Santiago. El presidente de Chile, Gabriel Boric, anunció que impulsará leyes que incluyen el aborto libre, sin expresión de causa, y la eutanasia asistida, lo cual originó una instantánea oposición derechista a sus anuncios, acusándolo de hablarle “a la barra brava” (fanáticos) que lo respalda y que lo llevaron al gobierno.
En un penúltimo discurso ante el Congreso Nacional, Boric reivindicó la voluntad de cambios estructurales que lo llevaron sorprendentemente al poder como abanderado del rupturista Frente Amplio (FA), una coalición de juveniles partidos izquierdistas nacidos al calor de protestas estudiantes en 2011. Su éxito electoral se basó en denunciar a la super estructura dirigencial centrista, configurada entre partidos avenidos al poder empresarial que predominó en el país desde 1990, como validadora del régimen neoliberal impuesto en la dictadura de Pinochet.
Pero el FA, una maraña de diluidos movimientos izquierdistas que intenta ser un partido unitario, desde la administración del aparato público evidenció sus carencias prácticas y su ausencia de vínculos con los sectores de bajos ingresos, esenciales para su crecimiento, en un país donde el 80 por ciento de la población percibe ingresos inferiores a los 800 dólares mensuales.
Su inexperiencia para gobernar, cometiendo crasos errores de forma y fondo, debilitaron la presidencia de Boric.
El presidente, cuyo gobierno se somete a una implacable minoría parlamentaria derechista que bloquea y condiciona sus iniciativas de ley, padece también la constante inestabilidad de proclamas variopinto provenientes de sendas coaliciones que a duras penas sostienen a su gobierno.
De modo que en su discurso ante el Congreso, que también consideró asuntos como la reivindicación y recompensa de las personas que dedican su cotidianidad a atender personas discapacitadas, anunciando la creación de un sistema nacional de cuidados; o bien a la reformulación del servicio estatal a cargo de los niños y jóvenes abandonados; parece haber decidido intentar jugarse del todo por proyectar un proyecto político más allá de su presidencia, que finalizará en marzo de 2025, pero jalonada de elecciones intermedias que medirán su respaldo, la próxima una municipal en octubre, un año antes de las presidenciales.
“Tengo la íntima convicción de estar avanzado en resolver los problemas de nuestra patria; de estar curando heridas para tener un país más pacífico, sin fracturas; con una economía en equilibrio, y por lo mismo en condiciones de crecer; con más justicia y cohesión; con más seguridad en todas sus dimensiones: pública, económica y social”, dijo.
La presidencia de Boric ha estado particularmente jalonada por los problemas de seguridad pública, a lo cual el gobernante contesta que ”la seguridad es un derecho. Si fracasamos en garantizarlo, todos los demás derechos y libertades que nos entrega la democracia se ven hipotecados. Por ello, la seguridad debe ser un proyecto de Estado, que comprometa a todos sus poderes, a todos los sectores políticos y a toda la ciudadanía”
Señaló seis metas de su presidencia: “1) Garantizar el derecho a la seguridad; 2) Crecer más y mejor, con equidad y cohesión social; 3) Avanzar hacia una sociedad de cuidados compartidos; 4) Gestar el Chile que viene desde la educación, la cultura y el deporte; 5) Alcanzar un desarrollo justo, resiliente y sostenible; y 6) Proteger y ampliar los derechos humanos y la democracia”.
Según él, todas están avanzando, pero se enfrenta a la obstrucción derechista.
La derecha, por su parte, anticipa su fracaso, que reaccionó radical y absolutamente en contra de la agenda valórica.