En junio de 2024 se siguen denunciando las decenas de disfraces que han usado los represores oficiales. El jueves de Corpus de 1971 se produjo tres años después del inicio de la respuesta democrática estudiantil a la represión gubernamental. A lo largo del movimiento nos reprimieron de muchas formas hasta desembocar en la matanza del 2 de octubre de 1968 en Tlaltelolco. En el piso 3 del Chihuahua pocos del CNH nos salvamos, la mayoría fueron detenidos por el batallón Olimpia.
En el CCH Naucalpan algunos profes y muchos estudiantes decidimos participar en la manifestación que apoyaba a los estudiantes de Monterrey y repudiaba a Echeverría Álvarez. El plan era marchar del Casco de Santo Tomás al Monumento a la Revolución.
Me incorporé al contingente del CCH Naucalpan que se encontraba a dos cuadras antes de la entrada a los campos deportivos Plan Sexenal. En Ciencias Biológicas aún seguían llegando contingentes y esperando marchar, en la vanguardia estarían a punto de llegar a la Calzada México-Tacuba. Momentos después caminábamos muy cerca de la entrada a Plan Sexenal que nos quedaba a mano derecha; casi todo nuestro contingente ocupaba a la izquierda una cuadra, una calle perpendicular atrás de nosotros y otra adelante.
Los halcones entraron por ambas calles gritando consignas que no entendía, y con pancartas que disfrazaban las varas Kendo, otros con rifles. Pensé que estábamos acorralados sin escape posible. Con un miedo terrible no sabía qué hacer. Un chavo gritó “por aquí”, señalando la caseta de entrada a los campos deportivos.
Muchos corrimos hacia ella, escogí instintivamente las canchas a mi izquierda; la adrenalina me hizo atravesar la primera cancha a una velocidad inusual en mí, la trayectoria diagonal que seguimos fue guiada por los chavos que avanzaban a más velocidad hacia la alambrada que separaba a la segunda cancha.
Antes de alcanzar la barda yo había escuchado varias veces las detonaciones; algo me recordó que cuando oyes un balazo es porque el proyectíl ya pasó. Observé que un chavo estaba montado sobre la alambrada sin moverse, otros, de un salto trepaban y con un giro caían del otro lado. A mí me costó más trabajo; vi al muchacho enganchado en el borde, su pantalón empapado en sangre a la altura de la bragueta, paralizado. Imposible ayudarlo con el pánico que me invadía. Seguí sin parar hacia el extremo de la segunda cancha donde repetíamos la escalada de la alambrada que daba a una callecita fuera de Plan Sexenal.
Cinco de nosotros tomamos un taxi Volkswagen, el taxista siguió una ruta desconocida para mí. Nos dejó en algún punto de Paseo de la Reforma. Cada quien tomó rumbos distintos. Llegué al departamento en Nicolás San Juan casi esquina con Félix Cuevas, me esperaba la que entonces era mi esposa y nuestro bebé de dos años y cinco meses.
Tengo que dejar patente que en la asamblea del CCH se hizo especial énfasis en la alta probabilidad de que se hostigaría a los manifestantes. Todos fuimos con conocimiento pleno de la situación, en especial la importancia de manifestarse en apoyo del movimiento estudiantil en Monterrey desde 1969, cuando lucharon en la UNL por ganar la autonomía universitaria y la democratización. A pesar de la violenta represión, ganaron. No del todo; el nuevo órgano “democrático”, el Consejo Universitario de la UANL, excluía a los estudiantes. En 1970 las autoridades propusieron la cuota de inscripción.
Regresando a los disfraces, como miles, he presenciado nueve estilos y sutilezas para reprimir a los movimientos sociales, defensores de territorio, sindicales, LGTB+, feministas hasta el día de hoy. Rescato la guerra sucia en los años 70 contra guerrilleros, en 1988 el neocardenismo aparece; se fusiona con la vieja izquierda política, se distancia del movimiento social, abandona sus principios, se corrompe. En el salinato asesinan a más de 400 perredistas. En los años 90 surguen el EZLN y 400 grupos defensores de derechos humanos. En 1997 una comunidad no zapatista fue obligada a irse a Acteal; el 22 de diciembre paramilitares masacran a mujeres, hombres y niños.
En 2018 escribí “no olvidemos que los trillizos, PRI-PAN-PRD se están lamiendo las heridas, ahora muchos estamos vigilando desde abajo y desde la izquierda el curso de la transición de Peña a AMLO, y al poder Legislativo y Judicial”. Miembros de la Marina en Nuevo Laredo, Tamaulipas, desaparecieron a 36 personas. Continúa el criminal desaseo en el caso de los 43 normalistas de Ayotzinapa. El 7 de agosto de 2018 en Ciudad Juárez, López Obrador dijo no olvidar nunca, pero sí perdonar frente al clamor de las familias de las víctimas que no perdonaban y exigían castigo ejemplar para los que destruyeron sus vidas.
Este martes sigo observando que lo de Ayotzinapa continúa estancado por el Ejército, siguen las hostilidades contra los movimientos sociales, defensores de territorio y derechos humanos.