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La depredación perpetrada por Vulcan en Playa del Carmen, Quintana Roo, tuvo el respaldo de autoridades tanto estatales como federales. Foto ‘La Jornada’
29 de mayo de 2024 09:18
Desde el inicio de su administración, el presidente López Obrador denunció, y actuó en consecuencia, la devastación ecológica causada por la trasnacional estadunidense Vulcan Materials en el área de Playa del Carmen, y los permisos que a tal consorcio otorgó el gobierno de Ernesto Zedillo, concretamente por su secretaria de Medio Ambiente, Recursos Naturales y Pesca, Julia Carabias. Pero la cola es más grande.

Días atrás, el mandatario detalló que los gobernantes neoliberales autorizaron a dicha trasnacional explotar un banco de materiales en Playa de Carmen, junto al centro vacacional Xcaret. Pero con Carabias, ahora paladina del medio ambiente, le dan permiso y empiezan a escarbar, incluso a utilizar dinamita. Extrae material, viola todas las leyes ecológicas y ese material se lo llevan a Estados Unidos destruyendo nuestro territorio. Es hipócrita levantar la bandera de evitar el cambio climático y al mismo tiempo destruir el territorio. ¿Dónde están los ambientalistas? ¿Con qué autoridad ética hablan de defender el medio ambiente si no se protegen estas cosas?

López Obrador pidió a Vulcan detener el ecocidio, al tiempo que la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente clausuró la actividad extractiva de la trasnacional, y con el interés de llegar a un arreglo, dijimos: les compramos, creo que por 2 mil millones de pesos. Se hizo un avalúo, más de mil 500 hectáreas. Al mismo tiempo, hay un juicio. Ya vinieron los jueces internacionales y vieron la destrucción; esto es independiente de la clausura que tiene la procuraduría. Esas tierras las íbamos a convertir en reserva natural protegida, y mientras yo esté de presidente no vamos a permitir que sigan destruyendo el territorio.

Lejos de privilegiar la ruta negociadora, la trasnacional recurrió a sus contactos –por llamarles así– en la Casa Blanca y en el Congreso estadunidense, que de inmediato intentaron desquitar los favores recibidos: amenazaron al gobierno mexicano con aprobar una ley para evitar, según dicen, que López Obrador tome el control y expropie los terrenos de Vulcan, que en realidad son de la nación.

Ese ha sido el estire y afloje en el presente sexenio, pero ahora se publica información que robustece el contexto y ahonda los motivos de los permisos y el consecuente ecocidio de Vulcan en la zona de Playa del Carmen, siempre asociados a los grandes cuan sucios negocios privados de la mano de políticos del régimen neoliberal.

La Jornada lo informó así: Los terrenos de Vulcan Materials, en Quintana Roo, donde la empresa por décadas ha extraído piedra caliza y actualmente está clausurada por la autoridad ambiental, pertenecieron a familiares del entonces gobernador (priísta) Pedro Joaquín Coldwell, que compraron a precio mínimo y luego vendieron con una gran ganancia, indica un video divulgado ayer en redes sociales por la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat).

Algo más: los familiares, en los años 80, compraron entre 8 y mil 346 pesos la hectárea, que después vendieron hasta en medio millón de pesos cada una. Además, Joaquín Coldwell permitió el aprovechamiento sin permisos de cambio de uso de suelo forestal, y el 6 de agosto de 1986 los gobiernos federal y de Quintana Roo firmaron un convenio para autorizar la explotación sobre y bajo el nivel freático en los predios Punta Venado y La Rosita. Ellos vendieron los predios a la empresa Rancho Piedra Caliza, adquirida por Vulcan Materials, propietarias de Calizas Industriales del Carmen (Calica), hoy Sactun, que también cuenta con los predios La Adelita, La Rosita y Corchalito.

La Semarnat subraya: “la explotación de roca caliza, que se prolongó por más de tres décadas, es considerada el desastre ambiental más grande de la península de Yucatán… En esa zona se afectaron manglares, selvas, fauna y se destruyeron 42 millones de metros cúbicos de suelo cárstico, que requiere millones de años en formarse y equivale a mil 835 pirámides de Kukulcán, en Chichén Itzá; quedaron devastados al menos tres cenotes, el uso de explosivos contaminó el agua y se retuvieron más de 40 millones de metros cúbicos de agua subterránea, 20 veces más el volumen autorizado a la empresa, entre otras irregularidades”.

Y ante esta devastación, ¿dónde estaban los ecologistas?

Las rebanadas del pastel

Cínicos e hipócritas: el genocida Benjamin Netanyahu dice que fue un trágico error bombardear civiles en Rafah, mientras la Casa Blanca se muestra impactada por esa atrocidad indefendible, pero no deja de proteger y enviar armamento al régimen neonazi.

X: @cafevega

 

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