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Mercado negro de relojes de alta gama, en auge por deseo de presumir un estatus

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Cartel promocional de la serie ‘Relojeros, los ladrones del lujo’, que ya se encuentra en Spotify y en otras plataformas de audio. Foto cortesía de La Pegazo
29 de mayo de 2024 10:39

¿Por qué los relojes de alta gama son el actual objeto del deseo de muchos hombres?

Ese gusto es una de las preguntas que nos hacemos: qué lleva a un ser humano a gastarse 30 mil dólares en algo que te dice qué hora es cuando lo puede hacer con uno de cinco dólares.

El anterior comentario lo hace a La Jornada el español Javier Gómez Santander, quien además de tener una fascinación por los ladrones –en el ámbito de la ficción– fue el jefe de guionistas de la serie de Netflix La casa de papel y coproductor ejecutivo de las cinco temporadas.

La semana pasada estrenó, junto con el periodista argentino Nahuel Gallotta (autor de las novelas Conexión Bogotá y Bandidas), el podcast Relojeros, los ladrones del lujo, primera investigación sobre las rutas y el mercado negro de los relojes de alta gama robados, que en muchas ocasiones terminan en Estados Unidos, Arabia Saudita, Emiratos Árabes, China, Israel, Dubai y Qatar. Son piezas que pueden costar entre 8 mil y un millón de euros. Bueno, se cotizan en dólares.

Para su investigación, Javier y Nahuel hablaron con ladrones, detectives privados, cuerpos de policías ex profeso para este tipo de robo, coleccionistas, joyeros... Hicieron entrevistas en la Ciudad de México, Monterrey, Bogotá, Medellín, Buenos Aires, Santiago de Chile, Madrid y Nápoles, entre otras urbes.

El podcast y sus seis entregas ya está en Spotify, así como en las principales plataformas de audio.

De ficción y reales

Javier Gómez Santander, licenciado en periodismo y autor de la novela negra El crimen del vendedor de tricotosas, cuenta a La Jornada cómo surgió la idea: cuando hacía promoción de La casa de papel conoció a Nahuel, quien escribía en El Clarín y con el coincidía en su gusto por estas personas. A él le gustaba escribir sobre ladrones en ficción y a Nahuel de los reales.

En uno de sus viajes a España, el argentino le comentó que había estado con la policía de Cataluña para investigar esos hurtos. Sucedía mucho en esa región y él le dijo que estaba interesado en saber si eso existía en el mundo, porque quería producir un podcast al respecto. Así vimos que había algo en este negocio gigantesco.

En su indagatoria, comenta Javier, descubrieron que ese gusto excesivo por los relojes caros dependía del cliente: los grandes empresarios nos hablaron de estatus; que cuando entran a una reunión no podían llevar su casa o su coche y que portar un reloj de alta gama da información a los demás de cómo te va en la vida y qué tipo de empresario eres. A veces les da tema de conversación.

Siguen funcionando sin electrónica

Agrega: entre los aficionados se identifican por el reloj, se cuentan, se dicen qué colección tienen. También hay un tipo de coleccionista que no tiene nada que ver con los millonarios, aunque tenga poder adquisitivo alto. Su gusto no es exhibir la pieza, incluso, no la sacan, la esconden y sólo lo coleccionan por su mecanismo, porque hay que decirlo: es una de las pocas cosas que siguen funcionando sin electrónica: es pura mecánica lo que hay ahí dentro; son de cuerda, son automáticos... ningún aficionado se compra un reloj que funciona con una pila y un cuarzo.

Gómez Santander asegura que en su periplo hallaron a un catedrático de filosofía que les expresó ser un enamorado de las cosas bellas, entonces, los relojes se lo parecía, y claro, hay que decir que también es la única joya que tradicionalmente usan los varones.

El guionista y productor considera que, luego de la pandemia, el gusto por los relojes se puso de moda. En las redes sociales, los reguetoneros los exhiben; también lo hacen los futbolistas, y los chicos quieren imitarlos; éso mueve a la industria del robo, porque se ha convertido en algo aspiracional. Hay mucho mercado, muchos relojes en la calle que, además de ser vistos por las personas, también son observados por los ladrones.

Comparte que el año pasado estuvo en Monterrey, en San Pedro Garza, donde hay mucho movimiento de relojes de lujo. Pudo hablar con el secretario de seguridad pública del municipio, Jorge Ron, quien le dijo que ellos se sorprendieron cuando detuvieron, por primera vez, a una banda dedicada al robo de relojes de lujo, la cual cuando la remitieron, prácticamente en el momento de la detención, se presentó un abogado. Entonces, eran bandas que ya viajaban con un litigante. Por eso, en el resto del mundo donde se ejecutan esos delitos se han creado cuerpos policiales especializados. Hablamos de ciudades como Madrid, Barcelona, Málaga, París, Londres… los relojes no se venden en el país que se roban, se suelen venderse en países de flujos grandes de dinero como en Estados Unidos, Arabia Saudita. Qatar o China, donde la gente no pregunta de dónde viene le reloj”.

Reducidores los mueven en el mundo

Pudieron hablar con atracadores que no pertenecen a las estructuras grandes, aunque los relojes que hurtan vayan a esas mafias. Éstos venden el reloj a un reducidor que hay en todas las ciudades grandes; siempre hay alguien que compra mercancía robada. Estos reducidores son los que los ponen en movimiento de forma internacional. El otro tipo de ladrones, que son los que están en contacto directo con redes como la mafia napolitana, no hablan. La policía nos ha dicho que cuando detienen a un miembro de esos grupos delincuenciales no lo hacen porque los matan. Al final saben que si roban un reloj lo van a vender a un tercio de lo que cuesta en la tienda. Siempre se pagan en dólares.

Hay sociólogos, añade Gómez Santander –quien también ha sido presentador de televisión– que hablan de la satisfacción que produce el periodo del anhelo, de cuando la gente está buscando el reloj o ahorrando para tenerlo. Éso se vive como la expectativa que, cuando se logra, desaparece. Es como el enamoramiento. Y también es verdad que este tipo de objetos dan estatus y pertenencia a un grupo. Si tienes un reloj de lujo, la aspiración es que entras a en un estatus social y estás lejos del miedo a ser pobre.

Ellas gastan más

Supieron del robo de un reloj en Madrid de 50 mil dólares y alguien puede pensar que los ladrones pegaron un palo (robaron) para estar sin trabajar, pero la realidad es que, probablemente, ese dinero ya se haya convertido en cocaína o en alcohol. Nos hablaban de que tenía noches de farra de 4 o 5 mil dólares. Los ladrones no son un gremio cuidadoso en gastar dinero, pero las ladronas lo gastan de otra manera.

Ese tema llamó su atención. Ellas invierten, compran casas, coches. Hay algunos hombres que han hecho imperios legales robando, pero en general, son ellas las que mejor lo hacen. A veces son las jefas de las bandas, porque la gente no sospecha tanto. Nos decía una ladrona que cuando más le miraban el escote más relojes sacaba.

A él le fascinan los ladrones de este tipo porque no emplean la violencia. “Son grandes generadores de historias y grandes contadores de la suya. Haciendo La casa de papel, me resultaba sugerente, porque éstos se han preparado: conocen de relojes, se hacen pasar como ricos, se mueven como ellos en los restaurantes de lujo y en todas partes. Lo que pasa es que no van con un antifaz, sino como infiltrados que dan un seguimiento a la personas y tres días después, entran a su casa”.

Con su productora La Pegaso tiene varias series en desarrollo y está pre produciendo una película que ya tiene escrita sobre un hecho real; es el caso de un feminicida serial de 2012. La pretende rodar el año que viene junto con la productora mexicana Animal de Luz Films.

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