El mundo, tal vez llevado por incomprensibles ciclos, hoy va por la derecha. Hace un siglo había toda una inclinación contraria a ello, éramos pro izquierda: México, Rusia, Alemania, España, Francia, Italia y ¡hasta Estados Unidos! Recordemos el épico magnetismo de La internacional.
Tales países giraban o pronto girarían por la izquierda. Hoy los vemos actuar al revés con Bolsonaro, Trump, Milei, Le Pen, Aznar, que son sus campeones.
Al usar la palabra “derecha” hemos sido generosos, la correcta hubiera sido ultraderecha, pero acertamos al nombrar a sus guías que en fondo intencional están formando agrupaciones como la española Vox, hiperconservadora, la que hace meses intentó tomar presencia en nuestro país o la recientemente creada Europe Liberty Forum destinada a ser el cerebro rector del movimiento en ese continente.
Son instituciones creadas para luchar mundialmente en favor de hegemonías que conduzcan a privilegios contrarios a todo ideario sobre justicia social. Esa ideología, sus actores y organismos reflejan tener talento, proyecto, crecientes adeptos y dinero. Son reprobables pero no incompetentes. Es mi apreciación.
En México, la derecha todavía está muy atrás de aquel logro, sigue teniendo como su medieval paladín al Yunque y sin pudor ha aceptado como guía y recaudador de óbolos a Claudio X. González a costas de exhibir con ello su fractura interna como organización política.
Con el Partido Acción Nacional (PAN) hemos pasado un semestre de desnudismo moral que debiera preocuparle más allá de su derrota presidencial. El PAN, corpus de la derecha, hoy está desecho, sin dirigencia respetable, ayuno de la decencia, clase e ilustración, rasgos que fueron sus presumidos lábaros desde su fundación. Sólo ellos eran elegantes, decentes, buenos y sabios.
Pero bajemos a nuestro momento: Si nos viera un anónimo observador extranjero, qué triste opinión sobre el país se formaría, mas es nuestra sonrojante realidad. Caeríamos en una mentira si le aseguráramos como seña de alivio que mañana desaparecerían para siempre los Bartlett, Claudios, Fox, Markos, Peñas y Calderón.
No, sus temperamentos no desaparecerán. Hoy la ultraderecha de hoy está vacía de talento, pero mañana vendrá su relevo, por eso la lucha debe ser permanente.
Del descalabro de la señora Xóchitl debe decirse que su terrible derrota es personal, es sólo de ella. La ultraderecha pluripartidista ganó disfrazada con su huipil. Le fue bien al fantasmal PAN, al carcelario PRI y al desvanecente PRD. Ganaron Alito, Marko y hasta Chucho y Enrique.
Ganaron con su maldad de fingir ser leales a una coalición imposible desde que se planteó, pero que fue bien aprovechada por ellos. Ganaron porque sin esfuerzo se libraron de la señora Xóchitl si ella hubiera sido presidenta. Perdió ella, ganaron ellos, nadie los moderará en la rebatiña de sus ambiciones. Ante su éxito, hoy bien podrían justificarse con un hecho real en el que se montaron: ella sólo fue una fugaz improvisación, ellos ganaron todo.
Se vendieron como xochitlecas y ganaron perdiendo. Hoy tienen libertad al perder con el cuento de la disfuncional coalición. Ahora ¡manos libres, todos tras cualquier hueso! Triunfaron en lo práctico: ella perdió sola, llegó sola y se va sola, ellos se quedan a la fiesta esperando que llegue el próximo inocente.
A la señora Xóchitl le queda regresarse por donde vino, a reditar sus carcajadas y palabrotas o montarse en el movimiento rosa y crear un nuevo partido. Quizá por eso ya anunció su regreso en tres o seis años, según adelantó.
Otra vez la dama se equivoca, nadie la va a esperar. La masa del movimiento rosa está motivada, pero es inestable, pronto correrán a sus orígenes. Se encendieron sólo como reclamantes. Su momento está dado, debe aprovecharlo.
Positivo: a la señora sí le alcanzaría para promover un nuevo organismo. Eso sería sano para el sistema, es deseable un sistema plural, con fuerzas de vigor semejante a los otros en sus gloriosos tiempos. Puede no gustarle a Morena, pero sería un bien para el país.
La ultraderecha mexicana subió a la lid, más que en el pasado reciente, a uno de sus mayores campeones, la Iglesia católica mexicana la que abiertamente, mediante sus santidades episcopales, hizo su parte promotora del voto.
Esa comunidad hoy también ganó, no tendrán que contemporizar con un gobierno de derecha. Van libres contra el Estado, como siempre. El otro pilar, el empresariado, por falta de simpatías con Claudio X., quedó despoblado, fracturado, acuerpado como tradicionalmente en los concanacos, concamines y canacintros. Sus bases, desatendidas se fueron por otros lados.
Así vamos el mundo y nosotros. ¿Serán reales los ciclos aludidos? ¿Será verdad que vamos cargándonos a la derecha? Parece que en el mundo sí. Por hoy ellos manejan bien su tiempo, recursos e intereses, por nuestra parte nuestra ultraderecha sólo enseña pobrezas y bajezas.