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José Vasconcelos

03 de junio de 2024 00:05

Envío esta colaboración a La Jornada antes de que se conozcan los resultados del proceso electoral; y hoy que se publica, sabemos ya lo que adivinábamos, que se veía venir, el triunfo histórico de la primera mujer en llegar a la Presidencia de los Estados Unidos Mexicanos. No es poca cosa; apenas a mitad del siglo pasado, por primera vez las mujeres pudieron votar y aspirar a cargos públicos; nuestra sociedad es cambiante y responde a nuevas convicciones que resultan de ideas, propuestas, debates de mucha gente; escogí escribir sobre José Vasconcelos porque hace poco más de 100 años él fue protagonista de cambios profundos en la sociedad mexicana.

Fue Vasconcelos un intelectual brillante, escribió libros que en su momento y todavía ahora atraen la atención de muchos, tanto por su vigoroso estilo literario como por lo profundo e interesante de sus temas, pero también porque sus influyentes ideas corrían paralelas a su acción; fue un pensador, pero también un político, que sin formar parte de corrientes o de partidos organizados, impulsó cambios y consiguió logros que transformaron profundamente a México. Cuando estalló la Revolución Mexicana, encabezada por Francisco I. Madero en 1910, él era un joven universitario que junto con otros contemporáneos impulsó el Ateneo de la Juventud, una respuesta al pensamiento positivista y tecnocrático de los Científicos del porfiriato, con lo que contribuyeron a darle a la Revolución un sentido y un sustento ideológico, pero no se quedaron ahí las cosas, ni fue lo único en que contribuyó.

Cuando la Revolución logró un periodo de tranquilidad relativa con el triunfo de los sonorenses sobre el villismo y el carrancismo, se pudo establecer un gobierno más o menos estable ya sin rivales fuertes, la Revolución Mexicana empezó a dar frutos positivos.

Además de la paz, aún precaria conseguida por Obregón y sus compañeros y adelantándose al gobierno del general Lázaro Cárdenas que consolidó los principios de justicia social con el reconocimiento de los derechos de los trabajadores y con la reforma agraria, que consolidó la propiedad ejidal y colectiva, Vasconcelos impulsó una reforma también social y de fondo. Se creó entonces por sugerencia de él, la Secretaría de Educación Pública, por decreto firmado por Álvaro Obregón en julio de 1921 y, por supuesto, fue nombrado secretario el que dio la idea, José Vasconcelos.

El cambio más profundo, la cosecha más significativa para el futuro del país que surge de la Revolución, que tantos muertos, destrucción y dolores produjo, tuvo lugar a partir de que Vasconcelos quedó a cargo de la educación y la cultura en México, de julio de 1921 a julio de 1924, cuando renunció; hace 100 años y cuando estamos también consolidando una gran transformación.

Tres años apenas, pero suficientes para dejar una huella imborrable. Las escuelas se multiplicaron, no escuelas al viejo estilo, sino amplias, soleadas, con salones ventilados y grandes patios; (yo estudié en una de ellas). Un ejemplo lo tenemos en la escuela Revolución en la Ciudad de México.

Pero fue mucho más lo que hizo; impulsó las artes gráficas, el muralismo con el que puso el arte mexicano como modelo para el mundo y para el que reclutó a los grandes de entonces: Alba de la Canal, Diego Rivera, José Clemente Orozco, David Alfaro Siqueiros, Roberto Montenegro y otros. Una más de sus decisiones que se recuerdan y dejaron ejemplo, fue la publicación de la colección de obras clásicas que hizo la SEP, Los Verdes, como se les conoció por ser ese el color de su fuerte y duradera encuadernación; trajo a grandes figuras de la cultura mundial, como a la poetisa y maestra chilena Gabriela Mistral, Premio Nobel y durante algún tiempo impulsora de la reforma educativa de entonces. José Vasconcelos, quien viajó mucho por Sudamérica dando conferencias y presentando libros; fue conocido como el Maestro de América y escribió entre otras obras que siguen leyéndose: La raza cósmica, Historia de la filosofía, Ulises criollo, La tormenta, El proconsulado y La flama.

Es bien sabido que toda transformación que aspire a ser duradera y profunda de la sociedad, cualquier cambio en la dirección del pensamiento y de los fundamentos éticos de una comunidad nacional, requieren necesariamente de un impulso a fondo en los sistemas educativos; lo que logró Vasconcelos como secretario de Educación Pública y lo que logró Lázaro Cárdenas en su gobierno, son los resultados positivos del movimiento social conocido como la Revolución Mexicana.

Ahora que, gracias a un dirigente histórico, a un pueblo que despertó, participativo y bien informado, se inicia la que se conoce como la segunda etapa o segundo piso de la Cuarta Transformación, creo de justicia recordar y reconocer a quien dio contenido social y cultural a la Tercera Transformación y tanto contribuyó desde su posición, a los sólidos avances y transformaciones que experimentó México entonces y que ahora preludian los que esperamos.

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