Ciudad de México. Un muchacho de 83 años oriundo de Liverpool, Inglaterra, se divirtió cómo enano anoche en el Auditorio Nacional.
Lo hizo con sus amigos con los que exhibió sus dotes para ilustrar junto con ellos, paisajes de colores con sus paletas de artistas plásticos del rock, historias clásicas de The Beatles y otras tantas del repertorio como solista de Starr y de los años ochenta, que fueron, más que escuchadas, sentidas a fondo por una multitud entregada en el recinto de avenida Paseo de la Reforma.
Ringo, el chamaco Starr, enseñó que puede ser alguien a quien quieres de amigo: un hombre sencillo con un show minimalista de buen rock, que hizo que su nombre fuera coreado en varias ocasiones por el respetable.
Por cierto, los cuates que acompañaron a don Ringoberto a dar su tocada de alta gama, iluminaron con texturas propias la finura de un ser destellante en la historia de la música actual.
Hablamos de muchachos talentosos, entre los que estuviero el guitarrista de Toto, Steve Lukather; el líder de Men At Work, Colin Hay; el fundador de Average White Band, Hamish Stuart; el saxofonista, flautista y tecladista Warren Ham, otro virtuoso multinstrumentista que ha colaborado con Kansas y Toto, y al ex baterista de Maynard Ferguson y de David Lee Roth, Gregg Bissonette.
Edgar Winter, miembro del All Star desde hace mucho tiempo, se ha ausentó de la gira debido a una enfermedad. Su lugar está siendo ocupado temporalmente por el tecladista y guitarrista de gira de Aerosmith, Buck Johnson.
Ringo & His All Starr Band, con los que promueve su quinto EP de nombre Crooked Boy, publicado el 20 de abril, dejó un tatuaje multigeneracional ante miles.
En el show sonaron piezas de los Fab Four, de Toto, Men At Erik y del propio Ringo como solista.
Se escucharon Matchbox, It Don’t come Easy, Rossana, Pick up the Pieces, Down Under, Boys, I’m Greatest, Yellow Submarine, Cut the Cake, Octopus’s Garden, Back Off Boogaloo, Overkill, Africa, Work to do, I Wanna Be Your Man, Who Can It Be Now?, Hold the Line , Photograph y With a Little Help From My Friends y Give Peace, esa de su amigo Lennon que pide lo que al mundo tanta falta le hace.
Fue una andanada de excelentes arreglos ejecutados con soberanía sonora.
Ringo se había presentado en la CDMX hace cinco años. Canceló otra por el confinamiento.
Está vez volvió a gritar, con su Crooked Boy bajo el brazo y su eterna señal de amor y paz, "que viva México".
Y lo hizo por cada poro de su piel. Se ganó el clásico grito colectivo: "olé olé olé, Ringo, Ringooo".