Apenas dos días después de las elecciones del uno de julio de 2018, en Palacio Nacional se reunieron Enrique Peña Nieto y Andrés Manuel López Obrador, titular del Poder Ejecutivo federal el primero y virtual presidente electo el segundo (el peñista José Antonio Meade había reconocido su derrota esa misma noche electoral y, minutos después, lo haría el panista Ricardo Anaya).
Según lo publicado en la página que registraba las actividades del entonces candidato López Obrador (https://goo.su/pyvav), y de la cual se han tomado las correspondientes citas entrecomilladas, fue un encuentro cordial y amistoso
. Durante más de hora y media hablaron de diversos temas como el Tratado de Libre Comercio, aeropuerto, reforma energética, presupuesto y de seguridad
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Puntualizó el tabasqueño que en tanto no exista este reconocimiento legal (la declaratoria formal de presidente electo), no podríamos establecer una relación institucional como se desea. Vamos a ser respetuosos de las formas, porque la forma es fondo. No hay que precipitarnos. Todo a su tiempo
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Pero sostuvo AMLO que con Peña Nieto se pondría de acuerdo para que la transición se dé de manera ordenada, pacífica, que no haya sobresaltos y haya confianza en temas económicos, financieros
. Se comprometió a que será respetuoso de la autonomía del Banco de México, se mantendrá una política macroeconómica, con equilibrios fiscales, no habrá injerencia en temas financieros, en lo que respecta al intercambio monetario, lo que tiene que ver con la paridad del peso con el dólar
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López Obrador manifestó que le consta que cuando un presidente interviene en las elecciones no hay una auténtica, una verdadera democracia. Yo he padecido de ese intervencionismo faccioso, que no corresponde a sistemas políticos democráticos. Y ahora tengo que reconocer que, en este proceso electoral, el presidente Peña actuó con respeto y las elecciones fueron, en lo general, libres y limpias
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Aun cuando provenían de formaciones partidistas adversas, y que podrían haber coincidido en las grandes líneas pero tener naturales diferencias en lo concreto, Peña Nieto tuvo una virtual disolvencia política a partir de ese día (hubo dos encuentros más; el 20 de agosto de 2018 ya con la presencia de miembros de los gabinetes saliente y entrante https://goo.su/rBeJ21C). En los hechos, el mexiquense se hizo a un lado y concedió al presidente por entrar casi cinco meses de presencia y control político evidentes.
La reunión que se realizará hoy en Palacio Nacional tiene un contexto diferente. Claudia Sheinbaum y López Obrador no sólo provienen del mismo partido, sino que forman parte de un proyecto compartido de continuidad. López Obrador preparó, cuidó y consolidó a su ahora virtual sucesora y ha diseñado un proceso de transferencia de poder con personajes relevantes predeterminados, como puede verse en el control de las cámaras federales, con Ricardo Monreal para San Lázaro (el gran opositor de Claudia durante años) y tal vez Adán Augusto López para el Senado, todo en pago por su participación como corcholatas, o Hacienda, con un secretario transexenal, Rogelio Ramírez de la O, e incluso la probable participación en cargos públicos de alguno o algunos de los hijos del presidente saliente, uno de ellos, llamado Andy, como presunta carta presidencial rumbo a 2030.
Sheinbaum, la receptora de un histórico número de votos para la Presidencia, la jefa de una maquinaria de poder nunca vista, que incluye mayorías legislativas calificadas, o una alcanzable cercanía, en Senado, San Lázaro y Congreso capitalino, más la inmensa mayoría de los congresos estatales y de las gubernaturas, se reunirá con un presidente saliente que mantiene poder como ningún otro a estas alturas, para aterrizar los compromisos establecidos por el obradorismo y, en especial, de tiempos y formas de la reforma judicial y, como consecuencia, de la manera de frenar la embestida de inversionistas contra el peso y en la bolsa de valores. ¡Hasta mañana!
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