Amaneció otro país. Con una nueva y extraña presidenta.
Y lo que se ha difundido por todos los medios nacionales e internacionales es que en México ganó la Presidencia una mujer, con una larga trayectoria de izquierda, ambientalista y científica. Hoy me ocupo de revisar este último atributo que considero fundamental para entender esta segunda etapa del proceso de transformación. Analizar el perfil científico de la nueva presidenta, aunque sea someramente, me parece esencial.
Quienes nos formamos como científicos aprendemos a: 1) no postular ninguna idea si no está avalada por evidencias, pruebas, datos duros, y 2) amamos el debate, la polémica, el diálogo y la discusión abierta. Por ello también 3) cambiamos sin problema de un punto de vista, una visión o una postura; adoptamos lo que Walter Riso ha llamado el “pensamiento flexible”, y en todo lo anterior debemos afinar al máximo nuestro lenguaje, pues el discurso debe ser preciso, claro, accesible y contundente.
Más allá de lo anterior, en la ciencia del mundo operó además una verdadera revolución epistemológica y política. Se abrió una grieta. El siglo XX se caracterizó por la multiplicación explosiva del conocimiento científico y técnico, que no sólo llevó a la proliferación de instituciones e investigadores (8 millones, según la Unesco), sino al parcelamiento y especialización extrema del conocimiento. La realidad quedó fragmentada y reducida. De ahí surgió la necesidad de integrar el conocimiento mediante la investigación interdisciplinaria y transdisciplinaria y de adoptar un “pensamiento complejo”, pero también de realizar investigación participativa basada en el diálogo de saberes y en el acompañamiento de procesos emancipadores. Ello dio lugar a una nueva corriente crítica en la ciencia que tomó conciencia tanto de la crisis ambiental (con la emergencia climática global) como con la mayor desigualdad social de la historia. Fue una reacción de los sectores más avanzados de las comunidades científicas del mundo ante las amenazas sobre la especie humana. Y todo esto llegó a nuestro o país, como lo analicé en mi libro Las batallas por la ciencia en México (2021) –https://www.vtoledolibros.com/–.
Claudia Sheinbaum, a quien conocemos desde hace años y con quien realizamos diversas batallas políticas, pertenece a la creciente comunidad de científicos con conciencia social y ambiental que se originó en la UNAM y se fue expandiendo por el resto de las principales instituciones de educación e investigación del país (IPN, UAM, UA Chapingo, Universidad Pedagógica y las nuevas universidades creadas por la 4T). Hoy en México existe ya una poderosa corriente de mujeres y hombres de ciencia aplicando sus conocimientos con sentido social y ambiental. Una buena parte del manifiesto de los 900 fue firmada por investigadores de este tipo, y los cambios en la política científica del Conahcyt en la 4T pertenecen a lo mismo.
Sheinbaum trascendió su formación de física y orientó su interés por los temas de la energía, la ingeniería ambiental y el cambio climático. Autora de decenas de publicaciones dedicó sus tesis de licenciatura, maestría y doctorado a esos temas. De manera extraordinaria combinó su paso por la política pública con su actividad académica, y participó como analista en 2007 del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) de la ONU. Igualmente fue becaria del Programa de Estudios Avanzados en Desarrollo Sustentable y Medio Ambiente (LEAD-El Colegio de México).
Dos publicaciones que confirman su identidad de investigadora transgresora de su especialidad son: el artículo “Science and technology in the framework of the sustainable development goals”, publicado en 2017 con M. Imaz (https://acortar.link/iohgAg), y el libro Problemática ambiental de la Ciudad de México, Limusa-Instituto de Ingeniería, UNAM, 2008. Debe también consignarse su participación en el libro de Omar Masera Crisis y mecanización de la agricutura campesina (El Colegio de México, 1990), una contribución emblemática donde por vez primera en el mundo se hizo el análisis energético de una comunidad indígena de la meseta purépecha en Michoacán: Cheranástico, donde Sheinbaum hizo su tesis de licenciatura sobre un análisis termodinámico de las nuevas estufas de leña (ver video en YouTube).
Termino este breve análisis con un mensaje a la nueva presidenta. “Querida Claudia, como lo fuimos aprendiendo en estas décadas, como científicos que nos sumamos a la izquierda electoral, y luego como funcionarios públicos de un gobierno antineoliberal, sé que serás una presidenta con pensamiento crítico. No cedas ni al pragmatismo político ni al sentimentalismo interpersonal. Que tus decisiones se tomen a partir de las evidencias y tu gabinete lo formen individuos críticos. Que sigas haciendo historia. ¡Y mucha suerte! Con todo mi aprecio”.