Ciudad de México. Después de varios minutos de insistencia por parte de autoridades del Gobierno de la Ciudad de México y de la alcaldía Gustavo A. Madero, la caravana migrante fue retirada de las inmediaciones de la Basílica de Guadalupe, para trasladarlos hacia la caseta Ojo de Agua, en la carretera México-Pachuca.
Las personas en contexto de movilidad, procedentes de Centroamérica, fueron trasladadas en cinco autobuses y al menos tres vagonetas a dicha vialidad para “acercarlos en su recorrido hacia el norte del país”, aunque las autoridades no supieron explicar qué sucedería con ellos después de dejarlos en ese punto carretero.
Alrededor de las 10 de la mañana, tras dos meses de caminar a pie desde Tapachula, Chiapas, llegó a la Basílica de Guadalupe la caravana migrante, conformada por unas 400 personas originarios de Guatemala, El Salvador, Nicaragua y Colombia, quienes buscan cruzar a Estados Unidos.
Los viajeros, entre ellos niñas y niños, presenciaron una misa donde recibieron la bendición de uno de los sacerdotes; después se mantuvieron descansando en las inmediaciones del templo del Tepeyac en lo que definían la ruta por seguir.
Sin embargo, a las 2 de la tarde un grupo de personal de la alcaldía Gustavo A. Madero y del Gobierno de la Ciudad de México llegó con cinco camiones para ofrecer a los migrantes trasladarlos a la caseta de Ojo de Agua o en la salida a Querétaro, ya que “aquí no hay condiciones porque México tendrá elecciones”.
“No se pueden quedar a pernoctar, es tiempo de elecciones”, señaló personal de la alcaldía a través de un megáfono.
La mayoría de los migrantes, visiblemente agotados, respondió que no se retirarían del lugar ya que lo único que querían era descansar y continuar ellos mismos su trayecto al día siguiente.
“Es el único lugar (aquí en la Ciudad de México) donde no nos han ofrecido comida ni agua. Apenas llegamos a descansar y de inmediato nos corrieron”, expresó una mujer salvadoreña.
La insistencia de las autoridades fue tal, que con mensajes como “órale ya vámonos o se quedan solos”, la mayoría de los migrantes recogieron las cobijas tendidas sobre el suelo donde descansaban y desarmaron las carriolas, en las que durante largos kilómetros cargaron a sus hijos, para meterlas en los portaequipajes de los autobuses.
No tuvieron otra opción, visiblemente confundidos, abordaron las unidades y cerca de las 4 de la tarde partieron a la carretera México-Pachuca con sus pocas pertenencias.