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Una presidenta educadora

28 de mayo de 2024 13:18

 

Claudia Sheinbaum ha asumido que gobernar es educar. Esta convicción, tiene tres profundas raíces:

Su trayectoria en la vida académica donde encontró su pasión por el conocimiento, el valor de la reflexión y de la colaboración y la capacidad para entender el mundo. En donde encontró su realización profesional.

Su participación en movimientos estudiantiles que luchaban por la inclusión y el derecho a la educación de todas y todos los jóvenes. Con su generación ejerció su derecho a discrepar de los proyectos neoliberales que pretendían privatizar la educación Superior Pública, y encontró que lo que más une y fortalece es compartir las causas por las que se lucha.

Más tarde como gobernante su congruencia y compromiso con aquellas luchas y reivindicaciones.

Al tener la oportunidad de decidir sobre la realización de proyectos y apoyos educativos, no siguió el guion de muchos gobernantes, curarse el alma declarando conmovedoras frases sobre las bondades de la educación para terminar lamentándose: lástima que no contemos con recursos para invertir en la educación.

Su postura ha sido clara y contundente “la educación es un derecho y no un privilegio”.

Entendía perfectamente lo que decía y a que se comprometía como gobernante cuando declaraba: “sin educación no hay la posibilidad de seguir creciendo, la educación no solo es conocimiento, es transformación y es también libertad… La educación pública humanista, científica y con raíces culturales hace a las naciones más libres, soberanas y democráticas y transforma a las personas en ciudadanos consientes y participativos”.

Sabía el reto que enfrentaba por su compromiso de garantizar el ejercicio del derecho a la educación pública y gratuita, “para todas las personas, en todas las etapas de la vida y especialmente para los jóvenes”.

Para cumplir con estos propósitos puso en marcha una política educativa integral a la que denominó “como el corazón de la transformación en la Ciudad de México”.

Su política educativa se alineaba con la concepción del país que se impulsa con la transformación de la vida pública de nuestro país. Una política de bienestar centrada en las personas, concebidas como sujetos de derechos. El empeño de que nadie se quede atrás, por eso la importancia de la inclusión educativa.

Orientar los recursos públicos, que son los recursos de todas y todos los mexicanos, a las necesidades y prioridades que más impacten el desarrollo, la inclusión y el bienestar de las personas, como es sin duda, la inversión educativa, puerta de entrada al ejercicio de otros derechos sociales.

El gobierno de Claudia Sheinbaum operó con la convicción de que la transformación requiere fortalecer la base educativa y la continuidad que esta debe tener.

Que lo más valioso que tenemos es nuestro capital humano y la exclusión educativa propicia la pérdida de generaciones en el conocimiento, en la sociabilización, en la reflexión que promueve la capacidad para entender nuestra sociedad, para plantear dudas y cuestionamientos, para abrir espacios de participación y crítica y para el reconocimiento y respeto de los otros, de la diversidad.

Se requiere educación para el trabajo, para las actividades agrarias, industriales, tecnológicas, humanísticas, para enfrentar con conocimientos y técnica los grandes problemas que enfrentamos.

La educación en su continúo desarrollo propicia que se cuente con más y mejores ciudadanas y ciudadanos que en los distintos ámbitos de la economía, la política, la tecnología, la justicia, el humanismo, la cultura, superen con los mejores planteamientos y soluciones nuestros retos como sociedad.

Claudia Sheinbaum, al vivir con gusto e intensidad su vida estudiantil, su actividad como maestra e investigadora, entendió que la educación lejos de dividir une, proporciona una pasión por el conocimiento y que es una invaluable aliada contra la intolerancia y la violencia, que por lo tanto abona de manera fundamental para la paz que tanto demandamos.

Convencida que para impulsar su programa de apoyo al fortalecimiento de la educación pública y gratuita en la ciudad, el financiamiento público era fundamental para garantizar la permanencia, continuidad y el éxito de las y los estudiantes.

Su programa educativo contempló: Otorgar la gratuidad a los CENDIS, considerando la importancia de la educación en la primera infancia que se vuelve un factor de primer orden para combatir el rezago.

Se instituyó el programa “Mi beca para empezar” para todos los alumnos de Educación Básica de las escuelas públicas. También la beca “Leona Vicario” para niñas y niños de zonas de mayor marginación y escasos recursos; se otorgaron desayunos escolares y se continuaron los apoyos para útiles y uniformes escolares; se desarrolló el programa “La escuela es nuestra” para atender la infraestructura de las escuelas públicas; se pusieron en marcha 294 PILARES para que los jóvenes y la gente en general pudieran retomar sus estudios con el apoyo de la beca “PILARES bienestar”.

Se abrieron 6 nuevos planteles del Instituto de Educación Media Superior (IEMS) y se crearon las universidades “Rosario Castellanos” y la Universidad de la Salud (UNISA).

En esta inversión y obra de gobierno se ve la trascendencia de su visión. Porque cabría preguntarse que sería de los aproximadamente 55 mil jóvenes de esta generación si no hubieran tenido la opción de formación profesional en estas universidades y en los seis nuevos planteles del bachillerato; y de todos los jóvenes y personas que han podido retomar y proseguir sus estudios en los centros PILARES.

¿Cómo se logró este importante programa educativo?

Con un novedoso manejo del gasto público, programando un presupuesto por objetivos, considerando el periodo de su gestión y destinado a cumplir y hacer realidad su programa de gobierno.

Por ejemplo, en la rehabilitación y construcción de los campus de las dos nuevas universidades, de los seis nuevos planteles de bachillerato y de los centros PILARES, se avanzó por etapas con evaluaciones periódicas que permitían ajustar el destino de los recursos conforme se iban cumpliendo los objetivos.

Primero, la inversión en las obras, luego en el equipamiento y después los recursos para la operación de los centros educativos.

Con este manejo se evitaba hacer lo que muchos gobiernos del pasado, que por ejemplo, construían un hospital o una escuela y luego quedaban como obra abandonada, porque argumentaban que ya no había presupuesto para equiparlas y ponerlas en funcionamiento.

Se contó con los recursos que se liberaron por los programas de “Adultos mayores” y de “Prepa sí” que asumió el Gobierno Federal y estos recursos se orientaron a los proyectos prioritarios, como el educativo, con un manejo transparente y efectivo y se contuvo todo el gasto en cuestiones superfluas e innecesarias que en nada abonaban a los objetivos del gobierno definidos desde un principio.

Si como dijimos, lo más importante con lo que contamos es nuestro capital humano, la centralidad de la educación es fundamental para la formación de ciudadanía y para la calidad y fortaleza de la democracia.

He aquí una política realizada con el sello de la casa que ya se anuncia se extenderá durante la presidencia de la Dra. Claudia Sheinbaum.

Por eso, cuando se le ha preguntado ¿Cómo le gustaría ser recordada aparte de ser la primera mujer presidenta?, sin titubear y con contundencia afirma: como una presidenta educadora.

*Historiador

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