado de las elecciones y la posibilidad de que los organismos modelados por el neoliberalismo se pierdan o se modifiquen de tal forma que sean inservibles para la corrupción y el saqueo en el que vivieron las grandes empresas trasnacionales, principalmente, su reacción resulta violenta y acuden a la estrategia de la amenaza, y luego la destrucción tantas veces utilizada para imponer sus intereses por sobre la ley o la justicia.
Así se explica la devaluación del peso y la caída de la Bolsa Mexicana de Valores. Sin embargo, la situación es aún más compleja si nos detenemos a analizar los porqués. La mayoría, tal vez todos los organismos de la fuerza económica del país, dieron la bienvenida desde días antes de la elección a Claudia Sheinbaum como triunfadora; no obstante, pegan un coletazo de furia para mostrar su inconformidad con la ciudadanía que le otorgó a la 4T el poder para ejercer los cambios que se requieran para hacer más justa nuestra sociedad.
Se dijeron sorprendidos por la decisión de las mayorías, pero eso es un argumento falaz, demagógico, que pretende engañar con el discurso del equilibrio entre poderes a quienes ejercieron su voto a favor de Morena, y refuerza los argumentos de los que se niegan a ver y aceptar la estrepitosa derrota.
De entre los cambios que plantea la 4T, la reforma al Poder Judicial es primordial porque es la Suprema Corte de Justicia de la Nación y todo su sistema en el país la más importante red de protección de los intereses neoliberales. Nadie debe dudar, porque los hechos así lo demuestran, que los fallos de la Corte o de los jueces han favorecido a las empresas trasnacionales.
Por eso, quien ganara las elecciones salía, hasta cierto punto, sobrando; ellos mantendrían intocado el Poder Judicial, desde donde se toman decisiones que afectan la vida pública. En pocas palabras: podrían gobernar –en las áreas de su interés– sin necesidad de ganar la elección.
La experiencia reciente les dice que ir a la elección de jueces, ministros y magistrados podría llevar a la destrucción del Olimpo que han creado en las instancias encargadas de ejercer la justicia.
Perder su red de protección, dejar que en la Suprema se beneficie a quienes no alcanzan justicia porque no les alcanza el salario sería una desgracia, una inflexión, por lo menos, en la línea de acción neoliberal.
Por eso tiran el peso, por eso debilitan la bolsa. No es que quieran equilibrio de poderes, quieren un poder desde donde pueden beneficiarse con los dictados del gobierno.
De todas formas, ellos buscan que sus amenazas encuentren tierra fértil para amedrentar al gobierno de Claudia Sheinbaum, desde ahora, en un ataque frontal contra el presidente López Obrador, y si logran impedir el cambio en el sistema judicial, demostrarán dónde está la verdadera oposición y habrán torcido la mano de la primera presidenta de México y tomado las riendas del país. Mañana seguiremos con el asunto a menos que algo extraordinario nos lo impida.
De pasadita
Mal por Morena que utilizó una de las prácticas más aborrecidas del Prian para lograr la mayoría calificada en el Congreso local. No sabemos si las autoridades electorales deberían permitirlo, pero lo cierto es que Morena cada vez está peor. Ganaron una elección muy importante, pero por lo visto sus prácticas lo llevarán a la pudrición. Ya es hora de cambiar el destino de los organismos de izquierda.